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«El bombazo de Año Nuevo»

Ricardo Urzúa Munita, periodista

Destacado Periodista y dirigente del Consejo Nacional del Colegio de Periodistas de Chile

Pese a que tanto la propuesta de la DC como la del FRAP (que respaldaba a Allende) eran de realizar cambios en la estructura política económica, social y cultural de Chile, tras asumir Frei; el
senador socialista Aniceto Rodriguez marcó la oposición que le harían a la nueva administración al decir que el FRAP, integrado por el partido socialista y el comunista, “le negaremos la sal y el agua”,
dando a entender que la tarea de ese conglomerado sería obstruccionista al programa de Reformas de la DC.

Cuando faltaban minutos para la celebración del Año Nuevo 1965, una explosión en una casa de la calle Rio de Janeiro, en La Cisterna, remeció a los vecinos de ese sector. Dos jóvenes habían muerto por el
estallido y tres resultaron heridos de gravedad. Fallecieron instantáneamente Eduardo Ignacio Marchant Vargas y Teobaldo Salazar Maulín, y quedaron graves tres José Diego Moraga Adasme, Hilario Hernán Ampuero Ferrada y Raúl Zamora Sasso.

Según Investigaciones, se encontraron, entre otras cosas, 35 tiros de dinamita y una importante cantidad de documentación de carácter insurreccional revolucionaria, perteneciente a un organismo llamado «Ejército Revolucionario de Trabajadores y Estudiantes». En un principio, algunos medios de la época señalaron que ese grupo habría tenido alguna vinculación al Partido Socialista, lo que fue desmentido por la colectividad.

Con eso, la oposición política ya no se trataba solo de negar la sal y el agua, sino que aparecían manifestaciones de violencia política que el país no conocía hasta esa fecha.

Jóvenes «un tanto desorientados»

El senador socialista Tomás Chadwick, salió en defensa de los implicados, al pedir que fueran integrados a una amnistía que había pedido el Ejecutivo que se aplicara a personas que estaban procesados por Ley de Seguridad del Estado durante el gobierno anterior. Recordó que los fallecidos tenían 18 y 20 años.

“Quisiera agregar algo más. Se ha logrado llegar a la plena evidencia de que no hay relación alguna o conexión entre estos grupos de gente joven, un tanto desorientada, con los partidos políticos
tradicionalmente reconocidos como fuerzas importantes, con verdadera realidad en nuestro medio, ni con ninguna otra clase de organización que pudiera asimilárseles: sindicatos y otras entidades semejantes”.
“Días después se extendió el proceso a las posibles implicaciones que podrían tener con estos hechos algunos pequeños grupos políticos, del todo desconectados con los grandes partidos que forman opinión entre nosotros. Se hicieron largas investigaciones, con más de alguna irregularidad, pues la opinión pública se impuso, con sorpresa, de que se mantuvo incomunicada durante 38 días a una profesora primaria, la señorita Magaly Honorato, lo cual determinó grave quebranto de su salud mental y, como desenlace trágico, su suicidio”, narró.

El senador conservador Francisco Bulnes le respondió que no podía apoyar que esa amnistía ”Revelan la existencia de una organización, que se quiera o no se quiera, que tal vez cometió hechos de
terrorismo, pero se constituyó con el objeto de realizarlos. Es extremar el concepto de la amnistía y abusar de nuestras facultades”.

(Las Cenizas pags. 258-259)

El senador Patricio Aylwin, dijo que esa explosión y el posterior estallido de una bomba en la embajada de Brasil (el 22 de abril), cuya carga explosiva fue calculada en doce cartuchos de dinamita, accionada
mediante un mecanismo eléctrico, son de violencia, de terrorismo.

“Cualquiera que sea la calificación del proceso iniciado, se apartan de todas las tradiciones del país, incluso de los delitos políticos (…) En consecuencia, nada aconseja tender un paño de olvido y
eximirse de aclarar tales hechos. Sin duda, la conciencia democrática de la mayor parte de los chilenos desea que aquéllos sean aclarados, que se sepa qué hay y que los procesos respectivos concluyan. (…) Me
alegro de la declaración del Honorable señor Chadwick en el sentido de que ninguno de los partidos políticos representados en el Senado ni en el Congreso Nacional, que tienen una trayectoria democrática y se someten a las reglas del juego democrático, tienen nada que ver con el grupo de jóvenes que provocaron las explosiones, que atentaron contra la vida de las personas y pretendieron introducir la violencia en la vida política chilena. Si así es, conviene que ello quede demostrado hasta la evidencia. Y la mejor manera de esclarecerlo y que quienes pudieran haber aparecido, a juicio de algunos, envueltos en estos hechos, queden libres de todo cargo o acusación sobre el particular,
es que el proceso concluya y se determine la verdad judicialmente”.

Teitelboim

El senador comunista Volodia Teitelboim dijo tener razones suficientes para no creer en las versiones policiales y dijo que la acción de la policía en los hechos que llevaron al suicidio de la maestra primaria Magaly Honorato no es digna de elogio. Más adelante añadió:

“Es bien conocida nuestra posición respecto del problema de las actividades terroristas a las cuales se refiere el veto del Gobierno. Es muy clara; somos decididamente contrarios al terrorismo político,
por creer que no conduce sino a extremar la represión contra el pueblo, y porque no se basa en una acción organizada de las masas. La historia del movimiento revolucionario mundial, a lo largo de diversas épocas, está llena de experiencias sobre esta materia. En tiempos de desesperación, en mentalidades políticamente infantiles, prendió el terrorismo. Pero el partido comunista -creo que en todo el mundo- ha dado una lección madura al no prohijar esos métodos. Consideramos que ellos, la mayoría de las veces, sirven como medios de provocación. Por lo general, no son utilizados por los hombres y mujeres del pueblo a quienes se imputan, sino por las propias agencias policiales del mundo
capitalista y también por las agencias de espionaje interesadas en ejecutar esos actos. En los anales de la historia está presente la provocación gigantesca que significó el incendio del Reichstag, para
culpar a los comunistas de haber incendiado el edificio del Parlamento alemán. Esto fue, en realidad, el pretexto para ascender al nazismo al poder. Toda la historia de la reacción fomenta y fragua gran género de provocaciones muy distintas, a fin de imputarlas al pueblo”.

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