Entrevistas

Monseñor René Rebolledo: «la corrupción nos preocupa»

Marcos Borcoski

Periodista

El crimen organizado está destruyendo aspectos esenciales de la vida ciudadana. Proyectos del aborto y la eutanasia: “Los Obispos del país, lamentamos profundamente estas iniciativas, que atentan contra el valor sagrado e inviolable de la vida humana”.

Presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor René Rebolledo: la corrupción es motivo de honda preocupación para la inmensa mayoría del país.

Monseñor René Rebolledo, Arzobispo de La Serena, tiene una extensa trayectoria en la vida eclesial. También una honda preocupación.

Cuando asumió en ese cargo, dejó muy clara su marca y horizonte cuando dijo que se debe estar “atentos al caminar de la iglesia” para enfrentar los desafíos que les presenta la sociedad.

Cuando le solicité una entrevista vía zoom, me comentó que tiene mucho trabajo y poco tiempo, puesto que el Obispo Auxiliar está en el extranjero en un curso. Pero al mismo tiempo me señaló, que podía enviarle las preguntas y me respondería a la brevedad.

Y así lo hizo.

No evitó ninguna de las preguntas de este reportero y se refirió a la inseguridad, delincuencia, crimen organizado, proyectos del gobierno sobre el aborto y eutanasia y la corrupción que mina la confianza ciudadana.

La siguiente es la Entrevista a Fondo, con monseñor Rebolledo:

Monseñor, con su mirada de Pastor, ¿cómo ve a Chile en el escenario actual?

“Chile ha sido desde sus orígenes un país donde los habitantes hemos estado muy vinculados a la tierra y al bien de las comunidades. Nuestra Patria es bella y sus personas son buenas, afrontamos, sin embargo, innumerables desafíos, problemas y dificultades. A inicios de año sufrimos con los incendios en la región de Valparaíso, que hemos sabido por los medios, fueron provocados intencionalmente. Numerosas vidas y entornos ambientales se perdieron. Pero ante ese dolor, el país actuó con solidaridad y resiliencia. La Iglesia salió al encuentro de quienes estaban sufriendo, a través de Caritas Chile.

ESTAMOS CONSCIENTES DEL PROBLEMA DE INSEGURIDAD DE LA CIUDADANÍA

Sin duda, también estamos conscientes del grave problema de la inseguridad a que se ha visto enfrentada la ciudadanía, que es un flagelo de consecuencias impredecibles. Los homicidios, el desprecio por la vida, el atropello a la propiedad privada y a las leyes, se han convertido tristemente en una realidad habitual.

LA CORRUPCIÓN ES PREOCUPACIÓN DE LA INMENSA MAYORÍA DEL PAÍS

Además, están los hechos de corrupción, tráfico de influencias, fraudes, mal uso de información privilegiada, malversación de fondos públicos y delitos económicos que se vienen conociendo en los últimos años, todo ello motivo de honda preocupación para la inmensa mayoría del país. Ante estas múltiples problemáticas y desafíos que menciono -entre tantos otros retos- los Obispos estamos atentos para aportar una palabra de alerta, pero sobre todo de esperanza mirando a Jesucristo y su Evangelio”.

El Arzobispo de Santiago, Monseñor Fernando Chomalí, en la Homilía del pasado 18 de septiembre, formuló un llamado a todos quienes tienen responsabilidades a lograr un gran Acuerdo Nacional. Considerando la aguda polarización política y social que existe en Chile ¿cree usted que es posible ese acuerdo?

“Lo expresado por mi hermano Fernando Chomalí en el Te Deum de Santiago, es un signo de comunión y refuerzo a lo planteado por el Episcopado de nuestro país en abril de este año, cuando tras nuestra Asamblea Plenaria llamamos -en vista al próximo proceso eleccionario- “a participar con respeto y cuidar la sana convivencia, a buscar los acuerdos políticos y sociales que favorezcan el bien común de la nación y a no caer en descalificaciones y polarizaciones que solo nos llevan a dividirnos e impiden construir una patria para todos” . No solo pienso que es posible, sino indispensable el generar esos acuerdos que nos permitan dejar de lado la división que pareciera imponerse”.

La delincuencia virtualmente se ha apoderado del país. Día a día se conoce de asesinatos, tráfico de drogas, pandillas que se disputan territorio a balazos y quienes viven ese ambiente son sectores muy modestos. Hay barrios donde los vecinos no se atreven a salir después de las 8 de la noche. Durante Fiestas Patrias hubo 37 asesinatos.

“La expansión de la droga y la presencia del crimen organizado -no conocido en Chile- están destruyendo aspectos esenciales de la vida ciudadana y en particular de barrios, familias y nuestra juventud.

RESPONSABILIDAD DE LAS INSTITUCIONES QUE BARRIOS RECUPEREN LA DIGNA CONVIVENCIA

Ante esas situaciones, estamos convencidos como pastores, que Jesús quien asumió nuestro dolor, no nos abandonará en el deseo y voluntad de generar espacios para recuperar una sana y digna convivencia. Para ello, es responsabilidad de las instituciones y comunidades, tanto civiles como eclesiales, que en nuestros hogares, barrios, comunas y ciudades se pueda volver a lograr una más armónica y humana relación donde nadie se sienta excluido, sino valorado y respetado”.

¿Cree usted que las FF.AA. pueden ser un buen aporte para combatir el crimen organizado?

“Como obispos, nuestro llamado será siempre a buscar la paz, dejando de lado la violencia y el desprecio por la vida. Es imperioso para ello que las autoridades y servidores públicos evalúen y procuren aquellas medidas que estimen favorezcan mejor el bien común de la nación y la lucha contra el crimen que cobra vidas inocentes y hace tanto daño a la comunidad nacional”.

También en su Homilía, usted llamó a “acoger, acompañar y a compartir con los hermanos migrantes”. Hay buena gente que ha llegado para trabajar en Chile y aportar sus experiencias al país. Sin embargo, los analistas apuntan que una de las causales del aumento de la criminalidad es producto de la inmigración irregular y descontrolada. Se conoce la actuación de extranjeros en delitos tanto autores como víctimas ¿Es posible que ese haya sido el camino del crimen organizado para iniciar sus operaciones en Chile?

“A mediados de año, los obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal, dimos a conocer el documento:” Fui forastero y me recibieron (Mt 25,35). Una mirada cristiana a la migración”, generado gracias al aporte de numerosas personas e instituciones de Iglesia que sirven junto a hermanas y hermanos en situación de migración. En este sentido, agradezco especialmente lo que hace el Instituto Católico Chileno de Migración, INCAMI, al respecto. Como sucede en otros temas sociales, consideramos que ante la migración priman, a menudo, más percepciones y opiniones dominantes que experiencias reales de las personas o basados en datos concluyentes.

MIGRACIÓN: IDEAS SE HACEN MAYORITARIAS A VECES SIN SUSTENTO DE LA REALIDAD

Es decir, ciertas ideas se van haciendo mayoritarias y se transmiten socialmente, aunque no siempre tengan pleno sustento en la realidad, cuestión en la que influyen en gran medida los medios de comunicación y las redes virtuales, como una discusión pública reducida tantas veces a consignas y lugares comunes. Por eso es tan importante crecer en una comprensión más integral de la migración. En ningún caso queremos desconocer la complejidad y el alto impacto del tema migratorio, o el eventual vínculo que puede haber de personas extranjeras o nacionales en actos criminales. Tampoco invalidar las legítimas preguntas que se hacen los ciudadanos ante un fenómeno relativamente reciente.

CRISTIANOS: NO PARTICIPEMOS EN PREJUICIOS SOCIALES O XENOFOBIA

Lo que nos mueve, es que especialmente los cristianos, no participemos de los prejuicios sociales, la xenofobia o de miradas simplistas ante un desafío humano y social tan relevante, pues el Evangelio lleva en sus entrañas una apuesta por la fraternidad, así como por el respeto y la promoción de la dignidad humana. No solo es bueno, sino también un imperativo el que en nuestras reflexiones nos detengamos acerca del don que significa la llegada de tantas hermanas y hermanos procedentes de otras latitudes.

La gran mayoría de ellos vienen con buena disposición para aportar desde sus capacidades y especializaciones, también en el rico intercambio cultural, como en el ámbito de la fe y su vivencia, tanto en sus familias como en las comunidades”.

Llama la atención que quienes ingresan a la criminalidad son niños de 11, 12 o 13 años. Analistas dicen que los niños son los más expuestos y de fácil reclutamiento para el crimen organizado. ¿Dónde está el problema básico?

“Como señalaba anteriormente, el crimen organizado está destruyendo aspectos esenciales de la vida ciudadana y en particular de los barrios, familias y nuestra juventud.

HAY GRAN SOLEDAD DE LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD EN LOS BARRIOS

La vida familiar se hace cada vez más difícil cuando madres, padres e hijos prácticamente no se ven debido a la búsqueda de los recursos para vivir. Sabemos que hay gran soledad y abandono de la niñez y juventud en los barrios, faltando espacios de contención que les permitan ver que otras alternativas de vida son posibles. Es un deber del Estado, pero también de las organizaciones que tenemos presencia en las poblaciones y comunidades, redoblar esfuerzos para mostrar a esos niños y niñas que hay otras alternativas y esperanzas”.

El gobierno pondrá esta semana suma urgencia al proyecto de ley de eutanasia y por otro lado se menciona la ley del aborto libre. A ello se suma la manipulación de la sexualidad de niños muy pequeños. ¿Cuál es su opinión al respecto?

“Los Obispos del país, lamentamos profundamente estas iniciativas, que atentan contra el valor sagrado e inviolable de la vida humana. La Iglesia no cesa de recordar que la dignidad de todo ser humano tiene un carácter intrínseco y vale desde el momento de su concepción hasta su muerte natural.

Un reciente documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (Dignitas infinita), aprobado por el Papa Francisco, recuerda que el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va desde la concepción al nacimiento.

Por lo mismo, afirma que: ‘el ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cualquier fase de su desarrollo. El ser humano es un fin en sí mismo y nunca un instrumento para resolver otros problemas’ (47).

En relación a la eutanasia, teniendo presente el documento vaticano señalado, afirmamos los Obispos del Comité Permanente de nuestra Conferencia Episcopal, en la reciente Declaración, que hemos titulado Ante el anuncio de proyectos de Aborto y Eutanasia: ‘que la vida humana, incluso en su condición dolorosa, es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre, por lo que no se puede bajo ninguna circunstancia eliminar la propia vida o la de los demás bajo el peso del sufrimiento’ (3).

Es por ello que llamamos, en el mismo documento citado, a no relativizar el valor de la vida humana: ‘Necesitamos recuperar el respeto de la vida humana en toda circunstancia, el sentido moral que sabe distinguir entre el bien y el mal, junto al sentido comunitario de nuestra existencia, que nos hace responsables unos de otros’”.

LA CORRUPCIÓN MOTIVA AUMENTO DE LA DESCONFIANZA DE LA CIUDADANÍA

Monseñor, Chile está viviendo una etapa de incredulidad y desconfianza al observar cómo en instituciones como la Corte Suprema, que deben ser intachables, están en caminos oscuros y turbios para lograr ascensos y poder. Es muy alarmante: hoy son los jueces los que están en cuestionamiento. ¿Cómo puede confiar en ellos la ciudadanía?

El tema que usted plantea es complejo y requiere de un acucioso análisis, bien fundamentado. Por ello, me permito citar dos párrafos de un reciente documento que hemos publicado el 12 de septiembre pasado el Comité Permanente del Episcopado Nacional y que ha provocado serias reflexiones y estudio. Lo hemos denominado, Ante el mal extendido de la corrupción:

“Como sociedad debemos ser conscientes que estos procesos de corrupción vulneran muy gravemente la justicia social y son motivo de un aumento cada vez más significativo de la desconfianza de la ciudadanía en las instituciones esenciales del país y en un desprestigio de la vida política, social y económica.

Así mismo, destruyen los vínculos de solidaridad entre las personas y fomentan el relativismo moral que hace perder el sentido de comunidad, de pertenencia a una misma sociedad y, al final, da lugar al egoísmo como regla esencial del actuar humano…

Pero ello es particularmente exigible a los órganos públicos llamados a investigar y sancionar estas conductas, que deben adoptar decisiones drásticas y eficaces, que permitan recuperar la confianza pública perdida. Es necesario adoptar políticas que conduzcan a poner en el centro de nuestros comportamientos la honradez, el respeto a los bienes ajenos, no solo los materiales necesarios para una vida digna, sino también otros intangibles pero reales, especialmente los espirituales, que necesitamos para el bienestar al que todos tenemos derecho”.

En su Homilía con motivo de Fiestas Patrias, usted se refirió a “la urgencia de reaccionar con firmeza y decisión ante la corrupción. ¿Cree usted que Chile entró en una vorágine de corrupción? ¿Chile es corrupto? ¿Quizás hubo antes actos de corrupción, pero no se conocían? ¿Ha aumentado en los últimos tiempos? ¿Por qué se ha producido esto?

En la Declaración citada, los Obispos afirmamos: “El sustrato más esencial del proceso que venimos viviendo en este ámbito es de orden moral, es decir, de conductas no solo posiblemente delictivas, sino éticamente reprochables, en las que el uso de la autoridad se convierte en abuso de poder y que genera una escalada de realidades que afectan a todos los ciudadanos y van haciendo crecer un estado de crispación social y cansancio, que termina por justificar las propias conductas abusivas e inmorales, no solo de los poderosos, sino de las personas comunes”.

DEBEMOS SEGUIR TRABAJANDO Y DENUNCIANDO TODA SITIUACIÓN IRREGULAR

Por ello, “todos debemos reaccionar adecuadamente ante estos males, cuyos gérmenes tienden siempre a extenderse”. Es fundamental que podamos seguir trabajando, anunciando y denunciando toda situación irregular, “para preservar a nuestro país como un lugar donde no haya espacio para ningún tipo de abusos y en el que los bienes del amor a Dios y al prójimo, regla esencial de nuestro comportamiento, guíen siempre nuestras actuaciones”.

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