Durante la cumbre climática COP29 en Azerbaiyán, crece la presión sobre las naciones ricas para definir su contribución al financiamiento climático para los países en desarrollo. Activistas y delegados de estos países exigen compromisos claros para enfrentar los impactos del cambio climático, mientras las conversaciones avanzan lentamente.
Las naciones en desarrollo, desde pequeñas islas amenazadas por el aumento del nivel del mar hasta estados afectados por sequías, piden 1,3 billones de dólares anuales para prepararse frente a los desafíos climáticos.
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Actualmente, los países ricos destinan 100.000 millones de dólares al año, una cantidad que consideran insuficiente.
Adonia Ayebare, presidenta del grupo G77+China, declaró: «Necesitamos una cifra sobre la mesa. Luego vendrá el resto».
OBSTÁCULOS EN LAS NEGOCIACIONES
A pesar de las discusiones en la COP29, los países desarrollados, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, argumentan que no pueden comprometerse hasta saber cómo se distribuirán los fondos.
El comisario de Clima de la UE, Wopke Hoekstra, aseguró: “No queremos simplemente sacar una cifra del cielo”. Jennifer Morgan, enviada climática de Alemania, se hizo eco de esta postura.
Un punto clave del debate es si economías emergentes como China y Arabia Saudita, considerados países en desarrollo, pero con ingresos significativos, deberían contribuir al fondo climático.
Lars Aagaard, ministro danés de Clima, afirmó: “Es justo pedir a países con ingresos similares o superiores a los de las naciones europeas más pobres que contribuyen”.
FALTA DE CONSENSO Y RIESGO DE FRACASO
Las propuestas actuales oscilan entre 440.000 millones y 900.000 millones de dólares, pero los países en desarrollo insisten en que los compromisos deben incluir principalmente subvenciones públicas, no préstamos ni capital privado.
Diego Pacheco, principal negociador de Bolivia, expresó su frustración: «200.000 millones no son aceptables. Esto es insuficiente». Por su parte, Yalchin Rafiyev, representante de Azerbaiyán, instó a los países a acelerar las negociaciones para lograr un acuerdo significativo.
Con el tiempo agotándose y un borrador preliminar esperado en las próximas horas, el destino de un acuerdo climático ambicioso sigue en duda, mientras persisten las tensiones entre las naciones desarrolladas y en desarrollo.