Nacional y economía

Nueva longevidad: el desafío que no estamos enfrentando

Andrea Bostelmann

Un estudio realizado por el Observatorio del Envejecimiento UC-Confuturo ha revelado una preocupante realidad: más de quinientas mil personas mayores en Chile enfrentan la soledad, y un alarmante 32% de ellas carece de amistades.
La población chilena envejece a pasos agigantados, pero seguimos mirando para el lado frente a esta nueva longevidad, como si creyéramos que es algo que nunca nos pasará.

En Chile, estamos frente a la nueva longevidad: tres de cada diez personas tendrán más de 80 años de edad en 2050. Es decir, habrá más de un millón 900 mil “abuelos” y “abuelas”, según el Observatorio del Envejecimiento UC-Confuturo.

Ese estudio lo realizó en marzo de este año y ahora en noviembre publicó otro según el cual casi un tercio de los adultos mayores del país declara no tener amigos.

La situación es bastante dramática, porque de alguna manera desnuda la forma como miramos para el lado respecto de estas personas, en que la vida parece transcurrir en la idea de que eso es algo que solo les pasará a los demás.

Noticia: no es así. Uno de los “peligros” de vivir es, justamente, que llegaremos a viejos.

¿Y estamos preparados para eso?

EL EUFEMISMO DE LOS ADULTOS MAYORES

En nuestro país se define como adulto mayor a toda persona que ha cumplido los 60 años, sin diferencia entre hombres y mujeres.

En julio de 2002 el Congreso Nacional aprobó el Proyecto de Ley de Creación del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), cuya ley Nº 19.828 fue promulgada el 17 de septiembre de 2002.

Según la ley, los adultos mayores tienen derecho a denunciar el maltrato físico y/o psicológico que sus familiares le causen. Tienen derecho a pedir al tribunal de familia una medida de protección, especialmente si es expulsado de la casa en que vive o le restringen su libertad para desplazarse al interior de ella.

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Más dramático, porque significa que existe un porcentaje que es maltratado, descuidado, expulsado y/o restringido en sus libertades.

Porcentaje que, más encima, muchas veces siente -en mayor o menor medida- los rigores de los años en la salud. Ni hablar de las paupérrimas pensiones que reciben o se preparan la recibir, porque ahí hay suficiente tema como para otro reportaje.

MUCHO RUIDO, POCAS NUECES

Sin afán de empatar, la Organización Mundial de la Salud da cuenta de que se trata de una situación mundial: la población está envejeciendo.

Para muestra: Según sus estimaciones, en 2030, una de cada seis personas en el mundo tendrá 60 años o más.

Pero también entrega datos dramáticos.

Por ejemplo, que la soledad y el aislamiento social son factores de riesgo clave para las afecciones de salud mental en etapas posteriores de la vida. Uno de cada seis adultos mayores sufre malos tratos, a menudo por parte de sus propios cuidadores. Aproximadamente el 14% de los adultos de 60 años o más viven con un trastorno mental.

¿Y qué estamos haciendo al respecto?

“Lamentablemente, no existe un set de políticas estructuradas para afrontar los cambios demográficos futuros. Si bien existen esfuerzos relevantes sectoriales como el examen médico preventivo para el adulto mayor, estas políticas carecen de coordinación interministerial”, sostiene Mauricio Apablaza, director académico de Cipem (Conocimiento e Investigación en Personas Mayores) de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo-Los Héroes.

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“Quizás una de las pocas iniciativas en este sentido es el programa Adulto Mejor que buscaba no solo la coordinación de acciones, sino que la promoción e inclusión de los adultos mayores como parte relevante de la sociedad”, agrega.

Apablaza hace notar que “hay aspectos que trascienden la política pública y requieren el apoyo de la sociedad en su conjunto. Por un lado, el entender que la adultez mayor es un proceso que es paulatino y que no comienza al llegar a los 60 años. El reconocimiento paulatino de los adultos mayores como individuos capaces y heterogéneos es un punto de partida para eliminar actitudes condescendientes con este grupo etario”.

Y, claro, porque el estereotipo del “abuelito” postrado, perdido en el tiempo, incapaz de valerse, de aportar y tapado con un chal solo es eso: un estereotipo.

Está lleno de adultos mayores con la vitalidad de la juventud y la sabiduría de la edad. ¿Por qué, entonces, ningunearlos y descuidarlos? ¿Por qué no considerarlos para los trabajos? ¿Por qué no escucharlos?

Sí, es cierto, lo que tienen es “contagioso”. Pero eso será así igual, aunque los evitemos; es la consecuencia de vivir.

Quizás su gran pecado es desnudar lo que irremediablemente nos pasará.

EL ROL DE LAS UNIVERSIDADES

Iván Palomo, director del Centro Interuniversitario de Envejecimiento Saludable y coordinador de la Red Latinoamericana y del Caribe en Envejecimiento Saludable, además de académico de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Talca, recalca que frente al envejecimiento de la población es mucho lo que pueden aportar los académicos que estudian el esta nueva longevidad.

“En la medida que hay gente formada se puede investigar y se puede mejorar. Se puede conseguir innovación. Las Universidades tienen mucho que decir para que el envejecimiento de la población sea lo más saludablemente posible”, recalca.

Lo que pasa, añade, es que “no necesariamente la población en general sabe cómo envejecer bien. A lo mejor piensan que solamente los ricos envejecen bien. Sí, debo decirlo, tienen mejores posibilidades, porque se pueden alimentar mejor, pueden ir más al gimnasio, una serie de cosas. Pero sería muy bueno que todas las personas tengan la capacidad de saber, por ejemplo, que el fumar al rico y al pobre le hace mal. O comer mucha comida chatarra. Y, por el contrario, le hace muy bien comer frutas y verduras, porque eso hace envejecer mejor. Hay muchas moléculas que favorecen el envejecer mejor”, ejemplifica.

“Ojalá la muerte nos encuentre caminando y no postrados”, reflexiona.

El académico recalca que hay una serie de proyectos de ley que buscan prepararnos para lo que se viene, “pero es un desafío muy grande, porque hay un número importante de personas, en números absolutos y en porcentaje, que está dejando de trabajar” y para ellos esta etapa, que debería ser el júbilo, no lo es.

PERSONAS SOLAS

Los hogares son cada vez más pequeños. La familia extendida de antaño, donde convivían varias generaciones, ya no son la norma.

Según un análisis de Cipem, de los seis millones 998 mil 93 hogares que había en 2022 según datos oficiales, un millón 349 mil 610 eran unipersonales, una sola persona (19,3% del total). Y de ellos, 529 mil 152 (el 39,2% de los hogares unipersonales y 7,6% de todos los hogares del país) eran de personas mayores. Y los mayores de 80 eran 110 mil298, es decir, el 20,8% de los hogares unipersonales, compuestos, en su mayoría, por mujeres (63 %).

“Los estudios realizados por Cipem-UDD muestran no solo el creciente número personas mayores, sino que también de hogares unipersonales. El trabajo en este caso está relacionado con que esa soledad no se traduzca en abandono y en ese rol no solo es relevante el Estado, sino que también las familias y la sociedad civil”, recalca Mauricio Apablaza.

Sobre como avanzar ese ese tema, “hay dos aspectos cruciales relevantes a mi parecer. El refuerzo de acciones preventivas especialmente en salud que puedan disminuir los riesgos asociados al envejecimiento y, por otro lado, la importancia de políticas de empleabilidad que no comiencen en la tercera edad, sino que con procesos de capacitación constante en la vida laboral de los trabajadores”, dice el director académico de Cipem-UDD.

UN NUEVO LENGUAJE

Robinson Cuadros, médico geriatra y presidente el Comité Latinoamericano y del Caribe de la Asociación Internacional de Gerontología y Geriatría, en visita la Universidad de Talca, comenta que la región “tiene grandes retos frente a la nueva longevidad. La expectativa de vida en nuestras regiones, particularmente en Chile, ha aumentado exponencialmente. A tal punto, que hoy entre el 14 y 16% son mayores de 60 años, para 2050 será algo más del 25%”.

“La cantidad de personas que superarán los 90 y los 100 años generan nuevos lenguajes y nuevas oportunidades. Envejecer y la longevidad no debe verse desde un espíritu derrotista o problemático o desde un enfoque meramente económico. Tenemos que verlo desde la oportunidad que nos brinda esta nueva longevidad y también las oportunidades de trabajar para una sociedad para todas las edades, desde la solidaridad intergeneracional”, agrega.

Cuadros comenta que hace ocho años en nuestra región el 8% de los mayores de 60 años vivían en hogares unipersonales. Hoy se acerca al 19%. Es decir, estamos envejeciendo solos y solas.

“Esta soledad no deseada también requiere un enfoque especial desde una perspectiva de derechos, con seguridad económica, apoyo social, espacios de participación, y una nueva mirada desde estos nuevos lenguajes a los que nos reta la nueva longevidad”, sentencia.

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