La jornada del sábado 26 de julio podría marcar un antes y un después para la Democracia Cristiana (DC). En su junta nacional, el partido tendrá que resolver si entrega su apoyo a Jeannette Jara, candidata del oficialismo, o si mantiene la libertad de acción que ha defendido su dirigencia. La decisión no es menor: en juego está no solo su rol en la elección presidencial, sino también la continuidad de un pacto parlamentario con la alianza de gobierno.
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La tensión es evidente. Un sector de la militancia se resiste a respaldar a una candidata del Partido Comunista, mientras otros, con una mirada más pragmática, advierten que desmarcarse del oficialismo puede terminar por aislar al partido en el Congreso. Y si bien hasta ahora la DC ha avanzado en conversaciones legislativas con Socialismo Democrático y el Frente Amplio, esas alianzas podrían derrumbarse si el apoyo presidencial no se concreta.
EL DILEMA DE LA DC
Las presiones desde el oficialismo no han tardado en llegar. El senador Tomás de Rementería (PS) y el diputado Diego Ibáñez (FA) fueron tajantes: sin respaldo a Jara, no hay lista parlamentaria compartida. La advertencia busca empujar a la DC hacia la unidad, aunque el tono ha tensionado aún más los ánimos dentro de la falange.
La respuesta de la DC ha sido cautelosa, pero firme. Héctor Barría, jefe de bancada, recordó que el partido ha participado en pactos legislativos sin apoyar candidatos presidenciales en el pasado, y calificó las declaraciones del oficialismo como contraproducentes. En el fondo, lo que se disputa no es solo un nombre, sino la identidad y autonomía política de la Democracia Cristiana.
LA POSTURA DEL OFICIALISMO
Mientras los partidos aliados levantan la presión, el Gobierno ha optado por descomprimir. La señal desde La Moneda es clara: más que imponer condiciones, se busca preservar la unidad de cara a un Congreso fragmentado y a una eventual segunda vuelta que enfrente a Jara con José Antonio Kast.
Incluso el propio Presidente Gabriel Boric ha seguido de cerca las conversaciones. Su tesis, según fuentes de Palacio, es evitar un quiebre con la DC aunque esta mantenga distancia en la primera vuelta. En este contexto, la candidatura de Jara y el Partido Comunista han optado por no intervenir ni polemizar, reafirmando su respeto por la autonomía del partido liderado por Alberto Undurraga.
Jara ha reiterado su disposición a dialogar con la DC, pero sin forzar acercamientos. “Valoro profundamente el rol que ha tenido la DC en la historia del país”, declaró, dejando claro que la presión no vendrá desde su comando.
LA BALANZA AÚN NO SE INCLINA
La DC aún no decide. Mientras Undurraga empuja la idea de un pacto parlamentario sin compromisos presidenciales, otros sectores del partido —incluidos expresidentes de la colectividad— han expresado su respaldo a esa fórmula, pero sin cerrarse a un eventual apoyo en segunda vuelta.
Para el oficialismo, esa posibilidad puede ser suficiente. En un escenario competitivo, mantener abierta la puerta a un respaldo futuro es preferible a forzar una definición que fracture alianzas. Por eso, el Gobierno apuesta por ceder ahora para mantener el capital político en el largo plazo.
La decisión de la DC será, más que un gesto táctico, un gesto político de fondo: elegir entre reafirmar su independencia o asegurar su influencia en un nuevo ciclo político. La figura de Jeannette Jara está en el centro de ese dilema.