Las embarazadas son más sensibles al calor debido a varios factores relacionados con los cambios fisiológicos y hormonales que ocurren durante el embarazo.
Algunos de ellos son el aumento de la progesterona (que aumenta la temperatura corporal), el mayor volumen sanguíneo (la embarazada tiene 50% más de sangre que una persona sin embarazo) y los cambios en la circulación sanguínea.
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Morin Chaparro, académica de la carrera de Obstetricia de la Universidad Andrés Bello, sede Concepción, explica que, en conjunto, estos factores contribuyen a que las embarazadas experimenten una mayor sensibilidad al calor y sean más propensas a sufrir de agotamiento por calor o golpes de calor en condiciones calurosas.
Golpe de calor
La matrona precisa que el golpe de calor es una emergencia médica y ocurre cuando el cuerpo no puede regular su temperatura adecuadamente y puede poner en riesgo la vida tanto de la madre como del bebé.
Algunos de sus síntomas son: temperatura corporal superior a los 39ºC, piel roja, caliente y usualmente seca, fuerte dolor de cabeza, mareos, dolor de estómago, estado de confusión y pérdida de conciencia.
“Las gestantes también tienen más riesgo de sufrir deshidratación, producto de la sudoración excesiva, la que puede causar complicaciones como calambres musculares, dolores de cabeza, mareos y una disminución en el volumen de líquido amniótico”, advierte la profesional.
Así, continua la experta que “el aumento de la temperatura corporal de la madre puede aumentar el riesgo de que el bebé experimente estrés fetal, lo que puede afectar su desarrollo y bienestar. La exposición prolongada a temperaturas extremas puede aumentar el riesgo de parto prematuro o de bajo peso al nacer”.
Cómo evitar complicaciones
Asimismo, la académica de la UNAB agrega que “ellas también sufren de sofocos y malestar general, episodios que pueden ser incómodos y pueden contribuir a un mayor malestar general durante el embarazo, especialmente en el primer y tercer trimestre”.
Según la matrona, “el calor puede provocar un aumento temporal en la presión arterial, lo que puede complicar la circulación sanguínea y poner a la embarazada en mayor riesgo de desarrollar preeclampsia o de sufrir complicaciones cardiovasculares”.
Para evitar todas estas complicaciones, la matrona asegura que las embarazadas “deben mantener una hidratación constante, comer alimentos ricos en agua, evitar bebidas deshidratantes, eliminar el consumo de cafeína, vestir ropa ligera y transpirable, que sea fresca, cómoda, y de colores claros.
Además, deben evitar la exposición directa al sol, descansar en ambientes frescos, tomar duchas o baños de agua tibia si es necesario, evitar ejercicios intensos, sobre todo durante las horas de calor, y usar protector solar”, finaliza.