Pongámonos de acuerdo en cuáles son los recados que se están recibiendo desde la oposición. Ha causado gran revuelo el que Republicanos anuncie que «cuando seamos mayoría en el Congreso, vamos a presentar un proyecto que se haga cargo de la ley de tres causales, que atenta contra la vida».
Lo más raro es que se ha reaccionado ante la segunda parte de la frase y no ante la primera. Para el oficialismo es lo más sencillo de responder y evita aceptar los desafíos políticos de gran magnitud, y ni siquiera así se justifica.
Pensemos en el proceso constituyente: si se quiere que el texto preparado tenga un apoyo muy amplio, es necesario que la derecha dura renuncie a imponer sus puntos de vista. La discusión política debe sacarse de la Constitución.
Lo que ya está tratado en leyes simples debe quedar tal cual y, si se ha de debatir, que sea en esta cancha. Todo para dejar un texto libre de polémicas, dejando de lado un debate nacional valórico que siempre está a flor de piel.
Republicanos está cediendo en uno de sus puntos más emblemáticos, al menos así se ha presentado públicamente y de forma reiterada por parte de todos sus dirigentes. Es una forma de evitar el conflicto o, más bien, de postergarlo.
Por el mismo camino debieran seguir todas las otras propuestas de la derecha dura que son sinónimo de confrontación abierta. Esto es lo más probable que ocurra y más aun después de la tremenda debilidad evidenciada al frente.
En realidad, el problema político más complejo que presenta la derecha dura en el Consejo Constitucional es que, una a una, irá cediendo en sus propuestas “valóricas” y dejará otras con aspecto inofensivo o de contenido críptico.
Lo que importa más a quienes están orientados a la conquista del poder es que cambien las reglas de modo tal que favorezcan permanentemente a la derecha. Dicho en positivo, dentro del uso de las técnicas de la reproducción del poder, lo que le interesa a quienes dirigen la oposición es girar hacia un sistema electoral más mayoritario del que tenemos, un sistema con menos parlamentarios y con distritos más pequeños, un modelo que propenda a tener menos partidos.
Dicho en negativo, quiere evitar todo tipo de “estallidos” o “avalanchas” (su gran temor oculto) y que la hegemonía permanente que quiere reinstalar se vea afectada por una ola inusual de descontento tal que se lleve todo por delante.
Para conseguirlo, no hay que juntar elecciones ni permitir que la centro izquierda se pueda congregar en la segunda vuelta presidencial, lo que se podría ver favorecido por elecciones parlamentarias simultáneas o por grandes eventos en que se elige todo a la vez.
El tema de los derechos reproductivos, el aborto en tres causales y el matrimonio de personas del mismo sexo pueden movilizar, a favor y en contra, a mucha gente. Por la disminución del número de parlamentarios no se movilizará nadie.
Que los Republicanos expresen ideas republicanas es lo obvio, aunque no deja de sorprender la sobrerreacción. Lo que hay que mirar con atención es la primera parte de la oración: “cuando seamos mayoría en el Congreso”. El objetivo declarado, tras el cual se va aglutinará la derecha es el predominio largo. ¿No es mejor responder a ese desafío, en vez de hacerse los lesos?