Política

Recuperar prestigio para tomar la iniciativa Por Víctor Maldonado R.

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

Cada político termina estando a la altura de las confrontaciones en las que se involucra.

Recuperar prestigio para tomar la iniciativa Por Víctor Maldonado R.

En la vida pública los buenos momentos son más bien escasos, por eso importa el modo como un líder enfrenta situaciones difíciles.

En medio de grandes tensiones han de surgir personalidades a la altura de las circunstancias.

El problema es que la Presidencia no está cuidando su prestigio como institución.

Las razones son muchas, pero se está demostrando un exceso de confianza en las propias cualidades, sin tomar en cuenta los riesgos aparejados.

Se llega a la Presidencia por tener virtudes importantes.

Son características muy valorables de Boric la capacidad de afrontar situaciones riesgosas, el ejercicio de la autocrítica y la espontaneidad en el trato directo con las personas.

Si estos atributos no se regulan en su ejercicio, pueden ser fuentes de muchos contratiempos, como está ocurriendo, y quienes rodean al mandatario parecen más especializados en lamentar que en anticipar.

Tener la capacidad de hacer frente a los conflictos es bueno, no saber escoger en cuáles conflictos meterse es malo.

La incapacidad de delegar es manifiesta.

Cada político termina estando a la altura de las confrontaciones en las que se involucra.

Cuando el Presidente debate con un líder empresarial, como Ricardo Mewes, eleva al oponente y se pone a su nivel con lo que se resiente la Presidencia como institución.

Lo que consigue es la solidaridad gremial con el líder de la CPC y donde había uno criticando, ahora se tiene a varios haciendo lo mismo.

¿Resultado?

Cuando en ambos lados se estaba ayudando a generar un ambiente más distendido, se ven en la obligación de volver al ruedo, sin ninguna necesidad.

El mandatario puede hacer el intento de fijar el ritmo de la reforma de pensiones en el Senado, pero como no tiene la mayoría, va a quedar sin conducta en el caso que la presión no prospere.

Si se miden fuerzas, ya sabemos cómo termina.

Al reconocer un error mucho después de cometido, lo que llama la atención es todo el tiempo en que ese reconocimiento no se produjo y un gobierno salió a dar explicaciones que quedan sin fundamento. Eso debilita la presidencia.

Boric insiste en declarar en sus discursos su sinceridad y su cambio de opinión respecto a lo que antes opinaba.

El caso es que nadie discute su sinceridad, sino el hecho de que sea igualmente sincero opinando una cosa y su contrario.

Seguirá siendo igual de franco en el futuro, pero ¿en qué dirección? De lo que tiene que convencer es de la coherencia de un comportamiento de aquí al término de su mandato.

Un régimen presidencial no se llama así por alcance de nombre, denomina el modo que se ordenan entre nosotros las decisiones políticas.

La Presidencia no puede fallar para que el sistema opere bien porque no tiene reemplazo; si se debilita, es la cohesión del sistema la que se resiente.

La nota común a los errores presidenciales es el reemplazo del desafío mayor por una pelea lateral. Es una forma de evasión que ocupa mucho tiempo.

Es comprensible porque el contexto ha empeorado con relación al que tenía al asumir el mando.

Para recuperar prestigio, lo primero es dejar de entretenerse en peleas inútiles y focalizarse, como equipo político, en los desafíos principales.

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