Aunque durante este verano no hubo una tregua política propiamente tal, la vuelta a la plena actividad, especialmente después de Semana Santa, ya está desbordante de conflictos.
Es comprensible: en octubre tendremos elecciones y ahora mismo, en abril, se cierran las inscripciones para las primarias.
El recuento es abrumador: las incendiarias declaraciones del senador comunista Daniel Núñez, compartidas en el Frente Amplio, desataron las voces de alarma entre partidarios y adversarios.
El llamado a la “presión social” -que, como muestra la experiencia casi inevitablemente termina en desbordes de grupos minoritarios- no ayuda al oficialismo y ha entregado armas inesperadas a la oposición.
Este debate no es único: la centro derecha y la derecha se hallan inéditamente inmersos en una áspera polémica acerca de si la candidata presidencial para el año próximo debe ser Evelyn Matthei o Ximena Rincón.
Aparte, la propia derecha tiene que clarificar lo antes posible quien es en definitiva su candidato si quiere recuperar el poder.
El empeño no es fácil: José Antonio Kast sigue sintiéndose el mejor candidato de su sector, pese a que, además de Matthei, ya saltó al ring Marcela Cubillos.
Y quedan pendientes más batallas, como las del resucitado Partido de la Gente que se ha convertido en factor decisivo en la elección de la Cámara de Diputados.
Si fuera poco, hay que sumar las muchas competencias en regiones por candidaturas a concejales municipales o regionales y gobernadores.
Son tantas, que el gobierno cree que hay que ampliar a dos los días de los comicios.
También han surgido voces de alarma, no solo por la eventual ampliación de los días de votación. Hay quienes ven en el encendido y a veces duro debate de estos días, una crisis profunda de la democracia.
Es cierto que algunas pequeñeces son exasperantes y las convicciones viscerales del PC no ayudan a la tranquilidad de los espíritus.
Tema de interés: Hora de Balance por Abraham Santibáñez
Pero, pese a los análisis sombríos, es hora de insistir en que no estamos ante un sistema perfecto. La conocida frase de Churchill (la democracia es el menos malo de los sistemas políticos) sigue vigente.
Recordarlo siempre ayuda a entender que se puede sobrevivir y progresar pese al aparente caos.
La base reside en consolidar nuestra convivencia social, creer en la amistad cívica y confiar en nuestra institucionalidad.
Abraham Santibáñez
Premio Nacional de Periodismo 2015
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