Política

Víctor Maldonado R.: Agitación de superficie, inmovilismo de fondo

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

El espacio libre que está quedando en la política chilena es el de los dialogantes, porque cultivadores de conflictos los hay de sobra.

Los que alientan las disputas lo hacen a sabiendas que lo que consiguen es dejar en pie solo dos opciones polarizadas, eliminando de paso las posiciones intermedias que son las que posibilitan el diálogo.

Es una forma eficiente, también, de escoger a los sectores que estarán de verdad en la competencia al final del camino. Esto se consigue porque las posiciones se quedan fijas tal como se encontraban en el punto de partida de la promoción del conflicto. Las otras opciones quedan fuera de la contienda.

Es lo que nos ha estado pasando últimamente y por eso tenemos esa extraña sensación de que hay mucho movimiento y agitación de superficie, pero que nada está ocurriendo a mayor profundidad.

Si los dos contendores principales difieren mucho entre sí en fuerza y posibilidades de triunfo, entonces el resultado de la elección presidencial está resuelto. No hay que engañarse, en Chile hay más resignación que incógnitas.

Como el gobierno es el competidor más débil y la derecha dura es la que se ha impuesto en las urnas, en realidad el discurso oficialista más agresivo tiene por propósito mantener cohesionada sus filas, evitando que se abra un segundo frente desde su izquierda, que es lo que disolvería el actual oficialismo en una fragmentación sin fin, una tentación permanente en este sector político.

Si el gobierno se especializa en retener el voto duro de izquierda, deja el espacio intermedio en manos de la oposición para que escojan entre la derecha dura y la derecha blanda; a nadie convencerá de que está disputando el poder.

Cuando Boric azuza a la derecha sacando a Sergio Onofre Jarpa del baúl de los recuerdos, no está cometiendo un desliz, está ahondando la fosa en la que se divide el campo entre “ellos” y “nosotros”. Así no se puede crecer.

Las intervenciones presidenciales van de a pares: invita al diálogo y a superar las diferencias, en paralelo los golpea con una crítica dura. Así fue con el pacto nacional en seguridad seguido de la amnistía y así ha seguido hasta ahora.

Este comportamiento no es maquiavélico, es una opción disponible cuando no se cuenta con aliados suficientes como para alterar un cuadro político que se está imponiendo en los hechos. Es un recurso del débil, no del que decide.

Lo que puede alterar este escenario de vencidos y vencedores predefinidos es que se empiece a llenar el espacio desocupado de los dialogantes. La aparición de competidores con ambición de cambiar el cuadro actual. Es ir contracorriente y contra el conformismo predominante. Es el centro el que debe correr riesgos.

Cuando los partidos de Chile Vamos llegan a La Moneda, difieren al mismo tiempo que están de acuerdo con el oficialismo en el propósito que los anima: favorecer al gobierno. Es solo que difieren en el gobierno en el que están pensando: Boric piensa en su administración y los visitantes piensan en la próxima.

Cuando el objetivo se vuelve resistir, el rango de posibilidades va desde perder una vez a perder muchas veces. Cuando se intenta ganar, las opciones van desde el triunfo a la derrota, pero se resiste siempre. Esa es la gran diferencia.

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