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Acoso callejero: la lucha por un cambio cultural

Javiera Sanzana

El acoso callejero persiste como un problema alarmante que afecta negativamente a mujeres y niñas en todo el mundo. Este fenómeno, que va desde comentarios irrespetuosos hasta agresiones físicas, impone un peso adicional a la vida diaria de muchas mujeres. El acoso callejero ha llevado a algunas mujeres a adoptar estrategias de autoprotección, como la elección de una vestimenta menos llamativa, para sentirse más protegida.
Las mujeres deben tener la libertad de vestirse como deseen sin temor a ser acosadas o juzgadas. La responsabilidad recae en la sociedad en su conjunto para construir comunidades donde todas las personas se sientan seguras y respetadas.

El acoso callejero persiste como un problema alarmante que afecta negativamente a mujeres y niñas en todo Chile.

Este fenómeno, que va desde comentarios irrespetuosos hasta agresiones físicas, impone un peso adicional a la vida diaria de muchas mujeres.

El acoso callejero ha llevado a algunas mujeres a adoptar estrategias de autoprotección, como la elección de una vestimenta menos llamativa, para sentirse más protegida.

El acoso callejero se manifiesta de diversas maneras, afectando la libertad y seguridad de las mujeres en espacios públicos.

Comentarios ofensivos y gestos obscenos son experiencias comunes que generan un ambiente de constante vigilancia e inseguridad.

En una encuesta hecha por redes sociales de las 30 mujeres que respondieron, el 80% de ellas se sintieron acosadas tanto en el transporte público como en las calles.

LA VESTIMENTA EN RESPUESTA DEL ACOSO

Muchas mujeres, en un esfuerzo por evitar o mitigar el acoso callejero, han optado por no utilizar ropa considerada «mostrativa» o ajustada.

Esta elección de vestimenta se convierte en una estrategia de autoprotección, una medida para minimizar la atención no deseada y los comentarios invasivos.

Sin embargo, es esencial comprender que esta no debería ser la única solución, ya que el foco debe centrarse en cambiar la mentalidad y comportamiento de quienes perpetúan el acoso.

Rosario Díaz entregó su experiencia a Está Pasando: «Yo hace unos días me puse un short y un peto, te juro que me sentía super bonita, super empoderada.

Literal salí de mi casa, camine 3 cuadras y desde un auto un hombre como de 50 años me empezó a gritar cosas super vulgares, y yo como caballero yo podría ser su hija, respéteme.

CUANDO TE HACEN SENTIR CULPABLE DE «PROVOCAR»

Y ahí me dijo algo que me dejó mal y yo sé que uno se puede vestir como le da la gana y nadie tiene derecho a decirte cosas, pero cuando me dijo para que te vistes así si no quieres provocar, me cuestione, porque me vestí así, porque no puse algo más cubierto».

La clave para abordar el acoso callejero radica en la educación y concientización. Campañas que promuevan el respeto mutuo, la igualdad de género y los límites personales son esenciales para cambiar las actitudes en la sociedad.

La educación debe empezar desde temprana edad para construir una cultura que repudie el acoso y celebre la diversidad.

El Gobierno de Chile tiene una campaña contra el acoso callejero y como las personas que vean esto hagan algo.

LA SANCIÓN LEGAL DESANIMA A LOS ACOSADORES

Además de la educación, la implementación de políticas y leyes que sancionen el acoso callejero es fundamental.

Las medidas jurídicas ayudan a crear un entorno más seguro y disuadir a quienes perpetúan este tipo de comportamiento.

Sin embargo, la legislación debe ir de la mano con programas educativos para lograr un cambio cultural profundo.

La ley N° 21153, Artículo 161-c dice: Se castigará con la pena de presidio menor en su grado mínimo y multa de cinco a diez unidades tributarias mensuales, al que en lugares públicos o de libre acceso público y que por cualquier medio capte, grabe, filme o fotografíe imágenes, videos o cualquier registro audiovisual, de los genitales u otra parte íntima del cuerpo de otra persona con fines de significación sexual y sin su consentimiento.

PROMOVIENDO UN CAMBIO CULTURAL

Es necesario fomentar un cambio cultural que desafíe las normas existentes y promueva el respeto mutuo, independientemente de la vestimenta o apariencia.

Las mujeres deben tener la libertad de vestirse como deseen sin temor a ser acosadas o juzgadas.

La responsabilidad recae en la sociedad en su conjunto para construir comunidades donde todas las personas se sientan seguras y respetadas.

SE TIENE QUE EDUCAR A LOS HOMBRES A RESPETAR

Laura Aybar entregó su experiencia a Está Pasando: «No me ha pasado nada muy fuerte, o sea, como que me tocaron en el transporte público, pero es fome cuando te das cuenta que te están mirando, ya que lo hacen descaradamente, que te toquen la bocina, que te susurren cosas al oído.

Uno ya no sabe cómo vestirse para evitar esas cosas, a veces uno se pone un polerón y te dicen cosas igual, es algo que sale de nuestras manos. Se le tiene que enseñar a los hombres a respetarnos».

Abordar el acoso callejero requiere un esfuerzo colectivo para desafiar las actitudes y comportamientos que lo perpetúan.

LA VESTIMENTA NO JUSTIFICA EL ACOSO

La vestimenta no debería ser una barrera para la libertad y seguridad de las mujeres. Al enfocarse en la educación, políticas efectivas y un cambio cultural, podemos aspirar a crear entornos más seguros y equitativos para todos, donde las mujeres no tengan que sacrificar su expresión personal para sentirse protegidas en los espacios públicos.

Abordar el acoso callejero requiere un esfuerzo unificado. Al enfocarse en la educación, políticas efectivas y un cambio cultural, podemos aspirar a crear entornos más seguros y equitativos para todos.

Las mujeres no deben sentir la necesidad de sacrificar su expresión personal para sentirse protegidas en los espacios públicos.

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