Nacional y economía

Delincuencia. ¿Temor para las víctimas, impunidad para los victimarios?

Fernanda Pavez Báez

Los hechos que vulneran la seguridad van lamentablemente en aumento,  pero no son los autores de éstos los que acarrean con las consecuencias, ni nadie atiende en el fondo a quienes luego de un ataque se ven eternamente dañados.

Delincuencia, ¿Temor para las víctimas, impunidad para los victimarios? . Los hechos que vulneran la seguridad van lamentablemente en aumento,  pero no son los autores de éstos los que acarrean con las consecuencias, ni nadie atiende en el fondo a quienes luego de un ataque se ven eternamente dañados.

La delincuencia, los robos y asaltos se convierten en una realidad que afecta a miles de personas en todo el país.

El principal problema de esta realidad es que en rigor lo más preocupante es la situación de las víctimas y las consecuencias que esto puede acarrear.

Lamentablemente dichas repercusiones  son mucho más profundas y perpetuas que el castigo que reciben los delincuentes.

El día en que todo cambió

La tarde del 12 de noviembre de 2022 circuló por todas las redes sociales y noticieros nacionales un video en el que se podía ver a un hombre estacionar su auto a la salida de su casa en La Florida.

En el vehículo también estaba su esposa y su único hijo de 6 años.

En menos de un minuto que el conductor del auto se baja para abrir la reja de su casa es abordado por dos hombres que le realizan un “portonazo”.

El hecho ocurre a plena luz del día en un sector residencial de la comuna.

En las imágenes captadas se observa claramente como el dueño del auto intenta frustrar el robo tirando las llaves y billetera al interior de su casa, ante lo cual es golpeado por los asaltantes.

Mientras eso ocurría, la mujer se mantuvo dentro del Nissan qashqai para proteger a su hijo que ya en ese momento lloraba descontroladamente por lo que estaba viendo.

 

La fuga de los responsables

Los delincuentes luego de propinar la brutal golpiza huyeron en una camioneta de los esperaba a unos metros del lugar del hecho.

Los asaltantes eran claramente menores de edad, quienes no superaban los 16 años. Percepciones confirmadas por los vecinos del sector, los que ya habían visto a los hombres circular por el sector.

El resultado del atraco no tuvo grandes consecuencias económicas, pero sí de salud para el agredido.

Este resultó con una fractura de costilla, una luxación mandibular y el desprendimiento de tres piezas dentales.

Mientras que su pequeño hijo y su esposa sufrieron con el impacto de los vivido.

El estrés post traumático de ambos les impidió por meses salir de su casa y querer rehacer su vida normal.

En la actualidad el menor aún recibe terapia y evita salir si es que no es estrictamente necesario, argumentando continuamente que “lo van a querer matar igual que al papá”.

Los tres siguen buscando ayuda profesional para superar el trauma, pero el camino hacia la recuperación es largo y tortuoso.

Las secuelas físicas sanan con el tiempo, pero las emocionales requieren una constante lucha.

 

Después del robo

Según datos del Centro de Estudios y análisis del delito, para los datos referidos al año 2022 y 2023, la comisión de este delito es el que muestra mayor prevalencia en la Región Metropolitana.

En relación a la edad de los autores de estos delitos se puede inferir que habitualmente el robo de autos implica una cadena de personas tras del acto mismo.

El robo del auto es solo una primera instancia que permite la comisión de otros delitos.

La organización implica una jefatura, que idealmente es un adulto que usa a niños y jóvenes para cometer el delito y a los que paga por este un monto que va entre los $500.000 y $1.000.000 de pesos.

Luego de entregado el auto al cabecilla o a alguno de sus socios o “peones”, este auto va a un taller o una casa donde está guardado por un tiempo a la espera de concretar una venta.

Es ahí donde alteran los números de chasis y de motor, o un desarme para ser comercializado por piezas.

Posterior al robo, la dinámica del ilícito es silenciosa, la exposición y el riesgo principal es para quienes perpetran el delito.

 

Un tema aún pendiente

La ley 20.084, de Responsabilidad Penal adolescente.

Dicha ley se aplicará a quienes al momento en que se hubiere dado principio de ejecución del delito sean mayores de catorce y menores de dieciocho años, los que, para los efectos de esta ley, se consideran adolescentes.

Fuera de dicho rango etario se clasifican como imputables.

En este punto vale la pena también aclarar que legalmente no existe la calificación de «menores de edad».

Actualmente se da uso a la categoría «NNA» esto se refiere a Niño, niña o adolescente.

No siempre implican privación de libertad, lo que es sumamente atractivo para quienes ya han desarrollado una trayectoria delictual que los expone a largas penas de cárcel.

 

Sector más vulnerable

Así se va trasladando la responsabilidad a niños y jóvenes que provienen principalmente de hogares empobrecidos, disfuncionales y en desprotección estatal.

Ante estas problemáticas familiares, comunitarias y el escaso apoyo de las instituciones, niños y jóvenes desarrollan conductas antisociales.

Conductas tales como, deserción escolar, consumo problemático de drogas, conductas violentas, entre otras, que se ajustan con los perfiles que buscan estas bandas criminales.

El problema es que cuando la institucionalidad logra actuar, enmarcada en la ley 20.084 antes referida, muchos de estos niños y jóvenes, ya presentan dificultades para adaptarse a contextos sociales.

Lo anterior complejiza el cambio y la reinserción social, que les permita en el futuro, acceder a mejores condiciones de vida.

¿Hay un tema pendiente?

Ante lo expuesto resulta evidente la necesidad de trabajar en políticas públicas de fortalecimiento de la familia, su red de apoyo.

Sumado a ello la mejora multisectorial de las propuestas institucionales y, sobre todo, trabajar en la educación y la prevención.

Lograr el rescate de esta juventud vulnerada es el rescate que permite mayor equidad e inclusión, pero también se constituye en la protección de quienes podemos ser las potenciales víctimas de estos delitos.

Todo lo anterior demuestra una preocupación para aquellos que han tomado un camino absolutamente errado y perjudicial para la sociedad.

Sin embargo, para quienes han estado en el lado más ingrato de este escenario pareciese no se da el mismo énfasis a las consecuencias y el riesgo, que marcan irreparablemente la historias de inocentes.

Esa es la percepción de los que han protagonizado un hecho delictual en cualquiera de sus formas.

 

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