Boca Juniors arranca su participación en el Mundial de Clubes con un revés inesperado. La FIFA impuso duras sanciones a dos jugadores clave del “Xeneize”: Ander Herrera y Nicolás Figal, ambos expulsados en el debut ante Benfica. La noticia se conoció este miércoles y no pasó desapercibida en el mundo del fútbol sudamericano.
Los dos futbolistas recibieron cuatro partidos de suspensión, lo que significa que sólo podrían volver a jugar en semifinales, siempre y cuando Boca logre clasificarse. La sanción representa un verdadero golpe deportivo para el equipo, que pierde a su organizador en el mediocampo y a uno de sus defensores más sólidos.
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EXPULSIONES CON ALTO COSTO
Durante el encuentro ante Benfica, Herrera fue expulsado por encarar al árbitro en el momento en que este revisaba en el VAR un polémico penal que realizó el chileno Carlos Palacios. El español, que ya estaba fuera por lesión, reaccionó con enojo desde el banquillo. Figal, en tanto, vio la roja a pocos minutos del final por una entrada desmedida contra un rival.
FIFA evaluó ambos casos y resolvió aplicar el máximo castigo, con el argumento de conducta antideportiva y juego brusco grave. También fue sancionado Andrea Belotti (Benfica), aunque con solo dos fechas, lo que ha generado críticas en redes por el criterio desigual.
NUEVO DESAFÍO PARA EL CUERPO TÉCNICO
La doble ausencia obliga al DT Diego Martínez a rearmar su esquema táctico. Boca no solo pierde a dos jugadores con experiencia internacional, sino también a piezas clave en la construcción y la defensa. La presión recae ahora sobre los suplentes y el rendimiento colectivo.
Además, este episodio pone sobre la mesa la importancia de manejar las emociones en torneos de alta exigencia. En un formato corto como el Mundial de Clubes, errores puntuales pueden costar muy caro. Y así fue: el equipo argentino ahora tendrá que remar desde atrás sin dos de sus líderes.
Lo que debía ser una oportunidad para brillar a nivel global, comenzó con un tropiezo severo. La sanción a Boca Juniors obliga al equipo a demostrar carácter, profundidad de plantel y capacidad de reacción. Queda por ver si este golpe anímico se convierte en una enseñanza o en una herida difícil de cerrar.
