Política

Bombardeo aéreo a La Moneda estaba meses antes preparado. Los detalles

Santiago, Chile.

Mario López M.

Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Licenciado en Derecho, Abogado

La FACH ha guardado silencio acerca de la planificación, ejecución y partícipes del bombardeo.

Años de infructuosas gestiones que buscaban se dieran a conocer los nombres de quiénes fueron los que llevaron a cabo el ataque a la casa de gobierno el 11 de septiembre de 1973. La aviación siempre ha justificado no contar con la bitácora.

La acción aérea fue planificada con mucha antelación al día del golpe de Estado. Antecedentes involucran como uno de los participantes al que fuera comandante en jefe de la rama, general Rojas Vender, alias “Rufián”.

Durante meses los rumores de Golpe de Estado eran la tónica en pasillos de La Moneda en 1973. La Fuerza Aérea de Chile (Fach) era comandada por el general César Ruiz Danyau, quien fuera designado ministro de Obras Públicas y Transportes en el gobierno del Presidente Salvador Allende. Poco antes del golpe cívil-militar, Ruiz Danyau -quien duró solo 5 días como ministro-, entregó la renuncia al Presidente, quien lo conminó entonces a dejar su cargo en la Fach. Las presiones internas para que se alejara del gobierno lo hicieron renunciar a ambas designaciones.

Al interior de la institución el ambiente de sospechas y conjura era insoportable. Generales acusados de gobiernistas y muchos otros sumados al complot, convivían entre el recelo. Un grupo de los amotinados organizaban en secreto su participación en lo que sería el Golpe de Estado llevado a cabo en Chile el 11 de septiembre de 1973. Entre ellos se encontraba Gustavo Leigh Guzmán, quien sería designado en reemplazo de Ruiz Danyau por el propio Allende.

Los antecedentes a que se tiene acceso en el expediente que investiga el ataque aéreo a La Moneda, dan cuenta que el martes 11 de septiembre de 1973, desde el punto de vista de la intervención de la Fach, los acontecimientos comenzaron a desarrollarse muy temprano. Los primeros datos dieron cuenta de la sublevación de la Armada en Valparaíso, pero mucho más al sur, en Concepción en el aeropuerto Carriel Sur, estaba en plena ejecución el plan que tenía por objeto atacar La Moneda y la casa presidencial de Tomás Moro. Ese plan estaba diseñado y en ejecución desde hacía meses, pero solo en conocimiento de los complotados.

EL BOMBARDEO

Allende había llegado al palacio de la Moneda a las 7:30 horas proveniente de Tomás Moro. La casa de Gobierno estaba “custodiada” por tanquetas de carabineros. Algunos efectivos de civil pertenecientes a la Policía de Investigaciones y la guardia de Carabineros de palacio, seguían en su puesto.

Leído el primer comunicado de la Junta Militar, que ya integraba Leigh Guzmán, poco a poco se fueron retirando los uniformados. Lo primero fue el ataque a La Moneda por tierra. Ya se sabía de la amenaza de bombardeo, pero ello a muchos al interior de palacio no les parecía ni creíble ni posible.

Aunque se discute la hora exacta, cerca del mediodía se inició el bombardeo sobre La Moneda. Se prolongó por cerca de 15 minutos e incluyó cohetes rockets y metralla. Los encargados de ejecutar la inédita misión fueron pilotos a bordo de aviones Hawker Hunter de la Fuerza Aérea de Chile, quienes luego de sobrevolar el objetivo, procedieron al ataque. Los perjuicios fueron más estructurales y materiales que de costo humano, sin embargo el efecto entre quienes estaban defendiendo la casa de Gobierno fue tremendo e incitó la rendición ordenada por Allende.

“El día 11 de septiembre de 1973, a las 11:50 horas, se produjo un ataque aéreo y terrestre contra el Palacio de La Moneda, a cargo del Grupo N° 7 de la Fuerza Aérea de Chile, acción que provoca el incendio inmediato del recinto y la destrucción parcial de las instalaciones del segundo piso. El Presidente Salvador Allende, quien portaba para su defensa un casco y una metralleta, sube al segundo piso de La Moneda con todos los que lo acompañaban y atendida la situación de peligro que se vivía y con la finalidad de evitar la pérdida innecesaria de vidas, les ordena su rendición y la salida inmediata del Palacio”, señala la sentencia que da cuenta de la muerte de Allende.

EL SECRETO MEJOR GUARDADO

Acerca de la planificación y preparación del ataque, del cómo se seleccionó al personal que participó ese día. Sus nombres, grados, cuántos fueron y todas las circunstancias que rodearon ese fatídico episodio, todos quienes tenían mando en la época y quienes les han sucedido, han guardado estricto silencio. Solo algunos optaron por romper el pacto de silencio impuesto a quienes prepararon aviones o participaron de algún modo. Incluso muchos de ellos lo hicieron sin saber hasta el último instante, eran ingenieros y técnicos que prepararon los aviones, ignorando la misión.

En diversas causas judiciales se ha solicitado tener acceso a dicha información, sin que ninguno de los altos mandos que han sido interrogados pudiera recuperar la memoria, perdida justamente acerca de dichos nombres y antecedentes. También se han exigido por vía administrativa, mediante el Consejo para la Transparencia, sin lograr el objetivo. Luego que el abogado Cristián Cruz reiterara en marzo del presente año ante el Consejo para la Transparencia la entrega de los nombres por parte de la Fach de quienes fueron parte de la bandada de aviones Hawker Hunter que atacó La Moneda la mañana del 11 de septiembre y que precedió a la caída del gobierno de Salvador Allende, desde la Fuerza Aérea se entregaron antecedentes que no dieron luces de lo solicitado.

La Fach hizo caso omiso a la orden del Consejo que había instruido que “La Fuerza Aérea (Fach) debe entregar al señor Cristián Cruz la identidad de los pilotos que el 11 de septiembre de 1973 bombardearon La Moneda. También los registros de vuelos, estadías, pilotos y copilotos asignados entre los días 10 y 14 de septiembre de 1973, de todos los aviones Hawker Hunter que estuvieron operativos o en condiciones de operar en todo o parte del territorio nacional. Además, el plan operativo de la Fach el 11 de septiembre de 1973, y el plan operativo de los aviones Hawker Hunter el mismo día”.

“UNA BURLA”

Para el profesional, si bien “Transparencia obligó a la Fach que entregase los antecedentes, lo que hizo la Fuerza Aérea hizo fue entregar una serie de documentación, más de cien páginas, que en definitiva no responden de manera directa, sino que además niegan que dichos antecedentes obren en su poder”, señaló Cruz en entrevista a este periodista. De hecho el comandante en jefe de la Fuerza Aérea en aquella fecha, Jorge Robles, desconoció la existencia de dichos antecedentes.

No era la primera vez que se ordenaba entregar los nombres y demás antecedentes del bombardeo. El 2 de octubre de 2015 ya la Fach había evacuado otro oficio señalando que declinaba entregar la información, pues “su entrega podría ir en desmedro de la investigación y persecución de un crimen o simple delito, por tratarse de antecedentes que fueron remitidos en tres causas judiciales a los respectivos ministros en visita”.

Esta vez la respuesta da un portazo a las expectativas de conocerse por esta vía los nombres, entre los cuales se afirma se encuentra un ex comandante en jefe de la Fach. La autoridad máxima de la institución afirmó tras negar se tuvieran los antecedentes requeridos, que ya “se entregó toda la información disponible, por lo que la institución merece avanzar y no quedarse en el pasado”.

«LOS NOMBRES UN SECRETO A VOCES”

Para Cruz, no existe razón a la negativa, pues “en esencia esa es información que califica perfectamente bajo los estándares de información pública. Se trata la negativa más bien de una decisión política o una estrategia judicial de defender a quiénes a través de sus instituciones pudieron cometer actos ilícitos. Con estas actuaciones no aportan nada a la transparencia y menos a aclarar lo que paso en casos de derechos humanos”, señaló el abogado.

A cargo de la operación, estuvo el coronel (r) Mario López Tobar (cuyo nombre de combate era “Libra”), Se trata del autor de un libro que relata el episodio, aunque se reserva los nombres de sus demás compañeros en aquella oportunidad. López, era el comandante del Grupo 7 y fue quien piloteaba el “Avión 1”.

“RUFIÁN”

Tal como consta del expediente tantas veces reabierto que investiga la muerte de Allende, el ataque comenzó con antelación ese mismo día al dar de baja cinco antenas de radio, el que dirigió el propio López Tobar y en que participaron otros tres aviones. La causa reabierta a solicitud del abogado Roberto Ávila, da cuenta que las naves salieron de Carriel Sur, en Concepción, con la clara misión de destruir las antenas de las radios que apoyaban a Salvador Allende y además disparar sus cohetes contra La Moneda e incluso la residencia presidencial de calle Tomás Moro.

El segundo avión era piloteado por quien más tarde llegaría a ser el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, en plena democracia, Fernando Rojas Vender, quien utilizaba la chapa de “Rufián”.

Rojas Vender participó directamente en el bombardeo a La Moneda. Incluso se asegura que su disparo dio en el techo de la casa de gobierno, provocando el incendio de ese sector del edificio. Junto a los otros aviones pasaron cuatro veces sobre La Moneda descargando sus cohetes antiblindaje Sura P-3. La misión estaba determinada a ejecutarse desde mediados de agosto de 1973 y solo era conocida por los conjurados que dirigieron desde la Fach el golpe.

“BALA LOCA”

La Moneda no solo fue atacada con misiles sino que además repasada con metralla de 30mm, han indicado quienes conocieron los antecedentes de la operación, que desde tierra habría sido coordinada y dirigida por un operador aéreo, el comandante Enrique Fernández Cortez (alias “Gato”).
Otro de los aviones que atacaron La Moneda fue piloteado por el teniente Ernesto Amador González Yarra (alias “Pekín”), quien habría efectuado el primer disparo que habría dado justo en el blanco, la puerta principal de la casa de gobierno.

En paralelo otros Hawker Hunter atacaban la casa presidencial en el sector alto de la capital, esta vez comandados por el capitán Eitel Von Mühlenbrock y por el teniente Gustavo Leigh Yates, hijo del excomandante en jefe de la FACH y miembro de la junta militar, Gustavo Leigh Guzmán. Cuatro fueron las naves que tuvieron por misión atacar Tomás Moro. Se afirma que el hijo de Leigh erró su tiro el que fue a parar al Hospital de la FACH.

No fue el único «daño colateral» de los bombardeos. A López Tobar se le ha investigado por su posible responsabilidad en el proyectil que impactó la casa de la familia Fuentealba en la población San Gregorio, donde resultó herido Humberto Fuentealba y su hermana Jeannette, quien moriría días más tarde producto de las heridas. Su certificado de defunción se alteró. Años más tarde se revelaría la verdadera causa de muerte.

PACTO DE SILENCIO

La respuesta de la Fach que niega tener en su poder los antecedentes la bitácora, registros de vuelos, estadías, nombres de pilotos y copilotos y que estuvieron a cargo de los aviones Hawker Hunter que atacaron La Moneda y que partieron del aeropuerto Carriel Sur en Concepción, sella el pacto de silencio en la Fach y corona la impunidad de quienes participaron del hecho que se investiga como delito por los tribunales.

Los pocos nombres que se conocen como un secreto a voces, fueron producto de una investigación del periodista Eduardo Labarca, y de la cual se conoce desde hace ya casi cuatro décadas. También constan del expediente, pero la Fach ni lo ha desmentido ni lo ha confirmado.

“Seguiremos insistiendo hasta que se conozca la verdad”, señaló a nuestro medio el abogado Cristián Cruz. “Los antecedentes se encuentran en los expedientes judiciales ya archivados y que cualquiera puede consultar”, señala el profesional, para quien la información negada pretende cerrar un capítulo de nuestra historia sin que se conozca la verdad, lo que es grave, pues se trata de uno de los atentados más graves que recuerde la historia de América, el ataque vía aérea a la casa de gobierno.

HÉROES OLVIDADOS

Luego de conocerse mundialmente el ataque aéreo a La Moneda y la caída del gobierno de Allende, un año más tarde un grupo de obreros escoceses dio un testimonio que solo ha sido reconocido hace muy poco tiempo. En 1974, el gobierno de Pinochet envió a Escocia los aviones Hawker Hunter que habían participado en el ataque a La Moneda para su reparación. Trabajadores de la fábrica de Rolls Royce en Escocia, donde se encontraban las naves, se negaron a repararlos. Tres obreros dieron inicio a la protesta que luego se transformó en boicot para no realizar la mantención a los motores de aviones que bombardearon del Palacio de La Moneda en el Golpe de 1973.

Recién en 2014 la historia de los tres trabajadores escoceses de la localidad de East Kilbride, que iniciaron el boicot se hizo conocida en Chile. Un cortometraje documental “Nae pasaran” del realizador chileno-belga Felipe Bustos, exhibido ese año en el festival de documentales FIDOCS, sacó a la luz increíble historia, y que para muchos, elevó a estos obreros a la calidad de héroes. El embajador de Chile en el Reino Unido, Rolando Drago, condecoró con la Medalla Bernardo O´Higgins a estos tres obreros que participaron del boicot.

Los aviones nunca fueron reparados allí y se mantuvieron como testimonio de la protesta en los hangares de la fábrica, hasta que en 1978 los motores “desaparecieron” una noche. Nunca imaginaron los trabajadores que más de cuarenta años después, su acción sería reconocida y premiada. Bob Fulton, Robert Somerville y John Kennan ayudaron con su resistencia ética a tomar conciencia de la situación por la que pasaba Chile tras el Golpe.

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