La relación entre el Presidente Gabriel Boric y el general director, Ricardo Yáñez, es sólida y constante, manteniendo un contacto permanente.
Yáñez ha enfatizado la relevancia del respaldo otorgado a Carabineros durante este gobierno, mientras que el Mandatario ha destacado la importancia de la institución para abordar los desafíos de seguridad en el país.
Esta estrecha relación ha llevado a que la situación judicial de Yáñez sea un tema recurrente en sus conversaciones. Ante su próxima formalización el 7 de mayo por cargos de apremios ilegítimos y homicidio durante el estallido social, Yáñez ha comunicado al Presidente su decisión de renunciar en caso de que su recurso de amparo no prospere en la Corte de Apelaciones de Santiago.
POSIBLE RENUNCIA
La fecha tentativa para esta renuncia sería el 3 de mayo.
Aunque Yáñez ha mantenido esta discusión exclusivamente con el Presidente, ha anticipado algunos aspectos de su salida.
Planea no hacer alarde de su cargo ni utilizar uniforme durante la formalización, evitando que su causa judicial eclipse la ceremonia del «Día del Carabinero» el próximo sábado 27 de abril.
QUIEREN EVITAR UNA SALIDA TUMULTUOSA
Para evitar una salida tumultuosa y garantizar la continuidad operativa, Yáñez desea evitar una situación similar a la del excomandante en jefe del Ejército, Ricardo Martínez, quien renunció en medio de acusaciones de fraude.
Asimismo, pretende desligar su imagen de la institución y evitar un vacío de liderazgo que pueda afectar la operatividad de Carabineros.
Aunque Yáñez sostiene que la Fiscalía no ha sido precisa en su investigación, está dispuesto a asumir las implicaciones políticas de su cargo. Sin embargo, rechaza la idea de una salida traumática o de mantenerse en el cargo mientras enfrenta la formalización.
SUCESORES
La renuncia de Yáñez plantea la necesidad de seleccionar un sucesor adecuado. Se consideran varios candidatos, como el subdirector Marcelo Araya, el jefe de Orden y Seguridad Enrique Monrás, y el director de Personal Pablo Silva.
La prioridad es evitar un «terremoto de mando», es decir, un cambio que genere una salida masiva de generales y comprometa la preparación de los reemplazantes.
