Política

Terminada la negociación, empezará la verificación Por Víctor Maldonado R.

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

Los líderes de partido tienen un nivel básico que superar, que consiste en hacer que sus organizaciones no pongan los anhelos en el lugar de las prioridades.

Terminada la negociación, empezará la verificación señala Víctor Maldonado R. en su columna que da cuenta de los acuerdos del oficialismo más la DC.

Los periodos electorales se caracterizan porque los partidos y las coaliciones tienen que lidiar con los conflictos internos generados por las disputas de poder entre liderazgos y fracciones. También las aspiraciones entre partidos chocan en los lugares en los que tienen donde y con quien competir.

Ambos tipos de tensiones se dan al mismo tiempo y se han hecho presentes en la negociación en curso. La calidad de los liderazgos políticos se puede aquilatar observando como resuelven los nudos críticos en ambos frentes.

Los líderes de partido tienen un nivel básico que superar, que consiste en hacer que sus organizaciones no pongan los anhelos en el lugar de las prioridades.

Las tensiones provienen de la presión en los partidos por respaldar algunas aspiraciones desproporcionadas de sus afiliados. Siempre hay alguien dispuesto a competir, aun cuando sus posibilidades de llegar a la Luna saltando sean mayores que las de obtener muchos votos en su comuna.

Mantener e imponer el sentido de realidad es lo básico para conseguir resultados efectivos. Hay que saber decir “no” a las pretensiones desmesuradas.

Superado este mínimo, se han de establecer prioridades y cualquier negociación puede ser considerada exitosa si una tienda política consigue lo que estima más importante, en concordancia con la fuerza que tenga para poder respaldarlo.

Todos aportan al conjunto al conseguir encabezar los desafíos que se están en mejores condiciones de afrontar. Así se coopera al mejor resultado posible para el conglomerado que se integra.

También es el equilibrio de ganancias y pérdidas entre aliados lo que permite soportar las tensiones derivadas de la negociación. Los partidos siempre tienen fracciones, mayorías y minorías internas. Si la negociación con otros termina con alegrías y dolores compartidos, entonces la tensión no llegará a un punto de quiebre. Si la justicia existe, el partido existe y la coalición también. En la centroizquierda esta posibilidad es real.

Lo que determina una buena negociación entre partidos no es un asunto puramente de cupos. Si se procediera con un criterio tan limitado, seguramente el resultado final sería un desastre.

Las coaliciones no están hechas para conservar lo que se tiene o para competir entre socios. Es la forma más eficiente a disposición para potenciar candidaturas frente a los adversarios. Si no se planifican avances, cuando el norte es defenderse como máximo, siempre algo concluye perdiéndose.

Está por terminar una parte de la negociación porque las candidaturas finalizan de inscribirse en julio, pero lo más importante está siendo decidido. Los partidos han resuelto con suficiente libertad donde y con quien presentarse.

En la centroizquierda la negociación ha entregado un resultado de esos en los que nadie está quedando satisfecho por completo. De eso se trata. Falta por verificar qué ocurrirá en el comportamiento práctico de los involucrados. El arco de los incumbentes es más amplio que nunca y el cumplimiento de los acuerdos es algo por verificar. Esta vez el proceso no termina con las firmas. Antes bastaba, ahora no.

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