Política

«Pensiones de desgracia» Por Víctor Maldonado R.

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

No es cosa de pedir cabezas, sino de asegurarse de que las rectificaciones sean hechas.

«Pensiones de desgracia» Por Víctor Maldonado R., nos muestra una de las falencias que hemos tenido como sociedad. No anticipar, solo reaccionar.

Toda cadena es tan fuerte como su eslabón más débil y esta cadena tiene muchos eslabones en esa condición.

Las pensiones fueron mal entregadas porque se cedió a la presión del ambiente, se sacrificó la verificación por la rapidez.

No se vieron venir las consecuencias de la condescendencia

Cuando algo sale pésimo y hay que pagar las consecuencias, conviene recordar lo que hicieron los críticos cuando les tocó reaccionar a las decisiones del caso.

Mientras pareció que lo que venía era una ola incontenible a favor de la remoción de injusticias y discriminaciones, sin importar los métodos que se estaban empleando, la condescendencia fue la conducta característica de los que tenían algún tipo de poder.

Gráficamente se puede reconocer porque fue el tiempo en que los medios hablaron, respetuosamente, de “Plaza Dignidad”.

Los límites

El ambiente fue permisivo y reparar las denuncias de abusos cometidos por la violación a los derechos humanos no admitía chequeos, excusas ni demoras.

Las pensiones de gracia fueron visadas por los canales regulares y si a alguien le gusta el bochorno ajeno, tiene que revisar las declaraciones de los detractores de hoy.

Obviamente, no es lo mismo la derecha con susto que empoderada.

El Estado que tenemos es débil y se ve aquí de modo ejemplar.

El INDH, en la práctica, es una institución de acotadas dimensiones que lo que hace es recoger testimonios, la verificación de lo que le dicen escapa a sus posibilidades.

Diferenciarlos importa

Solo que hay testimonios muy impactantes de distinto origen: aquellos que dicen la verdad pura y simple, siendo víctimas inocentes; la de los que atropellan tanto como son atropellados en sus derechos y los que, directamente, mienten.

Diferenciarlos importa. Si no se constata la información de respaldo o ni siquiera se pide, entonces parecen lo mismo, cuando nunca lo han sido.

Quienes debieron entregar los antecedentes no lo hicieron, quienes tuvieron que analizarlo se saltaron esta etapa y la actual oposición nada objetó cuando las pensiones empezaron a ser entregadas por Piñera. Falló la cadena.

¿Cómo hemos de reaccionar ahora?

Por supuesto que no repitiendo los errores anteriores

Ceder ante las presiones del ambiente fue malo antes y es malo ahora. Se trata de asumir responsabilidades, no de dejarlas a otros.

No es cosa de pedir cabezas, sino de asegurarse de que las rectificaciones sean hechas.

Al final, lo que tenemos son algunos delincuentes recibiendo ayuda del Estado. Esto es un escándalo inaceptable, pero no hay que perder el sentido de las proporciones.

No se trata de empatar, sino de no ver borroso

En Chile se entregan 18.000 pensiones de gracia, por lo general sus montos equivalen a un sueldo mínimo.

Por causa del estallido se aprobaron 419, correspondientes a un período acotado, que se habían empezado a pagar y no en todos los casos.

De ellas 58 personas exhiben condenas, en 10 casos graves

El escándalo importa más que los montos, pero los montos también importan. Intente informarse de cuanto suma todo esto.

Verá mucha información y ninguna suma. Compárelo con lo acontecido con Cathy Barriga, Raúl Torrealba o el “modesto” caso de los sobresueldos en el Teatro Municipal de Las Condes.

A las cifras tendrá que agregarle uno o más ceros por los montos involucrados, pero ¿quién grita escandalizado o es que se inventó el escándalo selectivo?

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