Era un día de visita cualquiera en la Cárcel de Puerto Montt. Nada fuera de lo común. Hasta que un gendarme encontró «raras» las sopaipillas que un hombre llevaba de regalo a un interno. Tenían unas extrañas machas amarillas que llamaron su atención.
Y tuvo buen ojo, porque las ocho tortillas fueron sometidas a la prueba de campo respectiva y se descubrió que las manchas no eran de zapallo ni de chancaca, sino de ketamina, droga disociativa de gran poder alucinógeno.
Bastaron solo unos instantes para que se las bautizara como Ketapillas.
ATENTOS EN EL PROCESO DE REVISIÓN
Cono era de esperar, a Gendarmería no le hizo ninguna gracia la situación.
Su director regional de Los Lagos (s), el teniente coronel Gustavo Flores, destacó que el personal estuvo “muy atento en el proceso de revisión”, logrando descubrir que la sustancia estaba al interior del producto.
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“Es habitual hallar droga oculta en la hierba mate, la pasta de dientes, los desodorantes y la comida» -reconoció- «pero es primera vez que se encuentra algo en las sopaipillas».
«Tenemos que seguir muy alertas, porque cada vez se buscan formas más ingeniosas para tratar de ingresar elementos y sustancias ilícitas al interior de los recintos penitenciarios”, agregó.
El seremi de Justicia, Cristóbal Fuenzalida, en tanto, destacó el trabajo preventivo de Gendarmería, que “permite realizar este tipo de hallazgos a tiempo”.
¿Y qué pasó con el osado amigo que llevó las sopaipillas?
Pues que Gendarmería dio cuenta del suceso al Ministerio Público y la fiscal Lorena Meza lo dejó apercibido.
