Chile, tierra de tradiciones, paisajes diversos y una particular gastronomía, celebra hoy, miércoles 15 de enero el Día Nacional del Melón con Vino.
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Este cóctel, que combina la dulzura natural del melón tuna con el toque vibrante de un buen vino blanco, y en ocasiones, con una pizca de un trago más fuerte como el pisco o agua ardiente ha trascendido generaciones y se ha convertido en el favorito de los días calurosos y el protagonista de reuniones familiares y días de playa, campo y otras actividades veraniegas.
Origen
Lejos de ser un simple trago, el Melón con Vino representa el ingenio y la hospitalidad de los chilenos. Es una bebida que une a las personas en torno a un melón vacío que se convierte en el recipiente perfecto para disfrutar de una experiencia sensorial inolvidable.
Aunque no se conoce con exactitud el origen del famoso trago, muchos coinciden en que su creación está ligada a las zonas rurales de Chile, donde el ingenio campesino triunfó y transformó ingredientes simples y accesibles en una bebida refrescante.
El Melón con Vino se convirtió en un símbolo veraniego, de convivencia y alegría, especialmente en la temporada más calurosa del año, donde abundan las actividades al aire libre.
Ingredientes y preparación
La magia del Melón con Vino radica en su sencillez y es que, para prepararlo solo se necesitan tres elementos principales:
- Melón tuna: Es la base y se usa como recipiente y fuente de dulzura natural.
- Vino blanco: De preferencia joven y fresco, para equilibrar los sabores.
- Azúcar (opcional): Para resaltar aún más la dulzura de la fruta.
El proceso es tan artesanal como festivo, primero se corta la parte superior del melón, se retiran las semillas y, en algunos casos, parte de la pulpa se mezcla con el vino para intensificar el sabor.
Luego, el vino se vierte en el melón, se mezcla con cuidado y se sirve directamente desde este «recipiente” con una bombilla.
Variaciones y evolución
Si bien el Melón con Vino clásico utiliza vino blanco, con el tiempo han surgido versiones que incluyen vino tinto, espumantes o incluso chicha.
Algunas personas añaden un toque de limón para un sabor más ácido, mientras que otras lo llevan al siguiente nivel con hierbas aromáticas como menta o albahaca.
En la actualidad, este trago ha llegado a los bares y restaurantes más modernos, donde se reinventa con presentaciones innovadoras que lo mantienen vigente entre nuevas generaciones.
Sin embargo, su esencia tradicional sigue siendo la misma: unir a las personas en torno a un sabor fresco, dulce y refrescante.