Política

Así como se empieza, así se acaba Por Víctor Maldonado R.

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

Boric dio instrucciones a ministros que asistieron a las reuniones en casa de Zalaquett
Tienen razón los expertos que señalan que las reformas políticas que se preparan carecen de una visión integral y que es insuficiente concentrarse en los umbrales de acceso al parlamento, las restricciones del número de partidos y la disciplina partidaria.

Cuando se tienen períodos presidenciales muy cortos, como es el caso de Chile, a un gobierno le va bien si logra agregar, al inicio, un “año cero”, donde se toman decisiones que le resuelven problemas y les despejan trabas antes de que comience oficialmente el ejercicio del poder.

El mejor ejemplo de trabajo “pre-gubernativo” es la administración de Patricio Aylwin, que aprovechó al máximo la existencia de equipos profesionales afiatados antes de asumir y la preparación fina de sus proyectos de ley, con anticipación a que los ministros llegaran oficialmente a sus asientos.

La relación con los partidos de derecha, en particular con RN, definió los márgenes de los acuerdos posibles. La disciplina de las bancadas fue notable.

La clave (obvia entonces, sorprendente hoy) fue analizar las consecuencias que tenían las decisiones que se iban a tomar para un período prolongado.

Importaba mucho lo que sucedería en esos cuatro años de gobierno, importaba, también, las condiciones en que se dejaba el país para seguir avanzando.

La transición chilena a la democracia enfrentó muchas incertidumbres, pero no lo hizo a través de la improvisación y de las respuestas acomodaticias a los cambios de la opinión pública.

Cuando hacemos las cosas bien, no desechamos los consensos posibles en consideración de lo perfecto. Es una fórmula vigente.

Tienen razón los expertos que señalan que las reformas políticas que se preparan carecen de una visión integral y que es insuficiente concentrarse en los umbrales de acceso al parlamento, las restricciones del número de partidos y la disciplina partidaria.

Todo lo señalado es razonable.

Lo que no queda al alcance de una visión exclusivamente técnica del asunto es la evaluación política de la urgencia con que se debe reemprender el camino de los entendimientos básicos transversales, aun cuando estos sean limitados y que se requieran de otros pasos no mucho después.

La evaluación depende de la percepción de peligro que se tenga sobre el destino que le espera a la democracia chilena, de no enmendar el rumbo que llevamos basado en un mediocre desempeño de las principales coaliciones.

El gobierno de Boric tiene grandes defectos, pero eso no quita que la mayor responsabilidad de que llegara al poder, mucho antes de que su sector estuviera plenamente preparado, tiene que ver con un largo proceso de debilitamiento de los partidos y conglomerados de centroderecha y de centroizquierda, imperceptible para ambos porque, acostumbrados a mirarse unos a otros, no se dieron cuenta que los dos estaban igual de enfermos.

Lo que importa es el rumbo que se toma, más allá de los primeros resultados que se logren.

Interesa saber cuánto avanzamos, interesa más dar la partida.

Una reforma política que permite acuerdos en el Congreso, la disminución de trabas burocráticas, la contención eficiente de la delincuencia y los estímulos a la inversión no resuelven todos los problemas, pero enfrenta algunos importantes.

Es este el camino que se debe emprender, aun cuando el inicio del período electoral no disminuye en nada la intensidad del debate entre oficialismo y oposición.

El futuro próximo mostrará la importancia de estos pasos que se dan.

Añade aquí tu texto de cabecera

Comparte en:

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email

Comenta este artículo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

1 × cinco =