Política

«Estoy ofendido, pero no me acuerdo por qué» Por Víctor Maldonado R.

Chile

Víctor Maldonado R.

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

"Estoy ofendido, pero no me acuerdo por qué" Por Víctor Maldonado R.
Cuando el ánimo de ofender y de descalificar existe, lo que se prepara no es una declaración, sino una secuencia programada de declaraciones

«Estoy ofendido, pero no me acuerdo por qué» Por Víctor Maldonado R.

No existe la profesión de ofendido, ni se puede hacer de los supuestos maltratos que se reciben el eje de la conducta política. 

Todo eso suena a excusa y a falta de una visión más amplia que permita distinguir lo importante de lo accesorio.

Ayer, el presidente de la UDI, Guillermo Ramírez, sostuvo en un programa de radio que había suspendido una reunión agendada con el Presidente Boric, en respuesta a los ataques recibidos que le atribuían a su partido acciones de encubrimiento de los abusos sexuales del padre del senador Macaya.

Lo sorprendente fue que al ser inquirido cuáles y quiénes habían agredido a la UDI por un tema al que no se le podía atribuir responsabilidad, se mantuvo en largas evasivas hasta que, finalmente, culpó a la ministra Vallejo, sin que pudiera especificar nunca a cuáles declaraciones se refería exactamente.

Como los periodistas siguieron interrogando sobre los ataques en concreto que motivaron la reacción asumida, el dirigente dio esta sorprendente respuesta: 

«La frase de memoria no me la sé, no soy así de rencoroso». 

Esto habla muy bien de sus nobles sentimientos, pero muy mal de su responsabilidad política. 

Regularmente, las ofensas se recuerdan, pero las que sirven de excusas, no, aunque se usen para afectar las relaciones normales entre autoridades.

La falta de consistencia se manifiesta aún más cuando Ramírez reconoce que el senador Macaya cometió un error al dar una opinión sobre un dictamen judicial, algo que un parlamentario no puede hacer. 

Pero alaba a su antecesor por admitir la falta y renunciar a su cargo.

Esto mismo aclara la situación porque, en el lapso que media entre las declaraciones de Macaya y su renuncia, se podía criticar que una persona que cuestionaba a la justicia en defensa de un pariente ostentara la calidad de presidente de partido. 

Fue Macaya el que borró los distingos y los demás podían, perfectamente, pedir aclaraciones a él y a su partido.

OFENDIDO PROFESIONAL

Ramírez no se habría convertido en un ofendido profesional en su nuevo puesto si su predecesor no reconociera con su dimisión que era insostenible lo dicho con permanecer en el cargo. 

No son los demás los que reavivan a diario un tema que debió cerrarse con una renuncia oportuna, pero obligada.

El gremialismo no estaría de cabeza buscando declaraciones inapropiadas de la vocera de gobierno que justifiquen cancelar una reunión formal con el Presidente y el condicionamiento de la reforma previsional a terminar con declaraciones ofensivas que no se saben muy bien en qué consisten.

Lo que no van a encontrar es una conducta sistemática de gobierno que explique un distanciamiento que se quiere justificar a toda costa.

Cuando el ánimo de ofender y de descalificar existe, lo que se prepara no es una declaración, sino una secuencia programada de declaraciones. 

Hubiera hablado la vocera y la hubieran seguido los otros miembros del comité político, los presidentes de partido y los jefes de bancada. 

Resulta que son los mismos que se están enterando de que el gremialismo se da por ofendido unilateralmente. 

Ahora la UDI pasa por la dura prueba de mantenerse enojada cuando nadie la ofende ni la ataca. Actuando así, no hay partido que sobreviva.

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