Así como la tasa de personas de la tercera edad ha aumentado en el país, se estima que aumentará también el promedio de hombres y mujeres de ese grupo etario que decida rehacer su vida amorosa y embarcarse en una aventura romántica, pero esta vez, sin pensar en el futuro, sino más bien disfrutar lo que les regala el presente.
Marta (75) y Pedro (78) son una pareja que lleva casi siete meses siendo “pololos”, como ellos dicen. Ella se separó hace más de tres lustros de su esposo con el que estuvo 36 años, y él es viudo ya hace una década. Ninguno había planeado ni imaginado que serían nuevamente protagonistas de un romance.
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“Volver a enamorarse es una sensación muy bonita que todos debieran experimentar. A nuestros años es como volver a nacer”, advierte Pedro con una galantería que ya no se ve en las últimas décadas, o incluso más.
UNA NUEVA OPORTUNIDAD
“Haber perdido a mi viejita ha sido una de las cosas más desoladoras que me han pasado. Cuando uno es viudo no piensa ni quiere volver a tener ningún vínculo amoroso con absolutamente nadie. Lo que te quedan son los hijos y de ahí sacas las fuerzas, pero ellos también crecen y construyen su mundo”, agrega.
“Viví un duelo muy largo y fuerte. A la vez era el espectador de cómo crecía mi soledad. En algún momento llegó mi necesidad de conocer personas nuevas, no una polola, pero sí un círculo social. Dejé tanto tiempo de crear vínculos que había olvidado las cosas que me gustaban compartir”. comenta.
“Como opción me uní a un grupo de abuelos que hacen actividades para lidiar con las consecuencias de la tercera edad, y ahí se produjo el milagro. Esta señora llegó a interrogarme como compañero nuevo y no me dejó solo hasta que empezamos a juntarnos antes de las actividades del grupo. Me conquistó, me hizo sentir como un niño y me devolvió esas ganas de sonreír, simplemente por estar vivo. Me enamoró”, asegura Pedro tapando la cara, simulando ser un niño.
“¡Ay! cómo no voy a estar totalmente enamorada de este caballero. Es un galán con todas sus letras”, expresa Marta con voz alta.
“Para ser honesta, yo tenía muchas ganas de volver a tener un compañero que me quisiera. Un amor adulto, que está bastante lejos del amor romántico que viven los chiquillos ahora”.
“Para los que somos de esta edad la perspectiva de la vida va cambiando. Las cosas no se ven de la misma manera. Cuando se produce una separación, como lo fue en mi caso, sufres una seguidilla de experiencias que no son para nada color de rosa”.
“Es lógico, vives tantos años solo con una persona que no te imaginas nada más allá. Aceptas quedarte en ese lugar por costumbre o miedo a verte sola. Todo eso debes sanar y cambiar antes de dar el paso. Duele, te sientes incapaz de hacer una vida cuando nunca has vivido más que para otro que ni siquiera te hace feliz”, asegura.
“Ustedes son jóvenes, no creo que lo comprendan, pero separarse siendo vieja es un acto de valentía del porte del Titanic”.
“No se olviden jamás de lo que les va a decir ahora esta vieja: la soledad puede ser un problema, pero también puede ser una etapa maravillosa que podrás disfrutar si la enfrentas con pensamientos positivos ante lo nuevo que está por llegar”.
“Los primeros años son los más oscuros, pero hay que tener los calzones bien puestos y seguir, porque lo peor ya pasó”, advierte la ex profesora de castellano.
EL AMOR NO TIENE EDAD
Soledad Valdez-Vásquez, psicóloga de la Universidad el Pacífico, afirma que “rehacer la vida de pareja es cada vez más habitual, pero no por ello más fácil”.
En rigor, una ruptura puede ser muy complicada y dura a cualquier edad, pero cuando la separación llega en la edad madura, puede provocar una sensación de vacío difícil de enfrentar.
“La ruptura suele ser un suceso duro de sopesar, más cuando se trata de una unión de más de cuatro décadas. Posterior a eso, la mayoría sufre una depresión importante, aunque hayan sido ellos los que optaron por acabar con el vínculo”.
“Cuando ya tienen hijos que gozan de una vida independiente, o están construyendo sus propias familias, presentan una percepción de soledad mucho más grande. No es sorpresa que se consideren un estorbo, aunque se les demuestre amor y atención”, explica Valdés-Vásquez.
Independiente a la realidad por la que haya atravesado la persona, lo cierto y lo importante es que el amor no tiene edad.
BENEFICIOS PARA LA SALUD
“Somos más que una pareja, somos un equipo”, comenta Marta, tomada de la mano de su galán.
“Como les dijimos al principio, nosotros pertenecemos a un grupo en que entre todos los viejos hacemos cosas en común. Vamos a hacer gimnasia para tercera edad, vamos a ejercitar con la terapeuta ocupacional, practicamos actividades para reforzar la memoria y una vez al mes pasa a vernos una psicóloga”.
“Acá el viejo estaba preocupado de que estuviera mal que pololearamos, pensaba que nos estábamos volviendo locos y que era parte de algo como demencia senil, ya que no era normal que dos personas con tantas primaveras en el cuerpo se anduvieran enamorando como si tuvieran quince”.
Continúa Pedro: “Es que me preocupaba lo que iban a decir mis hijos, nuestros amigos de la agrupación y los doctores. Ya los veía comentando a nuestras espaldas, ‘par de viejos ridículos’. Nos decidimos por hablarle a la psicóloga y nos hizo fantástico. Salimos aliviados, orgullosos y con más ganas de pololear”.
Antes de continuar su narración quisimos de inmediato preguntarles por qué son tan enfáticos en describirse sólo como pololos. Esgrimieron un contundente fundamento.
“Los dos ya pasamos los 70; si Dios lo permite llegaremos a los 80. Los dos tuvimos pareja, ahora queremos amarnos puertas afuera. Primero, por los hijos de cada uno, ellos merecen ese respeto. Segundo, porque no queremos perder eso tan lindo de extrañarnos a cada momento. Tercero, ambos sabemos que nos amamos y no estamos en edad de andar siendo infiel a esta altura de la vida. Y último, vivimos relativamente cerca y ya creamos mil señales para saber si estamos bien o tenemos una urgencia. Ese es amor para nosotros y eso es pololear”, explica Pedro.
“Nuestra relación es de amor, compañerismo y sobre todo ilusión. Así como nos ves tenemos muchos sueños juntos y para cumplirlos debemos cuidarnos. Incentivarnos el uno con el otro a poner atención a nuestra alimentación, a hacer nuestras caminatas y ejercicios que nos recomiendan los doctores y entretenernos en juegos que refuerce nuestra memoria, concentración y atención. Somos un equipo”, agrega Marta haciendo con sus manos la señal de scout.
MANTENERSE SANO
Más allá de lo independiente y funcional que algunas personas lleguen a ser en la etapa adulta de su existencia, es innegable que el inexorable paso de los años se presenta para todos, la diferencia está en los cuidados y en el nivel de conciencia que tengan, es decir, el sentido de responsabilidad consigo mismo.
Desde esa premisa el geriatra Edgardo Grez dice que “en la edad adulta hay que seguir una serie de medidas en beneficio de los hombres y mujeres de tercera o cuarta edad”.
“Gozar de una vida en pareja es muy positivo en todos los aspectos, pues la preocupación por mantenerse sano y alejarse de las dolencias resultan ser una motivación que supera el efecto de cualquier coctel de medicamentos”.
El buen humor, la actitud positiva y el disfrute de la socialización son tremendamente efectivos. Más aún, si esa actitud es contagiosa en quienes están a su alrededor.
“El amor en la tercera edad es, sin duda, una inyección para lograr vivir mucho tiempo más de lo que podía haber sido antes de iniciar un romance”, sentencia el profesional.
“ESTOY VIVIENDO UN SUEÑO”
Después de compartir experiencias divertidas y aventuras que han vivenciado durante todos los meses de historia juntos, Marta admite que quiere enmarcar esta entrevista al ser publicada, pues será una importante muestra del amor que se profesan, llegando a poder ser un admirable recuerdo el día que ya no estén.
“La soledad está en uno mismo. Hay personas a las cuales les gusta su soledad y distinguen la felicidad en ella, pero también los hay quienes optan por aceptar la oportunidad de disfrutar de nuevo la ilusión de un idilio”, describe Marta.
“En el caso de abrirse al amor, existe gente que todavía ve en esta opción ciertas reticencias, sobre todo en aquellos que tienen hijos. En ocasiones, algunos viudos o separados tienen miedo de que sus hijos no acepten a su nueva compañera o compañero”, asegura.
La psicóloga Soledad Valdez-Vásquez destaca que “posterior a los 60 el amor se vive distinto. Hay más compañerismo, solidaridad, gestos de cariño, ternura y complicidad. Además, la ventaja que tienen los adultos mayores frente a los jóvenes es que ellos sí se toman el tiempo prudente para conocer a la otra persona y estar seguros de sus sentimientos”.
Para Pedro volver a sentirse amado ha sido toda una travesía, algo que nunca planeó, pero que hoy resulta ser el principal motivo para sonreír. “Estoy viviendo un sueño. Todos los días despierto y me pregunto ‘¿ha sido todo esto verdad?’ y me siento infinitamente afortunado”.
“Esta viejita me buscó, me buscó hasta que me encontró. Yo nunca habría pensado en conquistar a nadie, y mira cómo me ves ahora, enamorado. Ya no me siento ridículo, me siento bendecido, porque no todos saben lo hermoso que es permitirse volver a decir ‘te amo’”.
“Yo quiero mandarle un mensaje a los de nuestra edad. Necesito que sepan que nunca es tarde para encontrar un compañero o compañera que te logre enamorar, estoy seguro de que esto no es suerte, porque siempre hay una persona especial esperándote”, enfatiza.
Finalmente, sentencia. “Hasta cuando uno es viejo todo llega en su momento. Para que lo sepan, yo no encontré el amor, el amor me encontró a mí. No estaba buscando absolutamente nada, y hoy lo tengo todo”.