A cinco años del estallido social en Chile, el exministro del Interior, Jorge Burgos, ofrece una reflexión crítica sobre sus consecuencias. Afirmando que el país se encuentra en una situación peor y lamentando la legitimación de la violencia en el ámbito político.
Lea También: Cómo vio el mundo el estallido social chileno
Burgos también aborda los fallidos procesos constituyentes, al tiempo que denuncia el aprovechamiento político detrás de las protestas.
Sin embargo, en conversación con Está Pasando, el exdiputado no le cerró la puerta a un posible nuevo estallido social. «No podría decir que es imposible, probablemente estas cosas ocurren cada muchos años en los países», agregó.
A cinco años del estallido social ¿Cuál es su análisis?
Yo creo que el estallido social sirvió de poco. El país no está mejor de lo que estaba antes del estallido social, el país está peor.
En consecuencia, en lo grueso, no me parece que haya fundamento para decir que trajo buenas noticias. Por el contrario, trajo malas noticias.
¿Cree que hoy en día el tema de que el país esté peor es principalmente por lo que sucedió en el estallido social?
No. El país viene mal, a mi juicio, viene mal y perdió el tranco. Perdió el crecimiento, perdió algún otro aspecto, la certeza jurídica, el desarrollo, hace diez años. Yo creo que, si uno analiza el crecimiento, los promedios, los tres últimos gobiernos, incluyendo este, ha sido un muy mal promedio.
Chile creció mucho más antes. Hubo mucha más gente que se incorporó a niveles de consumo que no tenían, mayores derechos, tanto sociales como del otro tipo.
Creo que no fue una buena noticia, pero no me inclino en decir que estamos más mal que hace diez años, solo producto del estallido.
UN ANTES Y UN DESPUÉS
¿Existe un antes y un después del estallido social en Chile?
Yo creo que la peor noticia que trajo el estallido social fue la legitimación por parte de muchos actores políticos de manera expresa y otros de manera tácita de la violencia como medio de acción política.
Creo que la política en general, hay excepción obviamente, no fueron los políticos en general, hay excepción obviamente, no fueron capaces de reprochar de manera incondicional la violencia.
Y se le aplaudió en uno de los casos más extremos, el Partido Comunista y el sector del Frente Amplio, o se cayó en el sentido que no hubo reproche. Yo creo que eso fue muy malo y le hizo mucho daño al país y a las instituciones.
Como exministro del Interior ¿Cuál es su opinión sobre la situación de los exaltos mandos de Carabineros quienes son investigados por vulneraciones cometidas en el estallido social?
Yo creo que hubo actos delictuales de parte de las instituciones policiales. Hubo actos delictuales y algunos que han sido investigados, otros condenados. Pero yo no creo, nunca he creído que haya habido violación sistemática de los derechos humanos por parte del gobierno del momento o de las policías del momento.
No hay ningún elemento para sostener que hubo una decisión política de violar los derechos humanos. Eso fue una tesis sin fundamento, enarbolada fundamentalmente por el Partido Comunista y otros sectores.
Esa es mi opinión, más allá de los casos concretos graves, que sí los hubo y que merecen sanción. Me parece que los juicios, han ido cayéndose.
El destino del juicio contra los exaltos mandos, por los antecedentes que conozco, que son los generales, no tengo conocimiento del proceso, yo creo que va a terminar en nada, van a haber condenas por omisión.
Más allá de lo que consiga hoy día la Fiscalía, la formalización con alguna medida cautelar de baja intensidad, pero creo que en 1, 2, 3 o 4 años más. Estos juicios demoran mucho.
PROCESOS CONSTITUYENTES
¿Cuál es su mirada sobre los dos procesos constituyentes que surgieron a raíz del estallido social?
El primero tiene solo una virtud a mi juicio, el acuerdo que le dio inicio permitió que disminuyera la violencia sustancialmente, que a eso después le agregan la pandemia, bueno esas fueron la dupla de cosas, una de la naturaleza, otra una decisión jurídica o política que pusieron término a los grados de violencia.
Entonces tuvo ese mérito el acuerdo firmado por varios partidos, no por todos, hubo partidos como el PC y otros sectores que no firmaron, y ahí tiene un mérito el presidente actual (Gabriel Boric), que incluso rompió con su partido para firmar el acuerdo.
Dicho eso, ese es el gran mérito que tuvo el primer proceso. Después de eso, la tramitación, la discusión, el debate fue vergonzoso, y la propuesta fue aún más vergonzosa, que pretendía empezar el país en muchos aspectos, desde cero.
EL SEGUNDO PROCESO
El segundo proceso, que se inició apuradamente después del fracaso del primero, yo habría esperado un poco más, hubiera sido un poquito más prudente, pero se apuraron todos.
Ese proceso también termina mal, porque la propuesta constitucional de la Convención, sin llegar a algunos extremos que llegaba a la otra, fue profundamente partisano.
También la mayoría que había en ese momento, que era más bien de la extrema derecha, en la convención republicana y otro, propusieron una cosa partisana, que no solucionaba las cosas. Con una mirada de la derecha, tal como el anterior quiso fijar un programa de gobierno eventual, con una mirada desde la izquierda o la extrema izquierda. En consecuencia, los textos no contribuyeron en nada.
¿Usted cree hubo aprovechamiento político del estallido social?
Mira, detrás del estallido social hubo sectores, particularmente el Partido Comunista y algunos de Frente Amplio, que quisieron destituir al gobierno de Piñera, por la vía de atajos constitucionales.
Yo creo que eso fue muy grave, quisieron exigir la renuncia, en las democracias, uno puede tener reproche a un gobierno, pero no hay razones para ponerle término antes del mandato democrático.
Ahí hubo un interés de alguno, al extremo. Yo siempre recuerdo los primeros días del estallido, se llenó de papelógrafos Santiago, de alguna agrupación, poniendo fotos de personas diciendo que había detenidos desaparecidos.
A ese nivel se llegó, de falsedades, y de crear condiciones de dificultad para el gobierno. Hubo acusaciones constitucionales infundadas, una llegó hasta el Senado. Yo creo que hubo un aprovechamiento ahí.
Ahora, hay que distinguir entre eso y que la gente, mucha gente de buena fe, que se subió al estallido. Que le prestó alguna ropa pensando en las demandas sociales, postergadas, en fin, hay que distinguir entre esos que, buenamente, incluso a veces, ingenuamente, le prestaron ropa, al respecto de aquellos que estuvieron entusiasmados por crear una crisis democrática.
¿UN NUEVO ESTALLIDO?
La última encuesta CEP reveló que el 50% de los chilenos piensa que el estallido social fue malo para el país ¿Con estos antecedentes, usted cree que en Chile ya no viviremos otro 18-O?
Mira, en política y en la vida, si usted es cuidoso, no digas «nunca de esta agua no beberé».
Dicho eso, yo creo que uno de los aprendizajes positivos de la revuelta por el estallido, es que hay un reproche muy importante a la violencia, y al riesgo de la violencia, a los saqueos, al atacar a las personas, al que no baila pasa, todas esas cuestiones que ocurrieron fueron bien atroces.
Entonces creo que es difícil, no podría decir que es imposible, probablemente estas cosas ocurren cada muchos años en los países. Puede haber actos complicados, pero no creo yo personalmente a una cosa de esa magnitud.
Que, por el contrario, en materia de orden público, el problema que tiene Chile es otro, es como está desbocada en muchos aspectos la delincuencia común, más que lo otro.