“Vamos a financiar y patrocinar el aprendizaje por internet (y) vamos a apoyar las escuelas clandestinas, así como apoyaremos la educación de las niñas obligadas a abandonar Afganistán”, dijo el enviado de Naciones Unidas para la Educación Global, el británico Gordon Brown, durante una conferencia de prensa virtual a propósito del segundo aniversario de la toma del poder de los talibanes.
Brown no quiso dar detalles sobre esas escuelas secretas “por miedo a que las cierren”, pero especificó que “varias organizaciones están apoyando a estas escuelas clandestinas”. Se refirió, además, a los esfuerzos para revertir la orden del régimen afgano de excluir a las niñas de la escuela secundaria y la universidad.
El enviado de Naciones Unidas anunció que llevó la cuestión de la exclusión de las niñas de las escuelas al Tribunal Penal Internacional y que explicó al Fiscal Karim Khan sus argumentos: prohibir la educación femenina equivale a “un apartheid de género” y puede ser considerada como “un crimen contra la Humanidad”.
Según Brown -que aún no ha recibido la respuesta de Khan-, esa prohibición viola al menos tres convenciones internacionales de la ONU: la de derechos de la infancia, de derechos de las mujeres y de derechos económicos y sociales, toda vez que la educación es “un derecho fundamental”.
Enfatizó que la comunidad internacional “puede y debe hacer más” para obligar a los talibanes a revertir esa decisión, y sugirió, por ejemplo, que Estados Unidos y el Reino Unido sigan el ejemplo de la UE para aplicar sanciones concretas a Afganistán, o que los países musulmanes manden a una delegación a Kandahar -feudo del régimen talibán- para explicar cómo el islam no apoya de ningún modo privar a las niñas de educación.
Dijo saber que hay “grietas en el régimen” afgano sobre las cada vez más estrictas medidas contra las mujeres -la última de ellas, su exclusión de lugares públicos, incluidos cementerios- y que el mundo debería explotarlas para hacer entrar en razón al núcleo duro del régimen atrincherado en Kandahar.