Ricardo Lillo, funcionario de la subsecretaría del Interior y amigo de la denunciante del exsubsecretario Manuel Monsalve, fue el primero en prestar declaración por la acusación de abuso sexual y violación en contra de la exautoridad.
Ocurrió el 18 de octubre, en la Brigada de Delitos Sexuales y Menores (Brisexme) Metropolitana de la Policía de Investigaciones (PDI). Ahí prestó declaración por casi de dos horas.
En su relato dijo que él se enteró sobre el caso dos días después de los hechos, el 24 de septiembre, cuando la denunciante se acercó a él para conversar en privado. Ahí le contó su versión, según reprodujo La Tercera.
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«NADIE IBA A PODER SABER»
“Comenzó a decirme que estaba mal, horrible. Que algo había ocurrido, que nadie nunca iba a poder saber y que no sabía qué hacer. Comenzó a relatar un poco de forma bien inconexa. Logré captar que había salido con alguien y que mientras tomaba el tercer pisco sour no recordaba nada más hasta el día siguiente y a la mañana siguiente había despertado con esa persona al lado y que habría intentado tener relaciones con ella nuevamente”, sostuvo Lillo.
Agregó que “yo le dije que estuviera tranquila, que ya había pasado y que no volviera a compartir más con esa persona, a lo que indicó que no se podía porque era alguien que siempre estaba. Pregunté si se trataba de alguien del Gabinete y respondió que sí, pero que me sorprendería si sabía quién era”.
No le dio el nombre en esa oportunidad; eso fue después.
El funcionario dijo que transmitió los hechos a la abogada María Fernanda Astudillo, asesora jurídica de la subsecretaría del Interior, a quien le pidió “absoluta reserva”. Recalcó que quería orientación para ayudar a la denunciante.
«SE SENTÍA CULPABLE»
Más adelante Lillo comentó que en conversaciones posteriores “me dijo que se sentía pésimo, que aún no creía que esto hubiera pasado y que se sentía culpable por no haberlo detenido antes”.
El 25 de septiembre fueron a un restaurante para seguir conversando. Según la declaración del funcionario de Interior, cerca de las 13 horas la denunciante recibió un mensaje de Monsalve que no alcanzó a leer. “Ella dijo que tenía que ver con pega, le dije que no tenía por qué responderle de manera tan inmediata cada vez que él le escribiera”.
En esa oportunidad ella le habló sobre lo que sucedió desde el 1 de septiembre, cuando Monsalve la besó luego de un almuerzo en el Costanera Center.
FUMANDO EN EL PASTO
“Me dijo que le pareció muy raro verlo, como si quisiera ocultarse con la vestimenta, y que le extrañaba que la tercera autoridad del país estuviera sentada en el pasto fumando. Dijo que se había quedado hasta cuando estaba atardeciendo, y que se había lanzado a darle un beso. Que no sabía por qué no lo detuvo, pero que se había paralizado y luego dijo que quería irse y que la fue a dejar en Uber a su departamento”, declaró.
Siempre según el relato de Lillo, ella le dijo que el 22 de septiembre en el restaurante Ají Seco bebió dos pisco sour y que perdió el conocimiento hasta aparecer en el hotel de Monsalve semi desnuda la mañana siguiente.
“Fue muy explícita en decir que ella no se borraba con esa cantidad de alcohol, que ya había ido antes a tomar ahí, pero que esta vez, al tomar dos copas y media no se acordaba de nada, que se había ido a negro, hasta la mañana siguiente”, aseveró.
«SU PODER PUDO MÁS»
El sábado 28 de septiembre ella le escribió a través de WhatsApp que “si ella hubiera puesto límites desde un principio nada de esto estaría pasando”.
En un mensaje del día siguiente le escribió: “Su poder pudo más que mis límites, Yo no consentí, jamás se me hubiese pasado por la cabeza. No intercambiamos mensajes constantemente y tampoco lo vi fuera de las dos veces. La primera me paralizó, la segunda me paralizó y fue la que me robó la vida. No fue el tiempo ni la interacción, no había una construcción de algo, ni siquiera sutil que le diera certeza de que podía estar conmigo y terminó en esta pesadilla que está haciendo que me duela respirar. Es una situación difícil, probablemente de las más dolorosas que he pasado, estoy a la espera de que se termine un día y pasar al otro intentando que la nebulosa de mi cabeza baje poco a poco”.
En su declaración del funcionario de Interior, previo a los hechos, la denunciante “hacía harta alusión de que hablaba todos los días con el subsecretario (Monsalve), post trabajo, en la noche, siempre haciendo presente que era por temas de trabajo, nunca señaló que por algo distinto”.
Más adelante expuso que Monsalve citó a su denunciante a su oficina, que ella le pregunta «por qué no la había llevado a su casa, que ella no habría querido ir al hotel y que quería saber qué había pasado ahí porque ella no hubiera consentido nada. Según ella, él se tapa la cara con las manos y le habría pedido disculpas».