Política

Víctor Maldonado R: No disminuyamos electores elevemos la política

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

El 9 de junio se llevarán a cabo las elecciones primarias municipales y de gobernadores regionales en varias comunas del país.
Se ha difundido la sospecha de que la izquierda estaría buscando retrotraer el voto obligatorio, porque eso le otorgaría beneficios electorales.

Víctor Maldonado R: No disminuyamos electores elevemos la política

Los debates parlamentarios deben ser fieles a su propósito original y explícito. Lo que está en discusión es establecer dos días de votación porque es lo que se necesita cuando hay voto obligatorio y varias papeletas complejas que llenar.

Esa es la finalidad y es el procedimiento correspondiente. No puede derivar hacia ningún otro propósito que no sea tratado abiertamente y con transparencia.

Sin embargo, por incorporar un ajuste que parecía conveniente, se ha puesto en duda lo principal. Aunque no hay posibilidad de que se llegue a concretar un estropicio mayor, lo cierto es que se ha alimentado una fuerte polémica.

Una votación transmitida por todos los medios de comunicación y en tiempo real es el lugar menos indicado para hacer una operación encubierta. La reacción inicial en la Cámara, bastante desordenada, requiere de una segunda reflexión con más profundidad, ahora con la participación del Senado.

El tema central para debatir ya se despejó: los dos días de votación se muestran como objetivamente necesarios y lo seguirán siendo mientras los otros factores que motivaron la medida sigan figurando como una constante.

Hay más de un día de votación porque hay voto obligatorio y no hay un voto obligatorio que merezca su nombre sin sanción porque queda convertido en su contrario. Nunca se han aplicado antes las mentadas sanciones, ni es probable que se haga ahora, pero la señal que se da al establecerlas es importante.

Lo que empezó siendo una discusión simple, centrada en hacerle la vida más fácil a los ciudadanos, ha derivado en una discusión de múltiples entradas focalizada en sus efectos en los partidos.

En medio de la confusión producida, el control del debate se ha ido escapando de las manos de los involucrados. Suponer intenciones importa menos que constatar la situación creada.

Se ha difundido la sospecha de que la izquierda estaría buscando retrotraer el voto obligatorio, porque eso le otorgaría beneficios electorales. Esto no es un hecho, sino una interpretación y, tal vez, la menos adecuada. Los analistas lo consideran plausible, pero los actores políticos no han asumido esa posición.

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Es efectivo que en las primeras versiones en que hemos ido a las urnas con voto obligatorio los resultados han favorecido a la derecha, pero preferir la anterior modalidad no es la solución, ni es una norma que los opositores salgan siempre beneficiados. Cualquier retorno al pasado es imposible y no saber adaptarse a una mayor participación es peor que cualquier votación adversa.

Convertir el voto en un acto opcional debilitó la democracia. El desafío político mayor no consiste en actuar a la defensiva. No puedes cambiar el electorado a tu gusto, pero puedes cambiar tú al gusto del electorado.

A la izquierda no le sienta bien adoptar posiciones conservadoras porque entonces se hace irreconocible, incluso para los cercanos. Aceptar reglas desafiantes lleva a mejorar la calidad de la política, vista desde los ciudadanos.

La única opción sana que tenemos es pensar en reglas permanentes y que faciliten la vinculación de los votantes con la política, de modo que la responsabilidad de lo que suceda tenga que ser asumida por todos.

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