El Te Deum Evangélico de este domingo se transformó en escenario de lecturas cruzadas entre política y fe. Aunque las referencias al proyecto que busca regular la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 14 fueron indirectas, bastaron para generar incomodidad en el mundo político.
Lea también Criteria y efecto posdebate: Jara baja y aparece Mayne Nicholls
El reverendo Wilfredo Villa pidió en su oración que “las políticas públicas no sean contaminadas por ideologías anticristianas” y que los chilenos sean protegidos “desde el vientre materno”. Para el presidente del Senado, Manuel José Ossandón (RN), el mensaje quedó corto: “Me hubiera gustado más firmeza y más claridad con el tema del aborto y la eutanasia. Estos son los temas que hoy nos presionan y las iglesias deberían tener una visión más fuerte en actos como este”, señaló.
EL CONTRAPUNTO DEL GOBIERNO
Desde La Moneda, en cambio, optaron por subrayar la necesidad de un debate plural. La ministra de la Segpres, Macarena Lobos, recalcó que el Ejecutivo impulsa la discusión “respetando todas las opiniones” y recordó que se trata de un compromiso programático. En la misma línea, la vocera Camila Vallejo reconoció las diferencias con las iglesias, pero destacó las coincidencias en torno a la dignidad, la justicia y el rechazo a los discursos de odio.
UN DEBATE QUE DESBORDA LO RELIGIOSO
Las palabras de Ossandón reflejan la presión que enfrentan las iglesias evangélicas para tomar una postura más explícita en la agenda valórica. Sin embargo, la cautela mostrada este año en el Te Deum parece responder a un equilibrio delicado: marcar convicciones sin perder influencia en un país donde la política y la religión conviven en tensión constante.