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Viejo Pascuero: Santa y dulce inocencia

Tebni Pino Saavedra, Periodista

Magister en Comunicaciones, con amplia experiencia en medios nacionales e internacionales

Noguera
No había como hoy árboles iluminados, Tampoco juguetes sofisticados, movidos a pila ni menos con energía solar. Era eso propio de los dibujos de Flash Gordon o Sandokan.

Viejo Pascuero: Santa y dulce inocencia.

Luego de observar cómo se prepara Viña del Mar para festejar el Dia Nacional del Consumismo, (hay algunos que incluso creen que debería celebrarse también a Jesús pero…) me atreví a recordar mi infancia.

El espíritu navideño, allá por los 50 en Doñihue, nunca esperó los últimos días para manifestarse y los que por aquellos años éramos niños bien lo sabíamos.

No había como hoy árboles iluminados, Tampoco juguetes sofisticados, movidos a pila ni menos con energía solar. Era eso propio de los dibujos de Flash Gordon o Sandokan. Tan lejanos como nuestros sueños de sorprender al Viejo Pascuero colocando la pelota solicitada, la muñeca de la hermana, la pistola de agua.

Eran llegados los días de dejar de lado el aro de acero que se hacía correr con un alambre doblado en la punta, el carrito con ruedas de goma o madera hábilmente fabricados por Miguelito Tobar o la pelota de trapo que parecía olvidada en un rincón del patio pues la nueva, imaginábamos, tenía los 32 cascos de reglamento.

Eran también los días que inundábamos la tienda de don Ladislao Carrasco que todos los primero de diciembre adornaban un espacio del almacén, con una pequeña reja que debidamente separaba los juguetes de nuestras pequeñas manos… y de nuestras ilusiones.

¿Las muñecas? Con suerte lloraban cuando se les apretaban sus barrigas o dormían al hacerlas acostarse. Maravillas de la tecnología que únicamente eran superadas por las pistolas de fulminante cuyo disparo despertaba al más dormilón.

Pocas también eran las bicicletas infantiles. Recuerdo una en casa del Cholo Miranda, en Cerrillos. En el pueblo, tal vez las hubo pero no se tiene memoria de su existencia. Sin embargo los que crecimos en esa época dispusimos de elementos hoy escasos entre los más chicos. Imaginación y solidaridad.

Si, Porque la plaza nos congregaba siempre el día 25 para mostrar, prestar o pedir el juguete del amigo.

También para que más de uno jurara “cruz pal cielo” que había visto al mismísimo Viejo Pascuero y volviéramos a la hora de almuerzo con la dicha de haber sido testigos de la veracidad de su existencia pues los detalles de como vestía y caminaba ese anciano gordo vestido de rojo existía y que a pesar de los años pasados muchos de nosotros quisiéramos que fuera verdad… aunque sea solo por una noche…en Navidad.

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