Entrevistas y Reportajes

Suicidios universitarios: Gritos que nadie pudo escuchar

María Fernanda Pavez

Suicidios universitarios: Gritos que nadie pudo escuchar
Foto: Agencia Uno.
Un estudio publicado en 2020 por Frontiers in Psychiatry mostró que en Chile el 20,4% de los aspirantes a profesionales presentaron rasgos suicidas en más de una oportunidad.

El paso por la universidad es un sueño para un gran número de jóvenes que anhelan obtener su título profesional y las posibilidades de suicidios no están ni de cerca en sus cabezas.

Pero este camino no siempre está marcado de satisfacciones. Muchas veces está empañado por experiencias aciagas que pueden ser muy duras para cualquier joven.

Metas empañadas por desesperanzas hasta el punto de bajar los brazos y renunciar a la vida.

El pasado martes 24 de septiembre Pablo Bravo, alumno de Derecho de la Universidad Andrés Bello, se suicidó producto del constante hostigamiento recibido por redes sociales.

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El llamado ciberbullying habría comenzado desde sus propios compañeros de carrera, quienes además carcomieron las bases de la armonía de otros futuros colegas de la misma facultad, los que hoy admiten, en su mayoría, también habían llegado a pensar en tomar el mismo camino que el joven.

Un estudio publicado en 2020 por Frontiers in Psychiatry mostró que en Chile el 20,4% de los aspirantes a profesionales presentaron rasgos suicidas en más de una oportunidad.

Aquí subyace un escenario de vulnerabilidad que requiere mayor atención y políticas al interior de las universidades e institutos de educación superior.

NADIE ESTÁ LIBRE

El psiquiatra Fernando Alvarado considera pertinente mencionar que sólo en base a lo expuesto por la prensa en los últimos años han salido a la luz casos de suicidios de alumnos, principalmente del área de la salud que han tomado la decisión de quitarse la vida debido a estrés y malos tratos de sus pares o superiores.

“Es un hecho que no son los únicos problemas que atentan contra la salud mental de los jóvenes, y tampoco se trata de casos aislados. Cada uno de ellos forma parte de un espacio crítico que, desde un análisis personal, queda a la deriva, pues no está entre los métodos de cuidado y prevención impulsado para los escolares ni para el grupo de trabajadores que reciben el apoyo de la actual Ley Karin”, explica.

“Se hacen urgentes acciones más fuertes y significativas que las ya existentes” para prevenir los suicidios, plantea el especialista.

“El bullying, en todas sus formas, daña inmensamente a jóvenes y adultos por igual. Nadie está libre de ello. No es una problemática que solo se presenta en los colegios ni tampoco es algo que la sociedad haya sopesado como tal”, advierte.

“Excusas como ‘son bromas’, o ‘es para reírse un rato’, minimizan los actos de violencia efectuadas por dichos o palabras destructivas para quienes las recibe”, expresa Alvarado.

GENERAR UN CAMBIO

La madrugada en la que Pablo Bravo se quitó la vida su familia encontró una nota en la que el joven decía no haber aguantado más el juicio público ni la presión social.

Las líneas causaron sorpresa de los padres y el disgusto de sus compañeros, quienes ya habían advertidos a las autoridades de su alma mater.

Estos no le habrían brindado el soporte ni apoyo necesario que, en rigor, tendría que tenerse en casos que pongan en jaque la estabilidad psicológica de todo individuo y puedan redundar en suicidios.

Al respecto, Jordana Gutiérrez, vocera general del proyecto Feunab (Federación de Estudiantes de la Universidad Andrés Bello), expresó la preocupación del centro de estudiantes de Derecho por generar un cambio que contribuya a evitar que otros jóvenes opten por quitarse la vida.

“Todos quienes ingresamos a la educación superior tenemos una meta que alcanzar. Absolutamente nadie quisiera que esos objetivos se vean opacados por situaciones que atenten contra nuestra salud mental, y más aún, apaguen la luz de nuestra vida en circunstancias que pueden evitarse”, sostiene.

“EPISODIOS Y ACTOS DESTRUCTIVOS”

“Así como nuestra universidad, sentimos que todas en Chile debieran poner énfasis a un área que es una preocupación a nivel nacional. La salud mental debe ser siempre prioridad y todos los grupos etarios debieran ser atendidos”, agrega.

“Sólo así conseguiremos ser parte de una sociedad menos vulnerables a episodios y actos destructivos”, enfatiza.

La psicóloga Constanza del Rio explica que la mayoría de las universidades cuentan con CAPS (Centros de Atención Psicológicas), “pero también se hace necesario que se implementen equipos de convivencia en las facultades, fortalecer la interacción de los cursos» y evaluar factores de riesgo de suicidios, entre otras cosas.

“Al mismo tiempo, es importante hacer un análisis de cuáles son las carreras con mayor sobrecarga y desde ahí tomar medidas”, agrega.

“No dudo que las casas de estudios tratan de hacer el mejor trabajo, pero siempre quedan tareas y áreas pendientes. Eso también tiene que ver con que somos un país con altos índices de violencia en la crianza, por ejemplo, y eso hace que seamos personas más vulnerables al estrés y el acoso”, advierte.

DOLOR SIN FIN

Aun notablemente afectado y sin lograr admitir la ausencia de Pablo Bravo, su amigo Thomás Pérez comenta: “No nos pudimos dar cuenta, él siempre estaba contento, alegre, riendo”.

“No daba señales de nada. Todo nos tomó por sorpresa y aún no podemos creerlo. Nos afecta demasiado, será un dolor que jamás terminará”, declara.

Relata: “estábamos estudiando para un examen y nos dieron la noticia. Nadie se la creía hasta que la familia nos lo confirmó”.

“Seguimos en estado de shock y todavía cuesta mucho llevarlo. Queda la sensación de que se pudo haber evitado; tal vez aún estaría con nosotros entregándonos la alegría que siempre mostraba. Tristemente ahora sabemos que detrás de una sonrisa había un dolor que lo estaba matando”, asegura su amigo y compañero.

Antes de terminar nuestra conversación el futuro abogado cuenta: “En su honor hicimos un memorial con inmenso cariño y se lo presentamos a su familia. Fuimos nosotros, los estudiantes los que tuvimos la iniciativa”.

“Si bien no recibimos apoyo, sus padres estaban muy agradecidos. No podíamos esperar reacciones. Cuando hay que movilizarse y actuar, hay que hacerlo por motu propio”.

“Todo esto nos enseñó que no hay que quedarse esperando acciones de nadie; entregar las responsabilidades a otros puede ser una pérdida de tiempo. Cuando alguien necesita ayuda o apoyo el tiempo es vital, sobre todo si podemos salvar una vida”, reflexiona.

ALZAREMOS LA VOZ

Al terminar este reportaje salieron a la luz cuatro hechos en que otros jóvenes habrían tomado la decisión de quitarse la vida como víctimas de bullying.

Tal información no fue dada a conocer de manera oficial por la casa de estudios a la que pertenecían.

La mayor angustia que enfrenta el mundo universitario, más que el buscar culpables, está en que todos han sido suicidios que, tal vez, pudieron haberse evitado con acciones orientadas en apoyar a estudiantes envueltos en situaciones capaces de destruir metas, ilusiones y ganas de luchar por un futuro lleno de logros.

Desde Feunab Jordana Gutiérrez es enfática en asegurar que están comprometidos en la lucha por conseguir un cambio.

“No habríamos querido que nada de esto pasara, pero si ya ocurrió hay que movilizarse. Nadie les devolverá la vida a nuestros compañeros, pero por ellos y en nombre de ellos alzaremos la voz. Sentimos es nuestro deber hacer que se escuche con fuerza lo que otros no pudieron decir”.

De momento, los estudiantes de todo el país seguirán poniendo atención a las denuncias y experiencias de testigos y cercanos, pues solo así están seguros de que, con ayuda de profesionales de cada centro de estudios, la tasa de suicidios podrá disminuir para que no hayan otros Pablos a los que llorar.

 

Si necesitas ayuda psicológica especializada o conoces a alguien que la requiera, el Ministerio de Salud tiene un teléfono de ayuda atendida por profesionales todos los días del año y las 24 horas, en el 600 360 7777.

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