Acusación a Tohá: Cuando el premio es el castigo Por Víctor Maldonado R.
Quien desee que la actividad política se prestigie buscará sacarla del terreno en el que nada puede ganar por estar muy lejos de las preocupaciones ciudadanas.
La fiebre de acusar
Las acusaciones constitucionales tienen esta característica cuando no se justifican y, ya en curso, lo mejor en esta etapa es abreviar su desarrollo.
Las reacciones lentas solo trabajan en contra de las actitudes más responsables y alimentan las dudas.
Hay que entender que si mientras transcurren algunas de las sesiones previstas en la acusación constitucional contra Carolina Tohá ocurre un hecho delictivo grave, el conjunto de los que estén en la sala aparecerán como fuera de lugar.
No estarán dedicados a lo que los ciudadanos estiman su función principal.
El mayor problema de los actores políticos es que con frecuencia parecen estar “en otra parte”.
Concentrados y hasta entusiasmados en enfrentarse entre sí, con independencia de lo que esté ocurriendo a su alrededor.
El gobierno es el más interesado en concentrarse en mantener un control precario en seguridad, dedicarse a su defensa tiene costos sociales.
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Quienes se dedican a lo secundario se olvidan de atender lo importante.
Los parlamentarios han de ocuparse de aquello que los justifica, no de lo que los entretiene.
Una acción sin fundamento es perjudicial para sus promotores.
Cualquier autoridad a cargo de la seguridad ciudadana se va a encontrar con una situación de gravedad apenas contenida por tiempo prolongado y ante la cual existe una aguda sensibilidad ciudadana.
Pedirle a la más reciente de una larga fila de ministros que consiga resultados rápidos o será acusada por no cumplir bien sus funciones, no es una actitud honesta.
Mucho más sensato resulta evaluar si ha sido capaz de dar respuestas inmediatas con lo que se tiene a mano.
También, si ha podido potenciar y reforzar las acciones en el área y si está sacando adelante las iniciativas que dan solución permanente a un problema mayúsculo.
Y así ha sido.
Sin darse cuenta, quienes critican el desempeño de Tohá, en el fondo, la están halagando.
Ello, cuando discuten su capacidad para controlar el crimen organizado.
Hasta hace poco, siquiera plantear que una persona pudiera tener semejante posibilidad efectiva hubiera parecido fuera de lugar.
Por supuesto, sus acciones siempre pueden ser evaluadas de manera crítica.
Esto, tanto al enfrentar la delincuencia como en relación con el manejo migratorio.
Pero eso es parte del debate político habitual y cotidiano, de allí no se pasa a la acusación constitucional sin estar cometiendo un error.
Carolina Tohá ha superado el promedio de duración de sus antecesores en el puesto y eso se debe a una buena combinación de respuesta rápida, coordinación de acciones y reformas relevantes aprobadas.
La evaluación de su desempeño es buena y debiera ser premiado y reconocido.
Esto tiene que diferenciarse del juicio que nos merezca la gran inseguridad ciudadana producto de la acumulación de una débil acción del Estado.
Pareciera que la acusada es Tohá, pero lo evaluado es el funcionamiento de la Cámara y la capacidad de regular su acción.
La enmienda ha de venir de dentro.