Entrevistas y Reportajes

Autoridad ausente. El peso de ser esposa de un Carabinero

“Nunca imaginé que el hombre que más amo es el que más me haría sufrir” así describe esta mujer su experiencia como esposa de un Carabinero.

Luisa, como la llamaremos en este reportaje para proteger su identidad,  no ejerce su profesión porque su vida se basa en criar sola a sus dos hijos, ser dueña de casa y cumplir con las obligaciones de ser la mujer de un oficial.

Todos estos roles ha tenido que ejercerlos sin compañía ya que el hombre con quien se casó juró dedicar su vida a la defensa del orden y de la patria.

Acordamos esta entrevista para el último sábado de año, pero el día anterior llamó para postergarla.

Pidiendo disculpas por no haber cumplido su compromiso nos recibe en su casa, explica que se hará el cumpleaños del menor de sus hijos y tendrá que preparar absolutamente todo sola.

La razón, el papá tuvo que ausentarse por complejos problemas en su trabajo y por su cargo era imposible evadirlos.

«Sentí que lo odiaba»

“Ya te diste cuenta cómo funcionan las cosas. Estoy tan acostumbrada que ya no es algo que me afecte”, confesó.

Muy joven se casó con un, en esos años, aspirante a oficial. Siempre se sintió orgullosa de su uniforme y lo que significaban sus obligaciones.

Unos años después de eso llegó su primera hija.  Fue en ese momento que descubrió la carga que era ser parte de esa institución.

“Faltar a cumpleaños, navidades, actividades escolares y celebraciones familiares, es algo totalmente normal».

Inicialmente me daba rabia, lloraba, lo mandaba a la punta del cerro, amenazaba con irme de la casa y me esforzaba por hacerle la vida imposible.

«No te miento, sentía que lo odiaba” manifestó.

“Años después ya me rendí y admití que la cosa no iba a cambiar. Yo aprendí, pero la niña no», confesó en voz baja para que nadie pudiera escucharla.

El lado más frio de las carabinas cruzadas

«Comenzó a tratar de entender por qué todos los papás de los niños que conocía siempre estaban con ellos y el de ella no» relató.

Fue un proceso difícil, pero no más terrible que cuando empezó a sentir el peso de ser la hija de “un paco”.

“Mi niño es chiquitito todavía no cacha nada, pero nuestra princesa no y ha sido un tema. Ha ido al psicólogo muchísimo tiempo, pero en algún momento ni eso sirvió. Se nos fue de las manos”.

“En esta casa no se veían noticias porque siempre salían homicidios a Carabineros, enfrentamiento a balazos, procedimientos sanguinarios… hasta que colapsó», recuerda.

«Se despertaba todos los días con el temor que le quitaran la vida a su padre”, declaró con voz quebrada.

“La entiendo por que yo también vivo con temor a lo mismo, la diferencia es que yo soy la madre y tiene que verme tranquila».

«No quiero que llegue a sentir odio por el trabajo de su padre, pero ya no es algo de lo que se sienta orgullosa. Cada vez que mi marido se pone ese uniforme mi hija se llena de angustia”, sentenció.

Queridos y odiados

La entidad fundada por Carlos Ibáñez del Campo es una de las instituciones cuya aprobación oscila contantemente entre porcentajes positivos y porcentajes negativos. Fue durante muchos años una de las más creíbles del país.

En 2017 según revela la encuesta Cadem, el fraude al interior de la institución, que involucró a 17 oficiales y cuyo monto ascendía a los $8.000 mil millones influyó para que la aprobación cayera 12 puntos pasando del 77% al 65%.

En 2020 un 68% respondió que no era una institución querida por los chilenos, con un comportamiento que no se comporta de forma ética y transparente; y un 71% señaló que no es respetada ni admirada.

Números positivos

Según el diario El Mercurio en la encuesta correspondiente a 2023 Carabineros de Chile alcanzó su máximo histórico de aprobación, llegando a un 79%.

Con todo, la policía uniformada superó en aprobación al Ejército y la Fuerza Aérea.

Los números reflejan el panorama en diferentes escenarios. Apoyo, cariño, rechazo y repudio son los sentimientos que debe enfrentar, aún así hasta en su mejor momento hay personas que los desprecian, hagan lo que haga y muchas veces son las familias las que deben lidiar con el actuar de sus detractores.

La pesadilla de ser “la familia de”

“Como familia hemos vivido cosas horribles. La gente no entiende que

no somos culpables de lo que hace mi esposo» alegó.

«Tampoco es normal que descarguen su odio en cualquiera que vista en uniforme”, comenta aun con la inquietud que haya alguien cerca.

“Hay seres humanos que son muy animales, muy perversos. No merecemos tanto odio”.

Entre varios episodios complejos que han tenido que vivir el más intenso fue el que tuvieron que experimentar durante el estallido social.

Episodios que parecerían sacados de una película, pero vividos en primera persona, en las escenas más dantescas.

«Nos han tirado piedras, insultado en la calle, nos han deseado la muerte. Lo que vimos en 2019 nos hizo llorar muchas veces”.

«Están enfermos»

De un segundo a otro cambia su actitud y comienza a emitir comentarios que parece haber tenido guardados sin poder haberlos manifestado con libertad.

“Mucha gente se llena la boca diciendo que Carabineros le hizo daño a este o a esta otra. Ellos no respetan atacan y se dan el gusto de denunciar y victimizarse sólo para culpar al uniformado de algo malo», expuso.

«A los Carabineros los juzgan y mil veces han sido dados de baja en situaciones muy injustas».

«Esas son las personas que hablan de respeto, derechos humanos y dignidad. Están enfermos”, manifestó.

Luego del hecho histórico del que se convirtió lo que comenzó en octubre de 2019, las acusaciones a los funcionarios de orden y seguridad fueron una constante.

La divulgación de imágenes donde aseguraban ataques de parte Carabineros de Chile se difundieron con una velocidad sorprendente.

Así se desencadenó una manifestación de repudio que muchos lo catalogaron de batalla campal.

Las otras víctimas del estallido

“Desde el comienzo supe que mi marido no iba a volver pronto a la casa y sólo le pedí me enviara mensajes diciendo ‘estoy bien’, me daban miedo los detalles, pero en mi casa se perdió la tranquilidad”, comentó.

“Durante la noche aparecieron personas tirando piedras, pintaron con improperios la muralla de la entrada, tiraron papeles con fuego al interior».

«Como mamá salí a gritarles que se fueran, mi niña estaba llorando de miedo y mi hijo tenía pocos meses».

«Al asomarme se colgaron al portón tratando de entrar como locos y amenazaron con volver con armas”, aseguró Luisa.

Esa experiencia duró aproximadamente cuatro días, después de eso se trasladaron a otra región hasta que hubiera calma.

La realidad hoy

Su recuerdo se hace más intenso al plantearle la pregunta de qué siente cuando ve lo que hoy pasa en la institución, el General Director y el futuro de la plana mayor.

“Acá todo es injusto. Tengo la costumbre de pedirle a mi marido que no me cuente muchos detalles porque me da miedo y me pone mal», admite.

«La vida de los Carabineros es demasiado dura, a veces muy ingrata, son muy juzgados, se les exige mucho y cuando los castigan también sufrimos las familias”, aseguró molesta.

“Cuando un doctor es despedido de su trabajo, él puede ir a otro lado y lo contratarán. Cuando un periodista pierde el trabajo siempre habrá algo que podrá hacer porque es capaz de desempeñarse en cualquier área, pero cuando el personal de la Institución es dado de baja no hay otro lugar donde partir, no es como cambiarse de una comisaría a otra, simplemente no hay más opciones, así de injusto es”.

Panorama incierto

«Estoy 100% segura que lo que está pasando ahora tendrá repercusiones en todos, mi marido como oficial tiene cargos de los que debe responder», declara.

«Cuando en Carabineros pasa algo todos pagan, aunque no lo merezcan. Nadie piensa en la familia que tiene cada miembro de la institución, nadie piensa en cada un funcionario lo pasa mal, quince personas sufriendo por él”.

“En acusarlos no se demoran y les tiran todo el odio del mundo, pero cuando algo pasa en sus casas es a los primeros que llaman».

Le ruego a Dios que todo salga bien”, sentencia.

 

 

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