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Año bisiesto: para qué sirve el 29 de febrero

Javiera Sanzana

A lo largo de la historia, la humanidad ha buscado constantemente un sistema de calendario lo más exacto posible. Como resultado de este esfuerzo, surgió el año bisiesto, que implica agregar un día adicional a febrero cada cuatro años. Pero, ¿por qué se adoptó esta práctica?
Estas modificaciones permiten mantener la coherencia del calendario de manera más efectiva.

A lo largo de la historia, la humanidad ha buscado constantemente un sistema de calendario lo más exacto posible. Como resultado de este esfuerzo, surgió el año bisiesto, que implica agregar un día adicional a febrero cada cuatro años. Pero, ¿por qué se adoptó esta práctica?

Pocos son conscientes de que la Tierra no completa exactamente 365 días en su órbita alrededor del sol. Existen aproximadamente 5 horas, 48 minutos y 56 segundos adicionales que no son considerados en el cómputo anual, ya que ningún calendario basado en días completos puede acomodarlos.

A primera vista, este margen puede parecer insignificante, pero a medida que pasan los años, estas horas y minutos extras se acumulan, generando discrepancias significativas en la precisión del calendario y su alineación con las estaciones y otras fechas relevantes si no se corrigen adecuadamente.

ANTIGUEDAD

En épocas antiguas, civilizaciones como la egipcia y la china se valían de calendarios lunares para medir el tiempo. Sin embargo, esta metodología presentaba una dificultad: al tener los meses una duración promedio de 29,5 días, los años resultaban más cortos, con solo 354 días.

Hace unos 5 mil años, los sumerios dividían el año en 12 meses de 30 días cada uno, aproximándose así a lo que conocemos hoy como un año de 360 días. A pesar de esto, esta medida también resultaba insuficiente.

En tiempos de Julio César, el calendario lunar de Roma estaba notablemente desajustado con las estaciones, con un desfase de aproximadamente tres meses.

MEDIDA

Ante esta situación, el estadista tomó una medida drástica: la implementación de un «año de confusión» que duró 445 días, en el año 46 a.C. De esta manera, se buscaba corregir de manera definitiva el desfase calendárico.

Para evitar futuros problemas, se adoptó un año de 365 días, incorporando simplemente un día bisiesto cada cuatro años, inspirado en las prácticas egipcias de la época. A pesar de estos esfuerzos, los desajustes en el calendario continuaron siendo un problema persistente.

EL ORIGEN DEL 29 DE FEBRERO

Desde la reforma calendaria de Julio César hasta mediados del siglo XVI, la acumulación de horas no contabilizadas generó un desfase de hasta 10 días. Este desajuste resultaba especialmente problemático para la Iglesia Católica, dado el impacto en la celebración de festividades cristianas.

Para abordar este problema, el Papa Gregorio XIII tomó la iniciativa de reemplazar el calendario juliano por el gregoriano, que lleva su nombre. Esta nueva reforma implicó una medida drástica, aunque menos radical que la implementada por César: se acortó el mes de octubre en 10 días, pero esto solo se realizó una vez.

AÑO BISIESTO

Posteriormente, se ajustaron las reglas para determinar los años bisiestos con el objetivo de resolver de manera definitiva el problema. Según la explicación del medio especializado, «Ahora nos saltamos los años bisiestos divisibles por 100, como el año 1900, a menos que sean divisibles por 400, como el año 2000, en cuyo caso se mantienen como bisiestos».

Estas modificaciones permiten mantener la coherencia del calendario de manera más efectiva.

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