Las empresas del país están compuestas por trabajadores de diferentes generaciones. Sin embargo, la mayoría pertenece a los Baby Boomer (nacidos entre 1946 y 1964), los «X» (1965-1980), Millennials (1981-1996) y Generación Z (1997-2012).
Debido a la brecha generacional, cada grupo enfrenta distintos desafíos laborales y personales. La diferencia de rangos etarios obliga a aplicar políticas organizacionales que atiendan la salud mental, la flexibilización de tiempos y que fomenten el desarrollo personal. En ese contexto, es necesario adaptarse a las nuevas prioridades generacionales. Esto, no solo en temas de competitividad, sino también en bienestar integral.
«Para el éxito de un negocio es clave que los directivos entiendan estas diferencias generacionales, qué elementos priorizan y cómo implementar estos ejes en el trabajo diario.
Las empresas que escuchan y se adaptan a las expectativas de sus equipos no solo atraen más talento, sino que también fomentan culturas laborales más sólidas, resilientes y humanas, donde el éxito colectivo se construye a partir del bienestar individual», señala Claudio Hidalgo, vicepresidente WeWork Latinoamérica.
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¿QUÉ BUSCAN LAS GENERACIONES?
Para los Baby Boomer y la Generación X, la estabilidad laboral, el buen ambiente de trabajo y los planes de pensiones siguen siendo pilares fundamentales.
Buscan un empleo que ofrezca seguridad y posibilidades de desarrollo a largo plazo. Además, a pesar de que sí existe un interés por tener tiempo libre, no está dentro de sus principales necesidades.
Por su parte, los millennials y la Generación Z, también llamados centennials, priorizan modelos de trabajo más flexibles. Modalidades híbridas, jornadas 3×2 y adaptables, y espacios de entretenimiento dentro de las oficinas son factores decisivos para aceptar o permanecer en un empleo.
De acuerdo a la encuesta global de Deloitte (2024), el 75% de los Millennials y Centennials considera que tener un sentido de propósito en su trabajo es esencial para su bienestar general.
Este cambio de paradigma responde a una nueva forma de entender el trabajo. Más allá de ser solo un medio para mantenerse económicamente, debe ser una fuente de bienestar, satisfacción personal y salud mental.