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Muere vía eutanasia el escritor brasileño Antonio Cícero

Por Allan Santander

Periodista

Antonio Cícero
Foto: Agência Brasil
A sus 79 años, el escritor, compositor y filósofo brasileño acudió a la muerte asistida, luego de luchar con problemas neurológicos relacionados con el Alzheimer.

Según informó la familia, el escritor, compositor y filósofo brasileño, Antonio Cícero, falleció este miércoles a sus 79 años tras someterse a un procedimiento de eutanasia en Suiza. 

Cícero, que es reconocido como “uno de los escritores más representativos de la literatura brasileña contemporánea” por la Academia Brasileña de Letras, en la que era parte desde 2017, decidió someterse a un suicidio asistido luego de presentar complicaciones neurológicas relacionadas al Alzheimer.

La familia del brasileño comunicó su deceso mediante una carta de despedida. En ella, Cícero contó que “su vida se volvió insoportable” y que ya no podía escribir ni leer, que era “lo que más le gustaba en el mundo”. “Como soy ateo desde que era adolescente, soy consciente de que soy yo quien decide si mi vida vale la pena o no. Espero haber vivido con dignidad y espero morir con dignidad”, concluyó en su último texto, dirigido a sus “queridos amigos”.

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El reconocido filósofo Antonio Cícero, nació en Río de Janeiro, y tuvo una extensa trayectoria dentro de las artes. Durante los últimos años de su vida colaboró en éxitos musicales, como los temas ‘Fullgás’ y ‘Pra Começar’, compuestos por él e interpretados por su hermana, la cantante Marina Lima. 

Además, fue autor de libros, ensayos filosóficos y poemas, como ‘Guardar’, incluido en la antología Los cien mejores poemas brasileños del siglo, organizada por el curador literario brasileñoÍtalo Moriconi.

La carta de despedida

«Queridos amigos,

Me encuentro en Suiza, a punto de practicar la eutanasia. Lo que pasa es que mi vida se ha vuelto insoportable. Estoy sufriendo de Alzheimer.

Entonces, ni siquiera recuerdo algunas cosas que sucedieron no sólo en el pasado remoto, sino incluso cosas que sucedieron ayer.

A excepción de mis amigos más cercanos, como tú, ya no reconozco a muchas personas que encuentro en la calle y con las que he pasado tiempo.

Ya no puedo escribir buenos poemas ni buenos ensayos de filosofía.

Ni siquiera puedo concentrarme para leer, que era lo que más me gustaba en el mundo.

A pesar de todo esto, todavía tengo la lucidez suficiente para reconocer mi terrible situación.

Vivir con ustedes, amigos míos, fue una de las cosas más importantes (si no la cosa) más importantes de mi vida. Hoy, tal como me encuentro, hasta me da vergüenza volver a encontrarme con ellos.

Bueno, como soy ateo desde adolescente, soy consciente de que soy yo quien decide si mi vida vale la pena o no.

Espero haber vivido con dignidad y espero morir con dignidad.

¡Te quiero mucho y te mando muchos besos y abrazos!»

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