Entrevistas y Reportajes

Amor entre redes

Fernanda Pavez Báez

Amor entre redes. Es más fácil, más inmediato, no requiere salir de casa, se puede conocer a personas cerca o de diferentes partes del mundo, no requiere responsabilidad afectiva, si no te gusta la persona simplemente dejas de hablarle y todo se acaba. Esas son algunas de las respuestas inmediatas al plantear la pregunta, ¿Por qué prefieres utilizar aplicaciones de citas y no el contacto directo para buscar pareja o conocer personas?

Es un hecho que la tecnología e internet han permitido que las personas tengan mayores herramientas para socializar, llegando incluso a reemplazar las ventajas del contacto físico para interactuar con otros individuos.

Hace unas décadas esto parecía imposible, no era extraño que además fuera mal visto por una sociedad acostumbrada a ser partícipes de pausados procesos para generar vínculos con nuevas personas, las que después de varias “etapas” se podía definir el tipo de relación que establecería.

Hoy todo eso es un procedimiento en desuso, todo es inmediato, más práctico y mucho más extremo y algunos pueden sentir amor en tiempo récord.

En 2012 se lanzó al mercado la aplicación de cita “Tinder” la herramienta favorita en el abanico de opciones para encontrar pareja. En el comienzo la idea era que su público objetivo fueran estudiantes universitarios, específicamente las personas mayores de edad pero que aun no entraran al mundo laboral. Sólo una década después sus usuarios se conforman, en su mayoría, de hombres y mujeres entre 20 a 50 años, de todos los estratos sociales, pues lo único que se necesita es un dispositivo con internet.

Mónica Arriagada, psicóloga de la Universidad de Pacífico asegura que, “hoy efectivamente se vive en un mundo más activo, con menos tiempo, más dedicación al trabajo o a la realización de otras responsabilidades. La socialización para la construcción de relaciones no es prioridad porque los avances tecnológicos han hecho todo eso más fácil, por lo tanto, no está dentro de la lista preferencias”.

Y agrega, “junto con esto los individuos de todos los rangos etarios van ahora por cosas concretas. Las aplicaciones facilitan esa búsqueda porque se pueden dar a conocer los gustos e intereses para que el alegorismo sólo te contacte con las personas con las que tengas cosas en común. Así de simple, nadie quiere perder su tiempo”.

Víctima de la tentación

Melanie tiene 37 años a hace cuatro que es visita habitual de las aplicaciones de citas. Tiene dos apps que son sus favoritas, Tinder y Badoo, precisamente las dos más usadas en Chile.

Llegó a lo que ella bautizó como «adictivo mundo» después de una separación en la que a menos de tres años de matrimonio él le fue infiel precisamente con una joven que conoció en internet.
“Conocer a gente por las redes es algo que yo desconocía del todo, tampoco era de mi estilo, hasta que el que fue mi marido quiso acabar con todo porque se había enamorado de alguien que sólo conoció por la pantalla y que luego de sacarme de su vida se la trajo del norte vivir con él, insólito”.

“Mel” en su afán de entender cómo pudieron dejarla por una persona físicamente desconocida comenzó a indagar en los espacios para acercarse a gente nueva. Lo que era una indagatoria en medio de una inmensa depresión se convirtió en la manera de distraerse y no sentirse tan rechazada.

“Pasaba horas y horas conversando con tipos que me parecieron atractivos. Como tenía la herida del abandono porque mi ex se fue con una ‘cabra chica’ me puse a conocer a hombres mucho menores que yo. Así comenzó algo con Felipe, un encanto y guapo como ninguno. Primero hablamos video llamada y nos gustamos de inmediato, cuatro días después juntamos en persona y me lo traje a mi departamento. Empezamos a vivir juntos sin siquiera saber su apellido, pero así son las cosas hoy”, relató.

La historia de amor duró seis meses, luego de eso empezaron a aparecer las cosas que acabaron con la magia, “lo pasábamos muy bien, alegraba mi vida y creo que fue fiel, el problema fue otro. Todo lo que hacíamos lo pagaba yo, me pedía pagar sus cuentas, compraba ropa y tonteras con mi plata, sabía que la culpa la tuve yo porque lo acepté y no le puse freno, pero ya cuando se puso mentiroso para conseguir dinero descubrí que era un sinvergüenza. Le pedí que se fuera y no volví a verlo”, agregó.

Esta mala experiencia generó una decepción para Melanie, pero sus ganas de seguir utilizando las apps no se acabaron, todo lo contrario, todavía gusta de dejar entrar gente nueva a su vida, pero esta vez puertas afuera y sin responsabilidad afectiva. «Ya no quiero ilusionarme, defraudarme, ni sufrir. Esas son mis reglas del juego. Se que puedo encontrar el amor verdadero por internet, pero mientras eso no pase voy a aprovechar la inmediatez de la tecnología»,  sentenció.

Víctimas perfectas

La psicóloga Mónica Arriagada afirma que situaciones como estas son muy comunes. “Cuando las personas, ya sean hombres o mujeres, están vulnerables, inseguras, con muy baja autoestima, necesitan mucho afecto, buscan cariño, compañía o sentirse validadas. Eso las vuelve presa fácil de tipo que abusan de sus carencias y las utilizan según su conveniencia, este es uno de los principales peligros de este fenómeno de amor inmediato”.

La especialista agrega información sobre las consecuencias de este fenómeno, un cambio de paradigma que vale la pena exponer. “Junto con ese amor inmediato crece un fenómeno paralelo que se ha normalizado y explica muchos otros escenarios contingentes. Me refiero al ‘amor líquido’”.

“Estas relaciones están caracterizadas por la falta de solidez, calidez y por una tendencia a ser cada vez más fugaces, superficiales, etéreas y con menor compromiso”, adhirió.

Las decepciones en las relaciones originadas en la app son frecuentes, pero no todas fracasan, no todas las personas mienten en su personalidad y aspecto.

No todas estas relaciones tienen que ser negativas, pero se debe ser consciente, tomar las cosas con calma y ser precavidos.

Covadonga Pérez, psicóloga terapeuta de parejas, comenta que una de las principales decepciones de conocer parejas no está en la otra persona. “Mujeres y hombres llegan a mi consulta muy afectados contándome que se ilusionaron con equis persona y lo que encontraron no era lo que esperaban. Aunque varios no quieran admitirlo ese dolor y decepción no es culpa del otro, ese sentimiento es producto culpa de si mismo”.

Explica. “La decepción, el dolor y sentirse engañado es el resultado de nuestras expectativas. Nos ilusionamos y creamos a persona que nosotros queremos según nuestro propios gustos o necesidades. Eso nos duele, ver que el otro no cumple con las expectativas que nosotros creamos de ellos”
Bajo esa premisa la profesional agrega, “debemos aprender a no culpar. Ser consientes que cuando nos pasa algo es porque nosotros lo permitimos, en todo orden de cosas, cuando dejemos de culpar afuera lo que está dentro nos ahorraremos mucho dolor”.

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