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Yo encuentro el camino y ustedes me encuentran a mí

Sebastián Piñera es el primer dirigente de derecha que propone una estrategia distinta a la de Republicanos para alcanzar el poder.

La propuesta consiste en repetir la misma fórmula que lo llevó a La Moneda el 2009 y, por qué no, probablemente el mismo candidato. A menos que alguien crea que Piñera es de aquellos que proponen el camino de un triunfo político para que otros lo implementen. Sería algo muy generoso e inédito de su parte.

Su idea consiste en unir a toda la derecha, sin excepción, agregándole un componente de centro que consiga hacerse de la mayoría política y electoral.

De más está decir que, si las cosas son como son y el expresidente quiere perder la categoría de “ex”, el primer partido que tiene que adherir a la propuesta es su propia casa, RN, por lo que se entiende que si una candidatura interna, como la del senador Galilea, lo representa (no expresamente, como tantas cosas en ese partido), no puede dejar que se pierda pura y simplemente. Así que la temperatura en la campaña interna de un alicaído RN pasó del casi congelamiento a la subida ebullición.

Este regreso a las lides por parte de un veterano tiene la gracia de que viene a llenar un vacío en el centro, cuando parecía instalarse un juego superficial, pero dañino, de polarización en una contienda de consignas identitarias de lado y lado.

A Piñera se le conocen muchos defectos, que no es del caso mencionar porque este es un texto breve, pero nadie le desconoce como virtud, en los negocios y en la política, el saber identificar las oportunidades y los mejores momentos para tomar la iniciativa.

Sus detractores dirán que es oportunista, sus seguidores que es oportuno, pero no cabe duda que aparece cuando tiene que aparecer, como ahora que coincide con la recuperación de su imagen en las encuestas.

Que la memoria es selectiva, no cabe duda. Piñera se las ingenia para destacar su papel cuando habla de cualquier cosa. Cuando se refiere a su segundo gobierno, parte presentándose como un experimentado solucionador de crisis.

La parte de su responsabilidad en la generación de una crisis social mayúscula se la salta porque sabe que, en el ambiente en el que estamos, lo que más importa es cómo salimos de los problemas, más que cómo nos metimos en ellos.

Piñera reparte los papeles: a Chile Vamos le corresponde pasar de alianza electoral a coalición política; la derecha debe hacer una “gran alianza por la libertad” con Amarillos, Demócratas, PDG e independientes.

En esta construcción de mayoría la centroderecha supera a Republicanos, focalizado en oponerse al gobierno e interpretar la angustia ante la inseguridad.

Se trata de ampliarse en dos direcciones simultáneas, escogiendo el candidato en primaria. El ejemplo por seguir es la Concertación y en materia constitucional hay que llegar a acuerdos. Es una propuesta para ser encabezada por él mismo.

La derecha ya ha presentado sus dos opciones para Chile y tienen rostro: unirse por el extremo o unirse por el centro. La pregunta es si este reto será aceptado. Una minoría concentrada en lo identitario pierde por definición. ¿Dónde está en la centroizquierda la opción moderada capaz de construir mayoría?

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