Tiempo de elecciones en el mundo. El pasado fin de semana se supo que en Europa se acentúa la votación de la derecha. No está claro de cuál derecha se habla: si la más extrema o la versión moderada de centro derecha.
En nuestro país, las primarias culminaron como todas las elecciones elección: alegres voces de triunfo de algunos y silencio de los derrotados, aunque no todos. En Puente Alto un candidato derrotado insinuó abiertamente su convicción de que había habido fraude.
La verdad es que estos comicios chilenos no eran tan relevantes, lo que ha hecho que se pregunte si vale la pena hacerlos o no.
Nadie ganó la alcaldía de una Municipalidad (fueron 60 de 345 las que tenían primarias). Tampoco llegaron a la gobernación los candidatos vencedores en Aysén y Coquimbo.
Lo mismo habría ocurrido si en todas las comunas, en todos los Cores y en todas las gobernaciones hubiese habido primarias: lo que estaba en disputa era el derecho a ser candidato solamente.
Las primarias son, sin duda, un aspecto positivo en un proceso democrático, pero no lo es todo. Quedó claro en este caso, que aún es escaso el interés en la mayoría de los comicios locales.
Se aducen múltiples razones.
En los municipios, parte importante del problema reside en los procesamientos de alcaldes de todos los colores a lo largo y ancho de nuestro territorio.
Parece que solo las elecciones presidenciales entusiasman a todos… o a casi todos.
En Europa, en cambio, los resultados de la votación del domingo son ciertamente muy importantes. De inmediato generaron consecuencias políticas en Francia y Bélgica y habrá más en el resto del Viejo Continente.
Estaban convocados 360 millones de ciudadanos para elegir a los 720 diputados del Parlamento Europeo.
La más destacada es, sin duda, Úrsula van der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Su Partido Popular Europeo logró la mayoría con 191 escaños.
El resto de las colectividades tuvo un resultado variopinto: ganaron otras dos mujeres, Marine Le Pen, en Francia, y Meloni en Italia.
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En algunos países, como Austria, avanzó la ultraderecha, pero en las naciones escandinavas se fortificó el centro, que refleja una moderación generalizada.
En tiempos de confusión política en todo el mundo, desde Chile hasta el otro extremo del mundo, se podría pensar que impera nuevamente la cordura frente a los extremismos.
Por ahora en Chile el panorama no es tan claro. Habrá que esperar lo que ocurra en las elecciones en dos días de octubre.
Abraham Santibáñez
Premio Nacional de Periodismo 2015
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