Entrevistas y Reportajes

Un ejemplo que reconforta: Sobrina-nieta de Pinochet e hija del frentista que intentó matarlo son amigas y trabajan juntas

Roberto López

Pinochet frentista
Carla Pellegrin y Josefina Pinochet.
Ambas conversaron por primera vez con un medio de comunicación para relatar sus historias de vida.

Está Pasando tuvo la oportunidad de conversar con Josefina Pinochet y Carla Pellegrin, protagonistas de un ejemplo de que sí se puede dejar atrás el pasado y mirar al futuro: una es sobrina-nieta de Augusto Pinochet y la otra hija de Raúl Pellegrin, fundador del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), frentista que estuvo tras la organización del atentado contra Pinochet en 1987, aunque no participó directamente, y cuyo cadáver apareció flotando en el río Tinguiririca meses más tarde, dos días después de cumplir 30 años.

En estos días en que Chile vive intensos momentos políticos, con acusaciones y descalificaciones varias entre los candidatos presidenciales, se conoce la historia -nunca antes contada- de dos mujeres que son una muestra de lo que sin duda la mayoría de los ciudadanos esperan de sus dirigentes: solución real a los problemas y bregar por un país que sea mejor para todos.

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Ambas son profesionales, esposas y madres de familia, “señoras en las cuatro décadas”, que además se dan el tiempo para desarrollar actividades de un club deportivo dirigido a menores de la comunidad en la que viven.

-¿Cómo afectó sus vidas el ser parientes de personajes tan connotados?

Josefina: Yo viví toda mi infancia en el periodo en que Augusto Pinochet estuvo en el gobierno. Entonces para mí fue bastante complicado llevar el apellido y me trajo consecuencias buenas y malas. Tuve consecuencias malas en el ámbito laboral y por el otro lado buenas porque me hicieron la mujer que soy hoy día.

Carla: No viví acá en esos años. Nací y viví en Nicaragua hasta los 18 años cuando me vine a Chile. Yo creo que más que una figura connotada, y nunca lo había dicho en una entrevista, la mayor pérdida para mí fue el papá, la pérdida de un papá y de la figura paterna. Ahora que mis hijos están creciendo veo lo importante que es la figura paterna y, al mirar hacia atrás, pienso lo importante que habría sido tenerlo presente. Eso marcó mi vida.

-¿Qué sintieron cuando se dieron cuenta quienes eran ustedes y las diferencias que arrastraban?

Josefina: Como yo viví tanta discriminación, siempre he sido de la idea de nunca discriminar a nadie por lo que hizo su familia; yo conozco a las personas y, basado en lo que son conmigo, tengo la relación. Si bien honro a mi familia y la defiendo, no tengo por qué juzgar a alguien por lo que haya hecho su familia. Yo soy yo y júzgame por lo que hago yo y no por lo que hicieron mis antepasados. Eso se lo enseño a mis hijos.

Carla: Yo pienso lo mismo. La verdad es que nos cruzamos y creo que nunca hubo un cuestionamiento respecto de la aceptación o no. Como dice Josefina, es el valor que una entrega a los hijos y los niños estuvieron siempre involucrados, entonces esa cosa de andar por la vida cargando maletas ajenas no es lo nuestro. Yo creo que están más preocupada la gente que nosotras.

Josefina: Sí, como que todo el mundo nos miraba como un tabú, no se atrevían a hablar del tema y a nosotras nos da lo mismo.

Carla: Ella es mi mejor amiga. Es Pinochet, pero ella dice que es de los buenos.

-¿Cómo comenzó la relación entre ustedes? ¿Viven en un sector rural fuera de Santiago?

Carla: La verdad es que fue casualidad o, mejor dicho, coincidencia, porque lo que nos unió fue el karate. Con mi marido formamos una escuela de karate y comenzamos a convocar a la gente de la comunidad. Ahí se acercó Josefina y así nos empezamos a conocer y supimos quién era quién. Pero no fue al tiro, porque no era tema.

Josefina: La verdad es que nunca fue tema para nosotras saber quién era quién. Creo que hay que evolucionar, no involucionar.

-Durante meses tratamos que ustedes hablaran y contaran su historia, ¿por qué hacerlo ahora?

Josefina: No veíamos mucho sentido en hacerlo. Pero creo que ahora es un momento especial en el país y en el mundo, de mucho odio, mucho resentimiento, de no avanzar. La gente se queda pegada en cosas, y hay que evolucionar, hay que perdonar. Yo he perdonado mucho en la vida, si no, no hubiese avanzado.

Carla: Yo también creo lo mismo. Como te decía, nunca he dado entrevistas; mi mamá que vive en Nicaragua tampoco. Porque siempre era para entrevistas politizadas, siempre entrevistas asociadas a un medio con cierto color predefinido y la verdad es que yo nunca he tenido un color predefinido. Siempre el sentido común, el bien común, mirar hacia adelante, la ecuanimidad, la equidad. Pensando en esos valores, siempre he decidido en función de eso. Tener la oportunidad ahora de contar un poco la historia, como dice Josefina, con un mundo conmocionado por la violencia, el odio el desamor, puede servir de ejemplo. Si nosotras hemos sido capaces de superar las diferencias otros también pueden.

Josefina: Es como subir una escalera. Son muchos peldaños, pero una va subiendo de a uno, de a poquitito. No es tan difícil, es concentrarse en la persona, ver lo positivo, las fortalezas. Por supuesto que hay cosas que no nos van a gustar de las otras personas, pero no tiene por qué ser el pasado. Es darle una gota de humanismo a la sociedad. Si las dos juntas pudimos, ¿porque otros no pueden? ¿Por qué piensan que vivir con rencor es una solución? Nuestro nivel de tolerancia debe ser mucho mayor. Te acepto, pero tú también acéptame a mí.

 

 

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