El procedimiento se realizó utilizando óvulos de Fatu, uno de los dos últimos rinocerontes blancos del norte, y esperma de machos de la misma subespecie que habían sido almacenados previamente.
Los embriones resultantes se implantaron en una hembra de rinoceronte blanco del sur, una subespecie con una población más grande, aunque también enfrenta amenazas significativas debido a la caza furtiva.
El desafío de extraer óvulos de estos animales de dos toneladas y desarrollar embriones viables en el laboratorio ha sido un gran avance.
La noticia del embarazo llegó como una victoria para los investigadores, después de años de intensa labor y estudio en las técnicas de conservación y reproducción asistida.
Sin embargo, la lucha por la conservación enfrentó un revés cuando la madre sustituta murió debido a una infección bacteriana 70 días después del inicio del embarazo.
A pesar de esta pérdida, el análisis post mortem del feto mostró un desarrollo saludable, validando la viabilidad de la técnica de fertilización in vitro en rinocerontes.
La atención se centra ahora en los próximos pasos críticos. Ninguna de las dos hembras vivas de rinoceronte blanco del norte es capaz de llevar un embarazo a término debido a la edad y problemas de salud.
Con 30 embriones de la subespecie del norte almacenados con seguridad en Alemania e Italia, el enfoque se desplaza hacia la aplicación de este procedimiento con esos embriones, lo que podría reintroducir genéticamente rinocerontes blancos del norte puros en la población.
La fertilización in vitro en rinocerontes demuestra ser viable, en la lucha contra la extinción de especies.
Con esfuerzos continuos y apoyo global, existe la posibilidad de que el rinoceronte blanco del norte pueda evitar la desaparición y tal vez, con el tiempo, prosperar una vez más.
