Opinión

Reflexiones de un exiliado, a 30 años del retorno: DE VUELTA AL TERRUÑO

Santiago, Chile.

Tebni Pino Saavedra, Periodista, corresponsal internacional, Post grado en Ciencias Sociales

Experiencias de un exiliado en el marco de los 50 años del Golpe Militar

Debieron pasar 14 (felices) años antes que decidiera volver a Chile, hecho que no fue planificado ni menos querido. Pero… paciencia, la vida nos señala caminos que es difícil evitar hasta que un día me vi sentado en un bus, con un par de billetes en el bolsillo, discos, libros y todo lo que podría caber en una maleta.

Al regreso encontré un Chile cambiado. Muy cambiado. De los barrios donde se paseaban máquinas de lavar de una casa a otra en el gesto solidario más puro de la década de los setentas, el país mostraba otro color, otro aroma, otra textura. La textura de las tarjetas de crédito (bancarias y de casas comerciales), modernas esposas que aprisionaban, como al más brutal de los delincuentes, el salario y los sueños de los trabajadores hasta el día del mes en que la alegría que se esperaba en la bella canción de la campaña del “NO” obligaba a poner los pies en la tierra y pedir plata prestada para pagar plata prestada.

¿Pesimismo? Tal vez. Un poco. Eran los primeros años democráticos ese 1993 que aún olía a bota militar, a ejercicios de enlace, a bravuconadas del capitán general, una especie de carcelero de su modelo político y económico que imponía silencio ante los atropellos a los derechos humanos o “justicia en la medida de lo posible” como rezaba el silabario del presidente Aylwin.

QUESTÍSBIEN

Cambiado también estaba el idioma, la jerga juvenil, la palabra corta que antes resumía ideas, intenciones, necesidades. El “descueve” había sido súbitamente cambiado por “la raja”, se habían acabado los “brillos” del fin de semana y hoy campeaba el “carrete”. En los bailes ya no se tocaban los clásicos “soul”. La idea (seguramente importada de algún país tropical) era “perrear”. Y si por casualidad al despedirme quería ser amable deseando el conocido “que te vaya bien”, simplemente no me entendían. Ahora había que decir “que estís bien”. “¿Más o menos?”. Nunca más. Hoy las cosas son “más menos” (sin la o).

Sin embargo la gente de la calle fue lo que más llamaba la atención. Del pueblo alegre que festejaba con los amigos el triunfo de la U o del Colo, poco restaba. La moda exigía parecerse a las barras bravas argentinas y la hinchada comenzaba a llevar bombos gigantescos, bengalas, fuegos artificiales, pero principalmente odio hacia quien no estaba de acuerdo con su equipo favorito.

LA PREVISIÓN SOCIAL… ¿SOCIAL?

Los que si mostraban algo más de felicidad en sus rostros eran los trabajadores. Con un sistema previsional moderno (en lenguaje de sus creadores), el sueldo se veía mejorado pues la tasa de cotización era (y es) ligeramente inferior a las del antiguo sistema. Treinta años después, entre tanto, la crueldad con que operan las empresas privadas explica cómo el lobo, definitivamente, se saca su máscara de cordero y del 100% que significaba su sueldo, con suerte (y sin lagunas), podrá alcanzar el 35% en el sistema privado de administración de fondos previsionales (AFP)… justamente cuando la edad avanzada exige mayores recursos para atención en salud y alimentación. Lo peor; es un pozo que se va secando mes a mes.

Pero, ¿es todo tan negativo en esta larga y angosta…? Para nada. Hoy lucimos dos coronas esquivas en años de frustraciones deportivas y nos coronamos campeones americanos de fútbol justamente en finales contra Argentina y el mismísimo Lionel Messi incluido.

Tenemos también universidades para todo aquel que quiera estudiar aunque las mensualidades superen en muchos casos los primeros sueldos de los recién egresados.

Ya fuimos llamados “los tigres de América Latina”, con una economía social (nuevamente social) de mercado que castiga a 2 millones 700 mil chilenos al sobreendeudamiento (recuérdese y créanle al Instituto Nacional de Estadísticas que somos algo más de 18 millones) pero tenemos la Patagonia, la cordillera de Los Andes, el mar que tranquilo nos baña y otras perlas que, mientras el Estado no las privatice, son y serán todavía la mejor tarjeta postal de un país que es el conejillo de Indias de los modernos sistemas económicos creados a la luz del pensamiento económico de la escuela de Chicago.


Un día 27 de abril de 1993 marca la fecha en que el autor decide volver al país desde Brasil, país donde fue “migrante” (para usar un término de moda, aunque jamás se sintió diferente por ello, al contrario). Luego de haber estudiado Derecho en la Universidad de Chile y su posterior expulsión, viaja al país donde estudia periodismo en la Facultad de Comunicación Social Cásper Líbero y posteriormente post grado en ciencias sociales en la Universidad Federal de San Carlos.


 

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