El gobierno del primer ministro francés, Michel Barnier, fue destituido este miércoles por una moción de censura impulsada por diputados de izquierda y de ultraderecha.
En un contexto de intensa crisis política, los llamados a la dimisión del presidente Emmanuel Macron también han ganado fuerza en la segunda economía de la Unión Europea.
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DERROTA EN LA ASAMBLEA NACIONAL
Con 331 votos a favor, superando la mayoría absoluta de 288, la Asamblea Nacional puso fin al mandato de menos de 100 días de Barnier, rechazando además el proyecto de presupuestos para 2025.
Aunque la moción no afecta directamente al presidente centroderechista, cuyo mandato termina en 2027, la decisión debilita aún más su liderazgo, especialmente después de haber nombrado a Barnier en septiembre bajo el argumento de buscar «estabilidad».
Éric Coquerel, diputado del Nuevo Frente Popular (NFP), coalición de izquierdas que promovió la moción, declaró «Hoy votamos la censura de su gobierno, pero sobre todo marcamos el fin de un mandato: el del presidente».
LE PEN SE POSICIONA
Marine Le Pen, líder de la extrema derecha y del partido Agrupación Nacional (RN), evitó pedir abiertamente la dimisión de Macron.
Sin embargo, cuestionó si el presidente debería permanecer en el cargo tras lo que calificó como un «repudio popular masivo».
En su intervención, afirmó: «Corresponde a su conciencia decidir si puede sacrificar la acción pública y el destino de Francia a su orgullo».
MACRON Y LAS PERSPECTIVAS FUTURAS
Desde Arabia Saudita, donde se encontraba de visita oficial, Macron calificó como «política ficción» la posibilidad de dimitir antes de 2027, cuando finaliza su segundo mandato.
Con 46 años, el presidente no puede optar a la reelección debido a las restricciones constitucionales.
Mientras tanto, Le Pen emerge como una figura fuerte en las encuestas de cara a las próximas elecciones presidenciales.
No obstante, su futuro político podría verse truncado si la justicia francesa decide inhabilitarla durante cinco años el próximo 31 de marzo, como pide la fiscalía en un caso de malversación de fondos europeos.
La destitución de Barnier marca un punto de inflexión en la política francesa, intensificando las tensiones en un país que busca estabilidad en medio de la incertidumbre.