La crítica de Irina Karamanos a la reposición de la figura de la Primera Dama, cargo que ella misma eliminó cuando asumió la presidencia su entonces pareja, Gabriel Boric, trajo algunos apoyos, pero principalmente cuestionamientos, y no solo desde la actual oposición, sino también desde el oficialismo.
Sus palabras en X (exTwitter): “Parece todo un dilema el de Pía (Adriasola, esposa de José Antonio Kast), salvar la austeridad anunciada por su cónyuge o salvar una tradición que -retrocediendo el reloj- llena el ‘vacío’ dejado por reinados. Sacos de dormir o tronos en el Palacio. Que nuestra política sea presidencialista no quita que sea contemporánea”.
La senadora electa Daniella Circardini (PS), retrucó diciendo que “si una mujer no quiere ser Primera Dama, está bien. Pero eso no significa que nadie pueda hacerlo. Eliminar esa figura no fue relevante para las mujeres de Chile. Los símbolos importan cuando sirven a las personas».
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Añadió que «si la pareja del Presidente quiere asumir ese rol y trabajar por la gente, ¿por qué impedirlo? Pongamos la energía donde de verdad importa, y guardemos espacio para defender conquistas que de verdad son relevantes».
Por su parte, la presidenta de la Federación Regionalista Verde Social (FRVS), Flavia Torrealba, sugirió a Karamanos revisar “los aportes de Juana Aguirre, Rosa Markmann, Graciela Letelier, María Ruiz-Tagle, Hortencia Bussi, Leonor Oyarzún, Luisa Durán, Marta Larraechea y Cecilia Morel, con contexto sociopolítico a los gobiernos de sus cónyuges”.
«PÍA NO TIENE UN DILEMA»
Desde el Partido Republicano, la diputada Sofía Cid calificó la postura de Karamanos como “meramente ideológica”.
“En lugar de fortalecer el trabajo que históricamente lideraron las primeras damas, optó por una oficina personal que generó confusión, polémica y ningún legado claro. Lo que falló no fue el cargo, fue la ideología que lo quiso borrar”, afirmó.
En tanto, la diputada Catalina del Real acusó que cuand Karamanos ocupó un rol ligado a La Moneda «ella utilizó su posición para realizar viajes al extranjero y posicionar sus propios proyectos personales, utilizando el aparato estatal. Es vergonzoso que hoy pretenda erigirse como una voz crítica. Creo que ha perdido toda credibilidad”.
Asimismo, la diputada electa Javiera Rodríguez, diijo que “Pía no tiene un ‘dilema’”.
“Le tocará asumir un rol que puede ser muy provechoso para el país, restituyendo organizaciones que hoy están debilitadas. Eso no habla de un reinado, sino de respeto al cargo y cariño por Chile”, a la vez que recalcó que le tocará “restituir un rol que quedó profundamente desprestigiado tras el ‘gabinete de Irina Karamanos’”.
Desde Renovación Nacional, la diputada Paula Labra aseveró que “el rol de la Primera Dama es una institución aliada que sin duda permite realizar grandes aportes, como lo hizo Luisa Durán con el programa Sonrisa de Mujer, o como lo hizo Cecilia Morel con Elige vivir sano”.
“No tengo dudas que los chilenos prefieren eso antes que alguien, sin vínculo relevante y pasajero, venga a destruir esta institucionalidad como su único legado, o que se apropie de este rol republicano, cambiando el nombre autoritariamente y, supuestamente por error, a Gabinete Irina Karamanos. ¿Para qué? Para quizás ser más contemporáneo el liderazgo del país bajo su mirada. Una vergüenza sus declaraciones”, subrayó.
LOS APOYOS
En el Frente Amplio consideraron razonable cuestionar la figura de la Primera Dama.
La diputada Francisca Bello consideró que los republicanos pueden volver a instalar esa figura «si así lo quieren”, pero llamó a no olvidar que “desde 1934, y gracias a luchas que fueron lentas y profundas, las mujeres en Chile podemos postular a cargos de elección popular”.
«Hoy lo verdaderamente importante es que las mujeres ejercemos poder político por derecho propio, no por ser ‘la pareja de’ alguien. Ese es el legado de quienes nos antecedieron: la autonomía, la representación y la posibilidad real de decidir y gobernar», recalcó.
Por su parte, la vicepresidenta de la Mujer del PPD, Daniela Barrera, dijo que «coincido con el rechazo a reinstalar la figura de la Primera Dama, porque hoy no se condice con una democracia moderna ni con la autonomía política de las mujeres».
Agregó que «hay que distinguir el contexto histórico también. Hace décadas, cuando las mujeres no tenían espacios formales de poder, esa figura fue uno de los pocos lugares desde donde se pudo incidir».
A su modo de ver, «hoy el estándar es otro: las mujeres no necesitamos roles decorativos, necesitamos poder político real y con legitimidad democrática».







