Entrevistas y Reportajes

La historia del éxito de «Torres contra el olvido»

Mario López M. Periodista

Ahora, hay un punto que como país hay que reflexionar, que creo que igual ha empezado a surgir y en personas como Anita (González de Recabarren) y otros grupos de familiares que están dispuestos a perdonar.  Hace algún tiempo ha existido una frase que en un tiempo yo creo que cobra mucho sentido, porque también era muy reciente la dictadura como «ni perdón ni olvido» Y me voy a colgar de algo muy pop, la banda Calle 13 y ahí el cantante transforma ese lema y que a mí me identifica, que dice: «Yo perdono, pero nunca olvido». Y yo creo en el perdón, insisto, pero no puedo esperar que otros perdonen, porque eso es

La historia del éxito de «Torres contra el olvido», no fue producto del marketing o de lo invertido en el corto metraje. Su autora y líder del equipo tras la producción, es Mariana Sandina Torres Barahona, una joven documentalista chilena (35), que quizás soñó,  pero jamás imaginó que, al idear su “Informe y reflexión teórica para optar al grado de Magister en Cine Documental”, lograría el éxito internacional y, por qué no decirlo también en el país en el mundo de los Derechos Humanos.

Sandina, como la llama su padre, (Guillermo) quien era originalmente el centro de la historia que, con el devenir de la investigación, fue mutando a algo más que un solo testimonio en primera persona. Su padre, un hombre de claras ideas de izquierda, fue detenido, sufrió los duros rigores de la dictadura, estuvo encarcelado y terminó siendo enviado al exilio.

Un sufrimiento que guardó por mucho tiempo y cuyo testimonio documentado Sandina quería dar a conocer. Pero, ella misma reflexiona, ¿Cómo ser la protagonista de una historia que no me tocó vivir?

Algo más que una historia familiar

Entonces, el proyecto fue mutando hasta intentar comprender algo más que su sola historia. La historia de Chile, desde el dolor, pero también desde la esperanza.

Hablamos no solo de eso, la entrevista recorrió también el perdón, el olvido y las tareas pendientes, en el mundo de los derechos humanos.

El documental “Torres contra el olvido”, ha sido destacado y galardonado en diversos países y festivales internacionales. También reconocido en Chile, pero quizás no de la manera que se debiera. ¿Por qué le preguntamos?

Dejemos que ella nos relata su experiencia y su mirada, más allá de la historia familiar.

El corto documental autobiográfico, Torres contra el olvido, ha tenido un impacto positivo en la crítica y en el público, a lo mejor hasta más allá de lo que ustedes los autores esperaban. ¿Es así?

Sí, sí, es así. En realidad, todo fue bien autogestionado. Entonces, es importante transparentar que aquí no hubo fondos de terceros, ni presupuestos de por medio. Si hubiesen existido un fondo destinado a esto, hubiese facilitado más las cosas en términos del trabajo, de la dedicación. Fue un corto, además, que implicó bastante tiempo de trabajo. Eso, porque yo partí en 2019 y terminé el 2024. Y sí, se escapó de lo que pensábamos sería el recibimiento esperado de la crítica y el público.

Entiendo que el objetivo era contar la historia de Chile y de la dictadura y de la violación a los derechos humanos a partir de la historia de tu padre, apresado tras el golpe y vulnerados sus derechos, según contempló la sentencia en su caso. .¿Cómo se originó esto?

Mira, en principio si era así. Buscaba contar el caso de violación a los derechos humanos que vivió mi papá. Esa era la premisa de la investigación. Pero Luego cuando empiezo a investigar, a acercarme a mi papá, y también a los registros que yo había hecho del estallido social -porque en realidad desde ahí parte mi inquietud-, como asimismo a investigar qué es la justicia, a raíz de lo que sucede cuando los tribunales fallan a favor de mi papá sobre las violaciones a sus derechos humanos, tras el golpe de Estado.

Ahí empieza una búsqueda, que tiene que ver con la dificultad de abordar este tema siendo hija. Siendo parte de una familia donde el tema, si bien siempre supe que mi papá había estado detenido, que había sido expulsado, que luego había vivido fuera de Chile a raíz de esta expulsión. Y toda la persecución política cuando mi papá retorna al país: Pero nunca lo hablamos como hoy en profundidad. Sentía yo que faltaba un poco esa conversación.

Entonces ahí es donde la historia que empiezo a principios a contar a partir de un caso de violación a los derechos humanos. Eso, empieza a transformarse en una investigación sobre la dificultad que implica desde tan cerca abordar esta temática de violación a los derechos humanos.

El testimonio es importante, pero el éxito obtenido en la obra como va más allá del testimonio particular, sino que es visto como una cosa universal. Le ha ido muy bien al documental en diversos concursos internacionales, pero en Chile, no ha explotado con la misma intensidad. Cuéntanos un poco de eso.

Sí, sí, tienes razón. Mira, a mí me ha llamado la atención, a raíz de lo que tú mencionas, que en Chile hasta el momento «Torres contra el olvido» no ha tenido tanta acogida en los festivales como yo hubiese esperado. Ahora, bueno, eso se puede explicar por hartas razones. En Chile, en los circuitos de festivales de documentales, es más la cantidad de producciones sobre este tema que me imagino postulan por ser festivales chilenos.

Pienso que ahí también puede haber como una cantidad más mayor, donde es más difícil también escoger. Pero a nivel internacional, es donde yo digo, claro, la temática importa y hay curiosidad por saber. O sea, de hecho, que haya llegado a lugares, como Portugal. Bielorrusia, Rusia, a España, específicamente Sevilla, donde obtuvo el premio de bronce.

Bueno, Argentina, que es más cercano. Ahora va a ir a Colombia. A mí se me ha llamado la atención que a nivel internacional el tema de la dictadura y la violación a los derechos humanos en Chile es un tema en que están muy atentos y eso a mí me sorprende.

Camino a recorrer

Y yo creo que, en el caso chileno, sí he abierto diálogos, porque ahora que tuve la posibilidad de presentarlo en el Festival de Cine de Derechos Humanos, que es un festival que surge en Argentina, pero por primera vez se trajo a Chile, se generaron diálogos muy interesantes, donde yo puedo rescatar de que hay un gran interés como colectividad que nos interesa.

Y también, más allá de lamentar un poco lo que ha sido esta historia reciente de Chile, también conversar de cómo podemos seguir adelante en un presente que también surgen discursos negacionistas, y no solo negacionistas, sino también que justifican esto que ocurrió, esta violación a los derechos humanos. Entonces, yo creo que estamos en un momento en que la temática sigue siendo muy relevante, pero no solo a nivel de esto que pasó, sino cómo en el Chile actual, podemos generar una conversación, generar acciones y reflexionar para que esto además que no vuelva a pasar en un marco de democracia, de respeto a los derechos humanos, también no seguir justificando lo que ocurrió por y cosas terribles que ocurrieron.

Y eso lamentablemente lo vemos en esa justificación, en personas que tienen visibilidad, son gente que parlamentarios, políticos que sí generan eco en la población y eso yo creo que es lo más peligroso porque no son cualquier persona. Si alguien, no sé, un político alemán justificara lo que ocurrió en el nazismo, tú sabes que eso es un delito, eso sería muy grave. Y eso es lo que yo creo que en Chile estamos en una situación compleja de cómo hacemos para detener este negacionismo y volver a empatizar con ese dolor y ese desgarro que ocurrió a todo el país.

¿Qué pasa con los derechos humanos? Porque es cierto que hay mucha gente interesada en el tema de los DDHH, pero ¿No será que el sector que sufrió el retroceso en sus libertades, en sus derechos humanos, que sufrió un verdadero genocidio ideológico durante la dictadura, ha extraviado el norte, se habla “mirándose al espejo”?

Sí, mira, es un bien interesante tu planteamiento porque creo que uno de los desafíos es claro, cómo salir un poco también del círculo, de seguir quizás como lamentándonos entre nosotros mismos, ¿no? Y quizás no tender puentes, por ejemplo, a las nuevas generaciones, porque también hablamos, creo, un lenguaje que quizás también nos aleja de las nuevas generaciones.

Yo lo decía en otra entrevista otro día. Tengo 35 años y conversar con gente de 20 también es un desafío para mí. porque viven otra época que les tocó, por ejemplo, nacer en democracia sin, creo, comprender la dimensión del valor de lo que significa una democracia y cuánto, qué tan fácil es perderla también. Porque se heredó eso. Y en cuanto a un mea culpa, mira… No sabría responderte bien, porque creo que también es un poco injusto, porque, a ver, en el sector que yo me identifico de izquierda, o un sector que repudia la dictadura, es muy grande también.

Creo que hay personas que también pensamos diferente dentro de ese espectro. Entonces, hacer como un mea culpa del sector, me queda muy grande el poncho, pero te lo puedo decir como en mí, desde mi perspectiva, es que hay tantos temas también que se cruzan, porque está el tema, por ejemplo, judicial. Estamos hablando de un periodo de transición y de justicia que costó mucho tiempo.

Otra mirada

Me quedo pensando en tu pregunta y realmente no tengo la respuesta, porque claro, ¿Cuál es la mea culpa de este sector? Yo pienso que por mi lado es -creo que voy a reiterar lo que te dije antes-, instalar, generar diálogo y puentes con las nuevas generaciones y quizás también empatizar, empatizar con esas personas que vinieron desde el otro lado.

Quizás no te lo digo desde el caso de los criminales, porque me cuesta matizar con un criminal. Pero sí, yo lo entiendo así, que todas las familias chilenas, de alguna otra manera, vivimos la dictadura desde esferas distintas.

Y en ese sentido sí que es importante el diálogo. Quedo bastante satisfecha que el cortometraje. por lo menos para mí significó abrir un diálogo que estaba en falta, de abrir esto más íntimo, más personal, más emocional de lo que fue la dictadura, porque los hechos ya los conocemos, las cifras también, y que no dejan de ser importantes, pero creo que eso más emocional de lo que pasa en las internas y en la familia, la dificultad de hablar de lo que pasó, porque hasta hace pocos años no hablábamos de dictadura, seguían hablando oficialmente de un gobierno militar.

Entonces yo creo que eso quizás falta, hablar las cosas como son y también dialogar entre nosotros como país, eso yo creo que todavía está como bien pendiente.

La reciente “aparición” de una detenida y desaparecida, Bernarda Vera, pareciera fue una situación bastante engorrosa, que pone en tela de juicio a los detenidos desaparecidos para un sector de derecha en el país. ¿Qué tanto afecta a una lucha legítima por saber el destino de más de un millar de chilenos?

Sí. Mira, el caso de Bernarda Vera, es innegable que es un golpe bastante duro para el esclarecimiento de la verdad. Ahora eso igual está en materia de investigación, yo entiendo que lo que reveló el reportaje me parece revelador en varios aspectos, pero como tú dices, claro que afecta a la credibilidad.

Pero yo creo que igual hay que recordar algo, que también este proceso de verdad y de justicia, que ha sido un proceso largo que ha marcado toda esta transición democrática, que fueron 30 años. También ha sido con dificultad de parte del Estado, de hecho, con pocas iniciativas previas a este gobierno, hay que reconocer con el plan de búsqueda.

Y estamos en falta de mucha información porque los y las perpetradoras no han entregado toda su información. Entonces, entiendo y comparto que claro que este tipo de noticias golpea una verdad, genera desconfianza, seguramente muchas de las personas que no están quizás tan al tanto, que no tienen casos de familia directa o no conocen casos cercanos, pero la falta de verdad es una falta brutal, porque quienes perpetraron y son culpables incluso judicialmente, no han dado toda su verdad.

La muerte de los sobrevivientes a la represión, de sus familiares y también de los perpetradores, genera una suerte de impunidad geriátrica. ¿Sería este un momento para “negociar” con aquellos que puedan conocer el paradero de los detenidos desaparecidos y que entreguen datos fidedignos, derechos intrapenitenciarios u otros beneficios en razón de la edad?

Sí, tu pregunta me parece súper buena porque yo creo que eso es un campo que primero es muy del caso a caso, porque yo admiro a personas como la Anita González de Recabarren, pienso en ella y se me paran los pelos, porque realmente con todo lo que vivió y seguir adelante y además luchando, me pareció de una fortaleza increíble.

Pero también, por otro lado, hay gente que estuvo presa, como mi papá, que nunca contó nada en la familia y la familia murió sin saber. Entonces, primero pienso que este tipo de situaciones que se viven a nivel tan traumático, creo que es difícil emparejar y generalizar, o buscar que todas las personas reaccionen igual, porque en realidad los traumas afectan de maneras muy distintas. Tiene que ver también con las herramientas que tenemos, los conceptos en que vivimos. Entonces, eso a mí me parece difícil.

Ahora, hay un punto que como país hay que reflexionar, que creo que igual ha empezado a surgir y en personas como Anita y otros grupos de familiares que están dispuestos a perdonar.  Hace algún tiempo ha existido una frase que en un tiempo yo creo que cobra mucho sentido, porque también era muy reciente la dictadura como «ni perdón ni olvido» Y me voy a colgar de algo muy pop, la banda Calle 13 y ahí el cantante transforma ese lema y que a mí me identifica, que dice: «Yo perdono, pero nunca olvido».

Y yo creo en el perdón, insisto, pero no puedo esperar que otros perdonen, porque eso es muy personal, pero como sociedad, con todo el daño que tenemos, yo creo que es importante avanzar hacia allá. Porque hay muchas heridas, y claro que es difícil generar diálogo si sobre la mesa solo estamos como en una constante posición de no escuchar, de no… de no empatizar con otros y otras, pero creo que eso es algo muy personal. Yo creo que las próximas generaciones quizás también tiene que pasar más tiempo para que las aguas decanten.

Entonces, creo que también son cosas que… Con el tiempo, las generaciones vamos a ir comprendiendo que hay ciertos mínimos de diálogo, de empatía, para un poco dar vuelta a la página, sin olvidar lo que ocurrió, pero quizás abriéndonos a posibilidades de comprensión de ciertos contextos históricos, donde ocurrió esto, donde había una polarización muy grande. y me parece muy valioso que personas que han vivido la violencia así de esa manera abran su corazón y ofrezcan porque eso es una ofrenda a la vida y a la humanidad de bueno yo sufrí pero perdono y soy capaz de escuchar y colaborar.

Qué sientes que falta para retomar con fuerza la internalización del valor de la defensa de los DDHH, en Chile, más allá de quienes fueron víctimas de delitos de lesa humanidad. Porque claro, un corto metraje es un gran aporte, pero insuficiente como sociedad.

Claro, aparte que alegría que mi cortometraje se compartiera y se viera lo más posible, desearía que no solo mi cortometraje, sino historias como de este tipo, se compartieran en colegios, en talleres, para niños, niñas, jóvenes, adolescentes, pucha, que sería lindo y también para abrir diálogo, no necesariamente con infancia, también con personas adultas. A veces también nos olvidamos que, claro, hay una esperanza en el futuro, hay una expectativa puesta grande en la nueva generación.

También hay que destacar la respuesta de la gente, porque en realidad uno cuando está haciendo estas cosas, en mi caso fueron 4 años, uno está muy solo en ese proceso. Cierto que contaba con un equipo, un compañero, un equipo muy chiquito y un compañero y mi pareja que hicimos junto el guion, él me acompañaba a grabar. Hay una parte de la realización que es muy solitaria, porque uno tiene que tomar decisiones que son muy internas, como muy emocionales a veces, muy viscerales. Y a veces no sabes qué hacer, qué imagen muestras, cuánto la muestras.

Cuando esto sale a la opinión pública y pude comunicar lo que me costó tanto hacer y hay un eco de eso, pucha que es lindo y que se pueda reflexionar sobre no solo mi historia, sino el contexto, el trasfondo que hay detrás de eso. Y ahí lo que tú mencionabas, que es como esta historia que es más grande que uno. que tiene que ver con la historia, con nuestro pasado reciente. Y en ese sentido, yo quedo conforme que puede ser un aporte este tipo de historia, socializarla, difundirla y generar estos diálogos.

 

Comparte en:

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email