Hace aproximadamente un año, recibí la llamada de una profesora universitaria brasileña que necesitaba aclarar algunas dudas, buscar detalles y enfrentar recuerdos de ella y su grupo sobre Chile ya perdido casi en la memoria pues databan más de 50 años y que tenían que ver con el exilio al que fueron obligados siendo niños.
Algunos llegaron en 1968 y fueron acogidos por el gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva. Eran pocos, claro. El grueso, sin embargo, se dio a partir del gobierno de Salvador Allende cuando llegaron a Chile alrededor de 3.500 perseguidos por la dictadura de, en aquella época, el dictador brasileño Emilio Garrastazu Médici.
Por lo mismo la nota que sigue fue solicitada al periodista brasileño Pablo Pires Fernandes (nacido en Chile) quien cedió gentilmente el derecho a reproducirla
Tebni Pino Saavedra
Periodista
NIÑOS Y EXILIO
Eran solamente niños. Aprendían a entender el mundo como cualquiera. Sin embargo algunos tuvieron que encarar la vida bajo un prisma diferente si acaso no hubieran sido sus padres qiuenes escogieron una infancia de rupturas, de traumas, de violencia y tener para siempre una identidad fragmentada de no pertenencia y de ningún lugar.
Es sobre esto- y mucho más- que trata este libro “Niños y exilio. Memorias de infancia marcadas por la dictadura militar” (Carta editora organizado por las profesoras universitarias Helena Dória Lucas de Oliveira y Nadejda Marques). Son relatos de personas que tuvieron sus vidas ceñidas por la política dictatorial del Estado brasileño. El único motivo era ser hijos o tener otro parentesco con opositores al régimen instalado con el golpe de 1964
El libro es contundente y expone la política deliberada de persecución y violación a los derechos humanos practicado por los militares que asaltaron el poder en Brasil en 1964, agravado por el Acto Institucional N° 5 de 1968 (Acto Institucional. Figura semejante a lo que en Chile es un Decreto Ley). Eso ya fue denunciado y relatado en varias películas y libros. Poco se habló, sin embargo, respecto del impacto de la cruel represión sobre los niños. Todos ellos, desde entonces, cargan consigo algo en común: el exilio
Clandestinidad, distancia de los padres, ausencia de convivencia con la familia, experiencias traumáticas en instituciones para menores, constantes cambios de países -y con eso, rupturas, adaptación a nuevas lenguas y culturas. Hubo también acogida y solidaridad entre personas iguales y muy diferentes.
Son muchos los caminos del exilio. Y la riqueza de estos relatos es exactamente su pluralidad. Como testimonios en primera persona, constituyen un precioso documento para la historiografía respecto del período trágico de la dictadura militar que duró 21 años e hizo más de 400 víctimas entre muertos y desaparecidos. Estos 46 relatos son de sobrevivientes, también de víctimas de la política que eliminaba cualquier disidencia ideológica, independientemente de la edad.
“ENEMIGO INTERNO”
La práctica deliberada de extirpar el “enemigo interno” y la institucionalización de la tortura después del AI-5, crearon un terreno en que las violaciones de los derechos humanos eran frecuentes. Y eso hizo con que el aparato represor alcanzase también a los niños. Mujeres embarazadas fueron torturadas en la prisión, otras amenazadas delante de sus hijos, muchas veces usados como arma sicológica.
Los militares con sus prisiones ilegales o desapariciones de disidentes, no ignoraban el hecho de que sus víctimas podrían ser padres o madres. Eso, por lo demás, era frecuentemente utilizado para chantajes y tortura en los subterráneos de las prisiones. Aún antes del exilio, los traumas de la violencia del régimen dejaron cicatrices en muchos de esos niños. Varios de ellos se encontraron con militares armados y amenazadores en algún momento de la infancia. Otros vivieron apartados de sus padres porque estos estaban en la clandestinidad. La dictadura tampoco reconocía a los hijos de los disidentes nacidos en el exterior. Hay innumerables casos en las embajadas brasileñas simplemente no emitían certificados de nacimiento o pasaportes a los considerados “elementos peligrosos” por el régimen.
EXILIO PRECOZ
Los relatos de “Niños y exilio” traen una dimensión bastante humana de esos traumas, expresados en narrativas de estilos diferentes pero que se complementan formando un mosaico de impresiones sobre el período. Como se constata en los 46 relatos del libro, muchos autores partieron para el exilio muy jóvenes o bebés recién nacidos, otros nacieron fuera del país. La distancia de la patria, del origen y del afecto familiar, constituye vidas bastante singulares a esos niños brasileños.
Varios niños fueron obligados a cambiar de país en diversas oportunidades y, a cada nueva dirección, adaptarse a otras realidades -lengua, amigos de escuela, vecinos, comidas, hábitos culturales – y sobre todo rehacer una red de sociabilidad inédita. Los afectos son esenciales para cualquier niño, de cualquier edad. Pero eso no siempre fue posible en la vida del exilio.
Con la vida divida entre recuerdos o proyecciones de una patria, en varios casos desconocida, emergen pequeños hechos que componen los afectos posibles. Es sorprendente el valor afectivo de las comidas, el gusto de un helado, un plato típico cubano, de las frutas chilenas. Y emergen también memoria de las reuniones entre brasileños en el exterior, elemento que mantenía viva, para los padres ciertamente, la imagen del Brasil distante y del regreso, entonces, imposible.
La música brasileña es un elemento recurrente en los textos, varias veces sirviendo de eslabón con un Brasil imaginario. Canciones de la Música Popular Brasileña fueron determinantes para el ejercicio del portugués en el exterior, además de crear imágenes para los niños, de un país desconocido. El regreso a Brasil, obviamente, representó una ruptura inmensa entre esos niños y adolescentes. ¿Cómo es “volver” a un lugar en que nunca estuvieron? ¿Cómo dejar para atrás lo que los había construido?. El retorno expone, entonces, con toda violencia, sus identidades fragmentadas, divididas y desterradas
“VIVA CHILE”
Delante rupturas radicales, crisis de identidad y arduas adaptaciones, esos niños, frutos del exilio fueron a la lucha, recogiendo pedacitos de su formación, de sus afectos y restableciendo un “ser brasileño”.
Las trayectorias desde entonces, obviamente, son completamente distintas. Cada cual buscando integrarse al “nuevo mundo” con las armas que adquirieron en la singular jornada.
Para algunos la infancia sigue traumática y guardada en un rincón de la memoria. Polvo todavía no asentado, difícil de encarar. La propuesta del libro sacudió ese polvo y creó un desafío: es necesario registrar esas memorias. La necesidad de develar esa parte prácticamente oculta de la historia y exponer los efectos de la dictadura sobre esas infancias rompió el silencio.
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¿Cómo comenzó?. El año 2023 fue creado un grupo de WhatsApp llamado “Viva Chile”. La propuesta era reunir ex exiliados brasileños que vivieron en Chile y organizar una caravana para participar de las conmemoraciones de los 50 años del golpe de Estado de 1973. En los años anteriores al bombardeo del palacio presidencial La Moneda, miles de brasileños fueron acogidos en el país por el gobierno del presidente socialista Salvador Allende. Estudiantes, intelectuales, políticos y militantes se refugiaron en el país que prometía la vía democrática al socialismo. Pero Chile tuvo su 11 de septiembre, cuando fue sometido a la sangrienta dictadura del general Augusto Pinochet, que duró hasta 1990.
La caravana “tupiniquim” (nombre de los pueblos originarios de Brasil) se realizó y más de 100 brasileños estuvieron en Santiago en septiembre de 2023. Hubo reencuentros históricos, se formaron nuevos lazos. Al lidiar con las memorias de entonces, otro grupo de WhatsApp fue creado.
El 23 de septiembre surgió el grupo “Niños del exilio”, reuniendo decenas de hijos nacidos bajo la dictadura y bajo el exilio. El libro es fruto de este encuentro de personas, hoy ya distantes de la infancia, pero que tienen la marca del exilio en sus vidas de niños.
MOMENTOS Y AROMAS DEL RECUERDO
En el grupo de WhatsApp se pudo compartir fotografías, recuerdos de aromas y comidas, de momentos afectivos de acogida en el exterior. Pero la propuesta era que sus integrantes escribieran un libro relatando la vida en el exilio, sus experiencias y traumas, en fin, registrasen ese pasado turbulento. El libro fue concretado y publicado.
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En los relatos queda evidente la dificultad de luchar con el pasado, el dolor que causa revirar sentimientos mantenidos escondidos en el inconsciente. De eso aún se habla en el grupo. Hay incluso algunos que no consiguieron leer el libro.
La escritura fue un esfuerzo para buena parte del grupo de autores. Sin embargo la publicación representó una cierta liberación y compartir historias análogas, creó el sentimiento de pertenencia. Después de años guardando pedacitos de memoria e identidades, este libro es una redención