Monsalve: Eso que no están viendo los va a derrotar Por Víctor Maldonado R.
La Moneda tuvo un importante lapso para reaccionar ante la crisis provocada por el exsubsecretario Monsalve, antes que el resto de nosotros tuviera las primeras noticias. No aprovechó bien las horas de ventaja, ni tampoco las que siguieron. Ahora corresponde que los cercanos se comporten mejor.
El hecho objetivo es que, transcurridos varios días, la crisis abierta está lejos de haber amainado. Las críticas vendrán, por supuesto, de la derecha a la que se le ha entregado una amplísima batería que aprovechar, pero el cuestionamiento de mayor importancia vendrá de los adherentes sinceros al gobierno.
Hay que asumir no evadir
Es mucho más fácil responder a la crítica política de la oposición, que al reproche ético de la víctima que no hacía otra cosa que colaborar. La falla de una autoridad debe ser compensada por un comportamiento colectivo responsable, avergonzado de lo ocurrido y capaz de dar la cara, pero ¿se está haciendo?
Asumir las faltas como propias es muy importante porque este es un delito que se hizo desde un puesto de autoridad que se tenía en representación de un conjunto y este solo hecho establece una responsabilidad, a lo menos política. Solo actuando juntos pueden subsanar las heridas producidas.
El oficialismo ha de concentrarse en mejorar la respuesta política colectiva que ha dado frente a una situación muy difícil.
El impacto ha sido de tal magnitud que nadie respondió bien, partiendo por el propio Presidente.
Pero no hay que quedarse pegados en el estupor inicial. No se puede comenzar una querella intestina por la forma en que este grave asunto fue tratado al principio.
Lo imperdonable del modo en que se ha estado procediendo es que, enfrascados en la polémica de fracciones, la víctima pasa a segundo plano y el sitial de honor lo ocupan los honorables diputados concentrados en sus disputas.
Pareciera que están hablando de la víctima cuando, en realidad, lo que hacen es focalizar su atención en las reacciones de sus colegas.
Le hablan a la elite
El suyo es un país de 155 habitantes, rodeado de mucha gente que, al parecer, deben mostrarse muy atentos a sus nimiedades.
Si inician una polémica entre personeros de partidos, quiere decir que en conjunto solo se preocupan de ellos mismos.
La sucesión de errores ha sido tan grande, el manejo de la situación tal deficiente y las reacciones parlamentarias tan autodestructivas que, por primera vez, la derecha parece haber atinado al tomar distancia y dejar que todo siga tan descarrilado en el oficialismo como para hacer el mayor daño posible.
No hay peor ciego que el que no quiere ver
La oposición no ha podido menos que percatarse de que continuar una serie infinita de acusaciones constitucionales servía para aglutinar al oficialismo. En cambio, si toma distancia, las bancadas de gobierno encuentran que es el mejor momento para armar motines y querellas.
Los antiguos decían que los dioses ciegan a los que quieren perder. Muchos parlamentarios parecen entretenerse atacando colegas del mismo bando.
Aun a costa de resultar molesto, quisiera informar brevemente que aquello que han dejado de ver y atender se llama “la ciudadanía” y aquello que están logrando, embriagados en sus querellas, se llama derrota. Antes que eso ocurra, ¿tendrían a bien los honorables recuperar la compostura?